Rock, jazz y una de calamares
Kris Kristofferson y Elvis Costello abarrotan la clausura del Festival de San Sebasti¨¢n
Pregunta: ?Qu¨¦ hacen Loquillo y Mikel Erentxun en un festival de jazz? Respuesta: Escuchar a Kris Kristofferson y a Elvis Costello. Pregunta: ?Qu¨¦ hacen Kristofferson y Costello en un festival de jazz? Respuesta: No sabe / no contesta. La cosa es que el cantautor metido a astro de la pantalla y el feliz consorte de la pianista Diana Krall y padre de gemelos clausuraron la 45? edici¨®n del Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n con los tendidos de La Trini al 100% de su ocupaci¨®n y el personal sin localidades atiborrando las cercan¨ªas del lugar, que lo que no se ve, al menos, puede escucharse. Y si aquello no era jazz, a nadie pareci¨® importarle. Ya se sabe que la afluencia a un concierto de jazz es inversamente proporcional a la cantidad de jazz que contiene la m¨²sica. A menos jazz, m¨¢s oyentes, y viceversa.
El m¨²sico y actor no es gran cosa cantando ni tocando, pero tiene un ¨¢ngel
Jazz o no jazz, el del domingo fue un concierto no solo estupendo sino instructivo. As¨ª, pudimos enterarnos de que Kristofferson estuvo de turismo por San Sebasti¨¢n en 1958, y que prob¨® los calamares en su tinta, dato notable que seguramente influy¨® en su manera de componer. Cincuenta a?os despu¨¦s, K. K. volvi¨® a la ciudad sin a?adidos de ning¨²n tipo: su voz, la guitarra y la arm¨®nica, y eso fue todo. Con el a?adido de que ni cantando ni tocando la guitarra o la arm¨®nica es gran cosa. Pero tiene algo, un ¨¢ngel. Y unas canciones que parecen ser una sola troceada en rodajas de unos tres minutos de grosor.
Kristofferson se las cant¨® todas. De Bobby McGee -famosa por la versi¨®n de su ex, Janis Joplin- a Sandinista, de sus d¨ªas de combatiente por la causa antiimperialista. Y, como si no hubiera sido suficiente, volvi¨® a subir al escenario para cantarse un par de coplillas a d¨²o con el colega Elvis, al t¨¦rmino del set de este. Que si bueno hab¨ªa sido lo de K. K., mejor todav¨ªa fue el recital del ingl¨¦s, junto con su grupo de country, The Sugarcanes.
Cualquier recelo que nadie pudiera albergar en torno a la posibilidad de escuchar m¨²sica vaquera sin resultar da?ado en su equilibrio mental, lo despej¨® el rockero de canotier en un acorde. Algo tremendo, inaudito casi. Costello no concede un momento de respiro al oyente que apenas tiene tiempo de asimilar la que se le viene encima. En su repertorio, las versiones sesenteras -You've got to hide your love away, de Lennon-McCartney, o Friend of the devil, de Grateful Dead- se alternan con las composiciones del propio artista -las cl¨¢sicas Alison y New Amsterdam o la deliciosa A slow drag with Josephine-, todo en su justa medida. Y el personal, a gozarla, puesto que de eso se trataba. Pero eso no fue todo.
Aquella misma tarde se nos dio la oportunidad de escuchar a una cantante de ¨®pera interpretando jazz. Jessye Norman, nada menos. El recital de la susodicha en el auditorio del Kursaal nada tuvo que ver con lo que se ha podido escuchar a alguno de sus colegas cuando se les da por cantar rancheras o a Mecano, y menos mal.
La soprano, famosa por sus interpretaciones de Beethoven y Verdi, tir¨® de memoria hist¨®rica para recuperar un repertorio que, asegura, forma parte de su educaci¨®n sentimental. Mucho Ellington -Don't get around much anymore, I've got it bad (and that ain't good), Heaven, pertenecientes a su ciclo de Conciertos Sacros...-, alg¨²n recuerdo a las colegas ca¨ªdas en combate -Josephine Baker, Lena Horne, Odetta...- y hasta My baby just cares for me, de Nina Simone, a ver qui¨¦n nos iba a decir que ¨ªbamos a escuchar nunca a la diva cantando aquello de "mi chico no se preocupa por coches ni carreras, mi chico solamente se preocupa por m¨ª".
La Norman prescindi¨® de alardes innecesarios para centrarse en lo que importa: la canci¨®n. El resultado fue lo m¨¢s parecido a un recital de jazz tal y como se estilaba en tiempos de Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald. Al final ha tenido que venir una cantante de ¨®pera para recordarnos c¨®mo se canta jazz. Tiene guasa la cosa.
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