El Estado de bienestar: vuelta a la fiscalidad
Un salto gigantesco se dio el 17 de junio en el ¨²ltimo Consejo Europeo de la presidencia espa?ola: apostar con fuerza por la Uni¨®n Econ¨®mica, que tiene un objetivo por encima de cualquier otro, impedir que la crisis arrastre al abismo al logro m¨¢s preciado de la Europa de la segunda mitad del siglo XX, el Estado de bienestar, o sea, educaci¨®n y sanidad gratuita, pensiones suficientes, protecci¨®n social para los m¨¢s vulnerables, infraestructuras, seguridad y servicios p¨²blicos.
Sin embargo, no basta con los acuerdos del citado Consejo Europeo (regulaci¨®n de los mercados financieros; gobierno econ¨®mico de Europa; estrategia vinculante de crecimiento y creaci¨®n de empleo de calidad). No basta, porque la parte m¨¢s importante de los ingresos y los gastos p¨²blicos -que son la columna vertebral del Estado de bienestar- la administra el Estado naci¨®n (en torno al 40% de PIB), no la Uni¨®n (que tiene solo el 1% de PIB europeo en su Presupuesto).
Ha llegado la hora del ajuste fiscal. Habr¨¢ que realizarlo de forma coordinada en la Uni¨®n Europea
La era del endeudamiento sin fronteras ha terminado
Los Presupuestos nacionales han sido golpeados duramente por la crisis. Pero hace algunos a?os que los presupuestos de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados (OCDE) vienen sufriendo de insuficiencia fiscal. Ello ha originado un fen¨®meno protagonista en las haciendas p¨²blicas de estos pa¨ªses, como es la apelaci¨®n estructural y cr¨®nica al endeudamiento, o sea, al crecimiento de la deuda soberana. El estallido de esta deuda ha estado a punto de destruir el euro, la eurozona, y, por tanto, buena parte del propio proyecto europeo.
Me he entretenido en estudiar las estad¨ªsticas oficiales de la OCDE sobre las cifras macroecon¨®micas que definen la acci¨®n transformadora del poder pol¨ªtico democr¨¢tico en el ¨²ltimo medio siglo. Se trata de los ingresos que reciben los Estados a trav¨¦s de los impuestos y a trav¨¦s de la deuda p¨²blica. Porque estas son las dos formas en que el Estado obtiene de la sociedad civil los medios para intervenir en la econom¨ªa y para redistribuir los bienes y servicios p¨²blicos.
El Estado puede detraer dinero de modo coactivo (los impuestos) o de modo voluntario (pidi¨¦ndolo prestado a los inversionistas, los c¨¦lebres "mercados"). Si hace lo primero no tiene que devolverlo. Si hace lo segundo s¨ª. Y con intereses. Esto es, como es sabido, la deuda p¨²blica.
Pues bien, si estudiamos las series hist¨®ricas de la OCDE, veremos que, en el periodo 1967-1987, el porcentaje sobre el PIB de los ingresos de los Estados desarrollados -de Europa, Am¨¦rica y Pac¨ªfico- pas¨® de un 26,9% a un 36,3% (en Europa, de un 27,7% a un 38,5%). Es decir, que la presi¨®n fiscal se elev¨® 10 puntos, nada menos, en los 20 a?os de la ¨¦poca dorada de la construcci¨®n del Estado de bienestar. En Espa?a, el avance lleg¨® a casi los 14 puntos (del 16,9% al 30,7% sobre PIB), porque entramos en la democracia con una hacienda p¨²blica m¨ªsera, propia de la dictadura franquista.
Veamos ahora el periodo 1987 a 2007. Son dos d¨¦cadas en las que el llamado neoliberalismo o "consenso de Washington" se instal¨® en la doctrina de laspol¨ªticas econ¨®micas dominantes en el mundo occidental. Se habl¨® del "fin de la historia" (Fukuyama) despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
En tal periodo, los ingresos por impuestos de los Estados de la OCDE, como media, crecen desde un 36,3% a un 38% del PIB (en Europa, de un 38,5% a un 39,7%). Es un aumento de algo m¨¢s de un punto de presi¨®n fiscal en 20 a?os. En Espa?a el aumento de la presi¨®n fiscal es mayor en las dos d¨¦cadas, subiendo hasta el 33,1% en 2008, seis puntos por debajo de la media europea, porque part¨ªamos de m¨¢s atr¨¢s.
El contraste de los periodos examinados es n¨ªtido. En los primeros 20 a?os suben los ingresos por impuestos 10 puntos. En los segundos 20 a?os suben solo algo m¨¢s de un punto en el ¨¢rea OCDE.
Pero vayamos ahora a la otra gran fuente de ingresos del Estado, la deuda. Y examinemos tambi¨¦n esos dos periodos. Desde 1967 a 1987, la deuda p¨²blica en los pa¨ªses de la OCDE pas¨® de representar un 35% del PIB a un 55%, en n¨²meros redondos (en el ¨¢rea euro la media es similar). Sin embargo, de 1987 a 2007, la deuda en la OCDE salta hasta un 100% (en el ¨¢rea euro hasta un 85%). Estos porcentajes se han disparado en 2008 y 2009 por causa de la crisis, lo que no permite hacer comparaciones completamente rigurosas.
No obstante, conviene saber que en solo un a?o (de 2008 a 2009) la deuda sobre el PIB en la Uni¨®n ha pasado del 61,6% al 73,6%, es decir, una variaci¨®n de 12 puntos (!). En Espa?a aument¨® 13,5 puntos.
Lo que se desprende de los anteriores datos es que, en los ¨²ltimos 20 a?os, los pa¨ªses desarrollados han ido sustituyendo, ante sus crecientes necesidades de financiaci¨®n, impuestos por deuda. O sea, dinero que no hay que devolver por dinero que engorda las obligaciones del Estado con los acreedores y que aumenta exponencialmente los gastos financieros del Estado.
Creo firmemente que lo que llamar¨ªa era del endeudamiento ha terminado, o debe terminar, si queremos que no acabe da?ando al propio Estado de bienestar.
En realidad, la crisis de deudas soberanas que ha golpeado sobre todo a los pa¨ªses del sur de Europa, poniendo a Grecia al borde del precipicio, ha mostrado brutalmente que ya no podemos seguir sustituyendo impuestos por deuda. Y que, si queremos que el Estado de bienestar siga siendo el buque insignia de Europa, hay que volver a plantearnos la problem¨¢tica de la fiscalidad. Tanto en el ¨¢mbito supranacional (tasa sobre transacciones financieras internacionales), como en el ¨¢mbito nacional (tasa bancaria, tasa sobre el carbono, impuestos sobre el patrimonio de grandes fortunas). Y ello de forma coordinada en la Uni¨®n Europea.
El ajuste fiscal que han abordado en las ¨²ltimas semanas diversos Gobiernos europeos, especialmente los de pa¨ªses grandes (salvo Italia por el momento), ya ha iniciado ese punto de inflexi¨®n al que me refiero. Compatibilizando el recorte de gasto social y el aumento de impuestos con una determinaci¨®n que hace muchos a?os no se contemplaba.
As¨ª, Alemania va a introducir nuevas figuras tributarias: tasa ecol¨®gica al transporte a¨¦reo; contribuci¨®n especial sobre elementos de combusti¨®n; impuestos sobre operaciones financieras. Francia ha eliminado diversas deducciones fiscales y, como Reino Unido, va a establecer un impuesto a la banca. Reino Unido ha subido el IVA hasta el 20% (2,5 puntos); ha aumentado la tributaci¨®n de los rendimientos del capital del 18% al 28%. Muchos otros pa¨ªses han seguido la misma direcci¨®n: Portugal (aumento del IVA un 1%, gravamen sobre el capital de un 1,5% y tasa sobre beneficios de grandes empresas y banca de un 2,5%); Grecia (subida del IVA dos puntos hasta el 23%); Hungr¨ªa (impuesto sobre actividades bancarias y modificaci¨®n del IRPF con tipo ¨²nico); Irlanda (subida en medio punto del IVA y creaci¨®n del impuesto de carburantes); Letonia (aumento de dos puntos en el IVA y en siete puntos del impuesto de la renta), etc¨¦tera. Todos ellos se orientan en una l¨ªnea que el Gobierno espa?ol se propone seguir con ocasi¨®n de los pr¨®ximos Presupuestos, como su presidente ha se?alado, con especial ¨¦nfasis en la aportaci¨®n de quienes m¨¢s tienen.
El otro pilar del Estado de bienestar, junto a los impuestos equitativos, es el crecimiento sostenible. No cabe contraponerlo a la fiscalidad -a m¨¢s impuestos, menor crecimiento-. Primero, porque el dilema real es: impuestos justos o crecimiento ilimitado de la deuda (que es imposible en la Uni¨®n). Segundo, porque el Estado de bienestar, en su ¨¦poca ¨¢lgida, ha coincidido con el crecimiento y la competitividad m¨¢s impetuosa de los pa¨ªses europeos en el siglo XX, como hemos visto.
Lo que es absolutamente irrefutable es que, sin suficiencia fiscal, el Estado de bienestar entra en una din¨¢mica de agotamiento dif¨ªcilmente reversible. Por eso, esta es la hora de la fiscalidad; no es ya la hora del endeudamiento sin fronteras.
Diego L¨®pez Garrido es secretario de Estado para la Uni¨®n Europea.
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