Un trono que vale una guerra
Cuando en una naci¨®n hay dos reyes luchando por el trono la guerra est¨¢ asegurada. El reino del rejoneo vive esa lucha por el mando del arte del toreo a caballo. Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura son dos cabezas para una corona y en Vitoria vivieron una nueva batalla, que desat¨® borbotones de alegr¨ªa en los espectadores.
Mientras en el toreo a pie cuesta un triunfo convertir la lidia en espect¨¢culo, en las tardes de rejoneo la diversi¨®n est¨¢ asegurada. Pero ayer al divertimento se le uni¨® el sentimiento, el arte y la torer¨ªa de dos jinetes que rayaron a un alto nivel. Si hubo petici¨®n de rabo para el navarro en el quinto, nadie se habr¨ªa sorprendido si Ventura hubiese paseado los m¨¢ximos trofeos en el sexto de haber matado a la primera.
MURUBE / BOH?RQUEZ, HERMOSO Y VENTURA
Seis toros de Murube. Desiguales de presentaci¨®n, pero que colaboraron, salvo el primero. El sexto fue premiado con la vuelta al ruedo.
Ferm¨ªn Boh¨®rquez: Tres pinchazos y medio rej¨®n (silencio) y rejonazo certero (oreja).
Pablo Hermoso de Mendoza: Rej¨®n casi entero (dos orejas) y rej¨®n trasero (dos orejas).
Diego Ventura: Pinchazo y rej¨®n (oreja) y dos pinchazos y rejonazo atravesado (dos orejas).
Salieron a hombros Hermoso, Ventura y el mayoral de Murube.
Plaza de Vitoria. 9 de agosto de 2010. Quinta de la feria de La Blanca. Casi lleno.
Pablo Hermoso y Diego Ventura ofrecieron un rejoneo de m¨¢ximo nivel
El trono pertenece a Hermoso de Mendoza, rey por derecho propio, reinventor de este arte y aut¨¦ntico torero a caballo. Lo dej¨® claro en el segundo de la tarde, cuando no tuvo problemas para imponerse a un toro distra¨ªdo que colabor¨® en banderillas con el navarro, si bien el doble trofeo fue exagerado.
Fue en el quinto cuando exhibi¨® su gran nivel. Abandon¨® los recursos para confeccionar una faena suave, sin tirones, todo a base de torear desde la silla. El de Murube estuvo remiso a colaborar en ocasiones, pero ah¨ª surgi¨® el mejor Hermoso. Las cortas a dos manos y el tel¨¦fono, con el codo sobre el testuz, de remate fue un gran broche para una faena cargada de torer¨ªa.
Hubo embestidas desde los pechos hasta la cola, que parecieron muletazos del mejor calibre.
El pr¨ªncipe es Diego Ventura. Preparado para llevar la corona cuando quiera, se mostr¨® nervioso en su primero. El navarro ten¨ªa dos orejas y aquella batalla parec¨ªa desequilibrarse muy pronto. Adem¨¢s, fall¨® en sus primeros encuentros a la hora de clavar los rejones de castigo. A partir de ah¨ª fue acelerado y quiso m¨¢s que hizo.
Su asalto al trono lleg¨® en el sexto, un gran toro de Murube, que siempre fue a m¨¢s hasta cuajar un tercio de banderillas de ensue?o. Sali¨® otro Ventura, m¨¢s pausado, acerc¨¢ndose al toro con mejor trato. Apareci¨® Nazar¨ª en el ruedo, un casta?o lusitano que record¨® a los mejores toreros, y se par¨® el tiempo cuando dio una vuelta al ruedo con los cuernos del toro ligados al estribo de Ventura. El rumor del p¨²blico sub¨ªa de tono seg¨²n avanzaba el recorrido, que pareci¨® interminable. Fue un momento que no se borrar¨¢ de la memoria de los presentes; est¨¢ grabado con el sello del arte.
Pero quedaba Distinto para desatar la locura con m¨¢s farpas y el riesgo de las banderillas cortas a lomos de Califa. Los tendidos llegaron a levantarse hasta en cuatro ocasiones de una forma casi un¨¢nime. Pero sin carreras f¨¢ciles, todo con armon¨ªa. El rabo era suyo, pero pinch¨® y a¨²n as¨ª pase¨® dos orejas junto al mayoral de la ganader¨ªa de Murube.
Dos reyes en pos de un trono. Una batalla esperada que se libr¨® en Vitoria y dos vencedores, pero sobre todo quien sali¨® ganando fue el p¨²blico. Hubo arte grande, el que se graba en la memoria.
Abri¨® el festejo Ferm¨ªn Boh¨®rquez. Tuvo el peor lote y s¨®lo pudo brillar en las banderillas de su segundo astado, al que mat¨® bien.
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