Parar, templar y...

Fue una corrida de plaza de Primera. La presentaci¨®n de los toros no respond¨ªa a la categor¨ªa de tercera que ostenta la plaza de Azpeitia, sino que pod¨ªan haber sido lidiados en cualquier ruedo de m¨¢xima exigencia. Los seis astados eran cinque?os; salvo el tercero, fueron grandes, destacando el primero y el sexto, con aparatosas cornamentas como el cuarto y con mucho trap¨ªo. La primera corrida de la feria deja muy alto el list¨®n de presentaci¨®n ganadera.

Era, sin duda, lo que el p¨²blico estaba esperando, pues hubo toros aplaudidos de salida y los tendidos manifestaron en varias ocasiones la superioridad de los astados sobre los espadas. Porque la corrida fue muy exigente, muy complicada, pero no mala y los espadas tuvieron ocasi¨®n de no irse sin tocar pelo.

Para ello, era obligado cumplir el mandato de la tauromaquia de parar, templar y mandar. Hab¨ªa que ponerse y, hacerlo de verdad, como en algunos compases de la faena del segundo demostr¨® Iv¨¢n Fandi?o, que estuvo cerca de meter en la muleta a un toro que fue a m¨¢s durante la lidia. El viento hizo dudar al de Ordu?a, que no lleg¨® a estar a gusto. Con todo, el vizca¨ªno tuvo el peor lote, ya que el quinto fue una prenda con la que Fandi?o tuvo que tragar en el ¨²ltimo tercio despu¨¦s de haber brindado a sus paisanos del Ochomayo.

La exigencia de los toros de Dolores Aguirre es algo poco habitual en las corridas de hoy en d¨ªa y se not¨®. Poco tard¨® en vibrar la afici¨®n cuando Morenito de Aranda lig¨® tres muletazos al espectacular chorreado que abri¨® el festejo, pero pronto se le acab¨® la gasolina al torero burgal¨¦s. Un susto, una r¨¢faga de viento y ya fue incapaz de plantar los pies en la arena. Lo mismo le ocurri¨® en el cuarto, un toro para tocar pelo. Sin embargo, Morenito sali¨® decidido a ver las dificultades y no la oportunidad; siempre con la muleta retrasada acab¨® por ense?ar sus precauciones.

El mejor toro cay¨® en manos del inexperto Miguel ?ngel Delgado. Era su tercera corrida de la temporada y se not¨®. Ofreci¨® una p¨¦sima lidia en los primeros tercios y desperdici¨® al sexto, un tranv¨ªa que se cans¨® de pedir al torero sitio en su muleta. Cuando lo l¨®gico en un torero inexperto habr¨ªa sido exprimir la faena, acort¨® y dej¨® de piedra a los tendidos que so?aron por unos momentos en que se iba a dar una buena faena.