Si te dijera la verdad, te mentir¨ªa
Se acord¨® de esa frase genial de Woody Allen que dice que el movimiento se demuestra huyendo, y a ¨¦l, al que como a tantas personas cobardes pero honradas de este mundo define mejor que ninguna otra cosa ese verso de Sabina que dice "mi manera de comprometerme fue darme a la fuga", le dio pereza salir corriendo del hospital de La Paz, en el que est¨¢ ingresado por un asunto menor, una quemadura en la c¨®rnea que le produjo la visi¨®n accidental de tres minutos de telebasura, y decidi¨® seguir su rutina de paciente de sanatorio. As¨ª que se incorpor¨® en su cama, fingi¨® que ten¨ªa una galleta mar¨ªa en la mano y la hundi¨® en su caf¨¦ con leche tambi¨¦n imaginario, no mucho, para que no se empapase demasiado y se quedara dentro de la taza, porque eso tambi¨¦n tiene su t¨¦cnica, ?no se acuerdan de aquella pel¨ªcula de Frank Capra titulada Sucedi¨® una noche, en la que Clark Gable le ense?aba a Claudete Colbert a mojar magdalenas, con lo cual le daba a entender que los ricos se pierden lo mejor de la vida con tantas normas de comportamiento? Pues eso, Juan Urbano se tom¨® su merienda virtual y luego volvi¨® a la lectura, porque si dijese que no se hab¨ªa tomado esa merienda ser¨ªa un embustero, ya que cuando la noticia de que La Paz hab¨ªa empezado a ahorrar quit¨¢ndoles el refrigerio a los enfermos lleg¨® a los medios de comunicaci¨®n, tanto desde el propio de la Seguridad Social como desde la Consejer¨ªa de Sanidad se ha dicho, de viva voz y en un comunicado, que eso "es totalmente falso". As¨ª que ya ven, los ciudadanos que est¨¢n ingresados all¨ª tendr¨¢n que responder, si alguien les pregunta por ese tema, lo mismo que dijo un hombre al que alguna televisi¨®n de esas que salen a la calle a ver qu¨¦ piensa la gente de tal o cual cosa: "Si te dijera la verdad, te mentir¨ªa". No era Woody Allen, pero qu¨¦ genialidad, ?no?
Que quiten la merienda en La Paz no es grave, pero indica c¨®mo arreglan la crisis los poderosos
Si es que en algunas ocasiones y sobre todo en esta ¨¦poca del a?o, con el calor que hace, lo mejor es re¨ªrse a la defensiva, porque de lo contrario habr¨ªa que ponerse de un humor de perros, con lo que eso sube la temperatura, ya que bastante es que a uno lo maltraten como para que adem¨¢s le llamen c¨ªnico por quejarse. ?Qu¨¦ es lo que esos asus¨®rdenes de la Comunidad de Madrid se atreven a calificar de rotundamente falso? ?Que a los pacientes les han quitado la merienda? A falta de argumentos, volumen, deben de pensar, porque otras veces funciona; pero es una mala costumbre la que han adquirido muchos de nuestros pol¨ªticos, desde que descubrieron que la ret¨®rica es al discurso lo que la caja de resonancia a la guitarra, y se han dado cuenta de que cuanto m¨¢s huecas est¨¢n las palabras, m¨¢s suenan al golpearlas con un micr¨®fono. Aunque les d¨¦ lo mismo, porque es obvio que se lo da, lo cierto es que resulta muy irritante que hagan eso, por la dosis de evidente desprecio que siempre va en el lote de la negaci¨®n: al menos, si te molestas en buscar una disculpa, parecer¨¢s igual de mentiroso pero m¨¢s respetuoso.
El hecho de quitarles la merienda a los pacientes de La Paz no es que en s¨ª mismo parezca tan grave, pero s¨ª lo es como indicio de la forma en que algunos quieren salir de la crisis, que es quit¨¢ndole el chocolate al loro, y sobre todo es otra demostraci¨®n, que podemos poner en la lista, de que cuando los poderosos han errado el tiro lo solucionan pint¨¢ndoles una diana a los pobres cerca del coraz¨®n, a la altura de la cartera.
Juan Urbano y yo, que en estos precisos instantes, mientras ustedes leen esta columna, estamos jugando a las cartas en su habitaci¨®n de La Paz, creemos que el tel¨¦fono rojo deber¨ªa de sonar en el despacho de los que, otra vez, han pretendido culpar a perjudicados de los problemas que les causan y aplacarlos a voces, como tienen por costumbre, dado que la mayor parte de las veces su idea de la pol¨ªtica sigue siendo que no hay que convencer sino aplastar: no deja de ser sintom¨¢tico el modo en que, despu¨¦s de cualquier sesi¨®n parlamentaria, los peri¨®dicos publican una carrera de galgos, que es lo que parecen esas encuestas que intentan demostrar qu¨¦ candidato ha ganado el cara a cara, sobre todo porque se considera m¨¢s victorioso al que m¨¢s haya sabido ridiculizar al oponente, desarmarlo de un latigazo verbal. Naturalmente, no tengo ni que decir que le he tra¨ªdo a Juan un bocadillo, porque estaba muerto de hambre. No era un bocadillo rotundamente falso, sino de jam¨®n.
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