Volvo viene de 'volvere'
El verbo latino girar dio nombre a la marca de coches sueca, con sede en Gotemburgo. La segunda mayor ciudad del pa¨ªs n¨®rdico gira al ritmo de sus casas modernistas y su gastronom¨ªa en alza
En 1927, Gotemburgo, poblaci¨®n costera al suroeste de la pen¨ªnsula Escandinava, vio salir de una de sus f¨¢bricas el primer coche sueco. Lo bautizaron Volvo por la primera persona del verbo latino volvere, es decir, "yo giro". Mucho han girado los Volvo desde entonces, pero no m¨¢s que Gotemburgo desde su fundaci¨®n. Veinticuatro horas en la segunda mayor ciudad de Suecia (situada a 500 kil¨®metros de Estocolmo) bastan para comprobarlo. Para moverse, una buena opci¨®n es alquilar una bicicleta. Las de Cykelkungen (www.cykelkungen.se; 00 46 31 18 43 00) cuestan 18 euros al d¨ªa, 50 por una semana.
9.00 Una fortaleza donde casarse
El primer puerto de Escandinavia puede visitarse tomando el ferry que sale del embarcadero de Lilla Bommen (1) y lleva hasta la isla de Nya ?lvsborg (2), en la desembocadura del r¨ªo G?ta. A nuestra izquierda, la ciudad de Gotemburgo se extiende por colinas verdes y laderas rocosas sobre las que despuntan torres, agujas de iglesias y antiguos edificios de ladrillo. A nuestra derecha se halla Hisingen (3), que pese a la reconversi¨®n industrial sigue siendo el centro de producci¨®n m¨¢s importante de Suecia. Hoy concilia los diques secos de los astilleros con modernos edificios de viviendas, y los muelles de contenedores, con museos (el Museo Volvo (4), entre otros).
M¨¢s all¨¢ del puente colgante de ?lvsborg - E se encuentra la peque?a isla de Nya ?lvsborg, fortificada durante los siglos XVII y XVIII para defender la ciudad de las incursiones danesas. Hubo un tiempo en que la guarnici¨®n ten¨ªa encomendado el control de una cadena que pod¨ªa bloquear la desembocadura, pero cuando el ingenio cay¨® en desuso la isla se convirti¨® en un penal. Hoy se visita por el placer de la excursi¨®n o, como algunos gotemburgueses, para casarse en la capilla dieciochesca que hay en la torre del fort¨ªn.
10.30 Ladrillos inolvidables
De vuelta en Lilla Bommen, si tomamos la calle de ?stra llegaremos hasta la Gustaf Adolfs Torg - F, la plaza del Ayuntamiento, presidida por la estatua de Gustavo II Adolfo, el rey que fund¨® Gotemburgo y encarg¨® su trazado a ingenieros holandeses; de ah¨ª los canales que recorren la parte antigua. Detr¨¢s del Ayuntamiento se halla la iglesia Alemana, y a continuaci¨®n, el interesante Museo de la Ciudad - G, donde tuvo su sede la compa?¨ªa Sueca de las Indias Orientales.
Una vez cruzado el canal de Vallgraven nos adentramos en el Gotemburgo burgu¨¦s por la avenida de Kungsports - H, que es su v¨ªa principal. Aqu¨ª abundan los restaurantes, tiendas y negocios se?eros, pero los ojos se van sin remedio hacia la imponente arquer¨ªa de ladrillo del Museo de Bellas Artes - I, que bien merece la visita.
11.00 El palacio sin cuartos de ba?o
Despu¨¦s de media hora de pedaleo (con algunos repechos importantes; tambi¨¦n se puede llegar en transporte p¨²blico), la vista se alegra con el delicioso palacio de Gunnebo - J (Christina Halls V?g; www.gunneboslott.se). Fue un rico comerciante ingl¨¦s llamado John Hall quien hacia 1778 mand¨® edificar su residencia de verano siguiendo la moda neopalladiana del momento. Hoy permanece excepcionalmente conservado.
Salvo por los cimientos y el s¨®tano, el palacio se construy¨® ¨ªntegramente con madera de pino silvestre. No emplearon roble porque la ley sueca estipulaba que estos, incluidos los de las fincas particulares, solo pod¨ªan talarse para armar barcos. Hall se gast¨® en Gunnebo una cuarta parte de su fortuna: veinte estufas de azulejos, sillas dise?adas ex profeso para cada estancia, estatuas, pilastras, espejos y relieves con alegor¨ªas de las labores del campo.
No hay cuartos de ba?o porque acababa de descubrirse la presencia de bacterias en el agua (a¨²n no sab¨ªan que tambi¨¦n las hay en el aire o la piel). Lo que s¨ª conoc¨ªan era la moda literaria del momento: en la habitaci¨®n del hijo todav¨ªa se ve una edici¨®n de la Clarisa de Samuel Richardson, un aut¨¦ntico best seller del siglo XVIII.
Despu¨¦s del almuerzo en el restaurante o en la cantina, donde todos los alimentos son ecol¨®gicos y proceden de las huertas y de la granja de Gunnebo (la ternera asada con mermelada es excepcional), no hay que perderse los hermosos jardines y el parque que rodean al palacio.
15.00 Modernismo con pasteles
De vuelta en la ciudad toca acercarse a Haga, el barrio m¨¢s joven y en la onda de Gotemburgo. Y para llegar all¨ª, nada como pasear bajo los se?oriales tilos del bulevar de Vasagatan - K, la calle m¨¢s sofisticada de la ciudad. Adem¨¢s de la Universidad - L y la Biblioteca Municipal - M, los finos edificios jugendstil (modernismo del norte de Europa) recuerdan el esplendor de la burgues¨ªa gotemburguesa.
Haga, por su parte, era un barrio de estibadores, peque?os artesanos, pescadores y proletarios. A comienzos del siglo XX, el c¨®ctel de hacinamiento, miseria, prostituci¨®n y garitos le proporcion¨® una p¨¦sima reputaci¨®n, al menos desde el punto de vista de sus vecinos de la Vasagatan. Hoy, sin embargo, no puede ser m¨¢s inocente; sobre todo la animada Haga Nygatan- N, donde abundan las tiendas de objetos para la casa, artesan¨ªa, anticuarios y ropa de dise?adores aut¨®ctonos. El encanto del barrio tambi¨¦n se debe a que perviven los antiguos empedrados y a que se restauraron las casas de madera pint¨¢ndolas en colores pastel. Y hablando de pasteles, no se salten la costumbre del fika, que consiste en tomarse un caf¨¦ y un bollo en cualquiera de los locales que por aqu¨ª abundan.
18.00 La Iglesia del pescado
Si salimos de Haga por el Norte, al otro lado del Rossenl-kanalen, veremos un peculiar edificio con varios gabletes y ventanas ojivales. Se trata de la Feskek?rka - O (Rosenlundsgatan, 25), o Iglesia del pescado, que en realidad es un mercado. Mientras no nos expulsen del templo, aqu¨ª podremos comprar las delicias de agua dulce y salada que se capturan en el estrecho de Kattegat (entre Gotemburgo y Jutlandia, en Dinamarca), en el mar del Norte, en los r¨ªos y en las decenas de lagos del oeste de Suecia. Hay delicias frescas y en conserva, en salaz¨®n o ahumadas: arenque, trucha, salm¨®n, langosta, rodaballo... La Feskek?rka tambi¨¦n aloja un restaurante donde pueden degustarse estos y otros frutos del mar.
Y puesto que estamos de nuevo en la ciudad vieja podemos rodear la catedral - P, en la V?stra Hamngatan, y disfrutar de las tiendas m¨¢s cl¨¢sicas y comerciales de Gotemburgo. Calles adoquinadas, fachadas austeras y ese buen gusto que aqu¨ª se asocia sabiamente a lo sencillo.
20.00 Cena y monta?a rusa
Para cenar es buena opci¨®n Swedish Taste (17) (Sankt Eriksgatan, 6; www.swedishtaste.se; 00 46 31 13 27 80), donde hay que recomendar la perca marinada con gambas crudas y fresas verdes, y de postre, los ruibarbos con acedera de la huerta, muesli y natillas.
Despu¨¦s resulta agradable una copa en el c¨¢lido Barsidan - R (Kungstorget, 7; www.barsidan.com), en Larmgatan, aunque tambi¨¦n cabe acercarse al famos¨ªsimo parque de atracciones de Liseberg (19), abierto hasta tarde: monta?as rusas, ca¨ªdas libres, balancines gigantescos y otras torturas que a muchos agradan. O se pueden dar unas vueltas en la nueva noria de Gotemburgo, enfrente del restaurante. Ya saben: la ciudad gira.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.