Dos
Pero un d¨ªa suena el m¨®vil y es mi viejo, que me invita a comer. Que d¨®nde, digo, que donde t¨² quieras, dice ¨¦l, que donde prefieras t¨², digo yo, y as¨ª un par de minutos. Ninguno de los dos tiene idea de d¨®nde quedar, la falta de costumbre. La falta de costumbre y que la invitaci¨®n apesta. Nos encontramos por fin en una hamburgueser¨ªa llena de extraterrestres que curran en las oficinas de los alrededores, y a los postres me suelta que tengo que dejar la casa de mi hermana. ?Y por qu¨¦ no me lo dice ella?, digo yo. Porque le da apuro, dice ¨¦l. ?Y a qu¨¦ viene esto ahora?, pregunto yo. Cree que no eres una buena influencia para el ni?o, dice ¨¦l juntando las miguitas de pan en un recuadro del mantel, como el que recoge un reba?o de ovejas. Me mosquea cantidad que no me ofrezca la posibilidad de volver a su casa. Adem¨¢s, da a entender, o eso me parece, que he hecho algo raro que tiene cabreada a toda la familia. Nos despedimos como dos parientes lejanos.
Llego a casa de mi hermana y digo que he pensado en irme. ?Ad¨®nde?, dice ella haci¨¦ndose de nuevas. No s¨¦, digo, ya me buscar¨¦ la vida. El hombre invisible asiste acojonado a la conversaci¨®n. Dice que si se puede venir conmigo. Le digo que no, claro, y se va echando el moco al dormitorio. Me quedo en el sal¨®n viendo la tele. ?Cu¨¢ndo?, dice la zorra de mi hermana. ?Cu¨¢ndo qu¨¦?, digo yo. ?Cu¨¢ndo te vas?, dice ella. Si quieres, ahora mismo, digo yo haciendo intenci¨®n de levantarme. Entonces se echa a llorar ella tambi¨¦n. Y dice que lo siente, pero que tengo que comprender que ¨¦se no es plan para toda la vida.
Cuando llego al dormitorio, el hombre invisible se ha metido en la piltra, de cara a la pared. ?Est¨¢s despierto?, digo. ?Y a ti que te importa?, dice ¨¦l. Mira, chico, le digo, las cosas son as¨ª, si uno se tiene que abrir, se tiene que abrir, lo comprender¨¢s cuando te toque a ti. Entonces se da la vuelta, me mira con los ojos hinchados y dice que qu¨¦ pasa con los peces, porque ¨¦l no los quiere. Mejor dicho, a?ade, no quiero el que se llama como t¨², as¨ª que te lo llevas y cada uno se queda con el suyo. Le miro como perdon¨¢ndole la vida, le digo que vale y me meto en el sobre.
Lee el cap¨ªtulo TRES.
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