De Kabul a ?taca
Se ha iniciado el repliegue de las tropas estadounidenses de Afganist¨¢n. La transferencia de responsabilidades al Gobierno de Karzai se completar¨¢ en 2014. Ahora, el objetivo es consolidar la estabilidad y la seguridad
Durante a?os, la m¨ªnima menci¨®n a la retirada del escenario afgano ha producido sarpullidos, pero desde que el presidente Obama anunciara en diciembre de 2009 que las tropas estadounidenses comenzar¨ªan su repliegue en julio de 2011, la retirada parece una realidad cada vez m¨¢s cercana y aceptada. El comunicado de la Conferencia Internacional de Kabul celebrada en julio, confirm¨® que la comunidad internacional se prepara para la salida y la progresiva transferencia de responsabilidades al Gobierno de Karzai que asumir¨¢ previsiblemente el control completo de la seguridad del pa¨ªs en 2014.
Una vez abandonado el proyecto de construcci¨®n del Estado en may¨²sculas, el renovado pero no menos complicado objetivo de la comunidad internacional es la consolidaci¨®n de un Afganist¨¢n m¨ªnimamente estable que garantice la seguridad sostenible de sus ciudadanos, sus vecinos y, por extensi¨®n, la nuestra. En este sentido, el ¨¦xito sigue siendo posible, siempre y cuando el futuro repliegue se gestione de forma responsable y con el apoyo activo y constructivo del Gobierno de Kabul y sus vecinos.
Karzai ha tejido un complejo entramado de alianzas con India, Ir¨¢n, Pakist¨¢n, China y Rusia
Los talibanes deben aceptar la Constituci¨®n, respetar los derechos humanos y romper con Al Qaeda
El fin progresivo de la campa?a militar es un elemento intr¨ªnseco de la misi¨®n que emprendimos hace casi una d¨¦cada, que si bien hace tiempo asumimos requerir¨ªa a?os, nunca se pretendi¨® que conllevase un despliegue indefinido de tropas. No olvidemos que m¨¢s all¨¢ del desmantelamiento de las bases operativas de Al Qaeda -que dicho sea de paso se han trasladado en su mayor¨ªa a Pakist¨¢n- el mandato de la misi¨®n prev¨¦ la creaci¨®n de un espacio de seguridad que permita la consolidaci¨®n de la autoridad del Gobierno afgano en las provincias. De este objetivo se deduce la temporalidad de la presencia militar internacional y la progresiva afganizaci¨®n de la seguridad. De ¨¦l tambi¨¦n se deriva el compromiso a m¨¢s largo plazo, de contribuir a la estabilidad y reconstrucci¨®n del pa¨ªs por medios no militares partiendo de la premisa de que no habr¨¢ seguridad sin desarrollo ni desarrollo sin seguridad.
En los pr¨®ximos cuatro a?os no asistiremos previsiblemente a un repliegue militar masivo y repentino sino a una transformaci¨®n paulatina de la naturaleza y enfoque de la intervenci¨®n. El desarrollo de una econom¨ªa sostenible, la lucha contra la corrupci¨®n y la formaci¨®n de las fuerzas de seguridad se consolidar¨¢n como los pilares de la estrategia de transferencia de responsabilidades. Esta ¨²ltima tarea ser¨¢ cr¨ªtica para el repliegue, ya que de poco servir¨¢n los logros militares, si el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa afganas no son capaces de ejercer el control del territorio.
El incremento de tropas aprobado por Espa?a en enero va precisamente en esta l¨ªnea y pretende acelerar las tareas de formaci¨®n de las fuerzas de seguridad de cuya capacidad de asumir la seguridad y velar por la continuidad del desarrollo de la provincia de Badghis depende en gran medida el futuro repliegue de nuestras tropas. En t¨¦rminos generales, la dificultad reside menos, que tambi¨¦n, en alcanzar el objetivo de una fuerza combinada de 305.000 hombres en 2011, como en asegurarse de que esta cuente con la capacidad operativa aut¨®noma necesaria. En cuanto a la contribuci¨®n a la reconstrucci¨®n y desarrollo, deber¨¢ mantenerse m¨¢s all¨¢ del horizonte de 2014 y se canalizar¨¢ crecientemente a trav¨¦s del Gobierno de Kabul. Para ello ser¨¢ necesario consolidar la capacidad de la Administraci¨®n afgana y la lucha efectiva contra la corrupci¨®n, a trav¨¦s, entre otros, de un mayor despliegue de expertos y mentores civiles.
El anuncio de la retirada ha tenido y tendr¨¢ asimismo consecuencias directas en los c¨¢lculos estrat¨¦gicos dentro y fuera de Afganist¨¢n. Ante las crecientes cr¨ªticas de sus socios occidentales, en particular en lo referente a la corrupci¨®n rampante en la Administraci¨®n y los controvertidos resultados de las elecciones presidenciales de 2009, Karzai se ha distanciado en el ¨²ltimo a?o de sus socios de la OTAN manteniendo un discurso antioccidental de consumo interno y consolidando sus apoyos regionales. Esta tendencia se ha exacerbado ante la perspectiva de la salida de las topas de la Alianza. El presidente afgano ha tejido un complejo, y a veces contradictorio, entramado de alianzas que incorpora tanto a amigos naturales como India -que ha contribuido con m¨¢s de 1.200 millones de d¨®lares a la reconstrucci¨®n del pa¨ªs- como a Pakist¨¢n -que se ha ofrecido a formar a oficiales afganos-, desde cuyo territorio operan los talibanes afganos y otros grupos insurgentes que representan una pieza esencial de la estrategia paquistan¨ª para el control de Afganist¨¢n como espacio necesario en la lucha contra India. El anuncio de la retirada no ha facilitado el distanciamiento de Islamabad de su hist¨®ricamente ambigua relaci¨®n con estos grupos en la medida en la que considera necesario mantener todas las opciones abiertas de cara a la retirada de la OTAN. La gesti¨®n del compromiso reticente de Pakist¨¢n en la lucha contra los talibanes ser¨¢ cr¨ªtica en los a?os venideros. Por otro lado, el aumento de intercambios comerciales con China, en especial aquellos relacionados con la explotaci¨®n de recursos naturales, y la creciente cercan¨ªa con Rusia en lo referente a la venta de armas, completan este complejo entramado de alianzas en el que Ir¨¢n y las rep¨²blicas centroasi¨¢ticas jugar¨¢n asimismo un papel cada vez m¨¢s relevante conforme se consolida un escenario de repliegue paulatino de la OTAN.
Los talibanes no son ajenos a este proceso de (re)configuraci¨®n del nuevo escenario afgano. Pese a su reticencia a negociar desde la posici¨®n de fuerza de la que disfrutan y su convicci¨®n de que la victoria ser¨¢ eventualmente suya si resisten lo suficiente, el movimiento ha mostrado algunos signos de apertura al di¨¢logo. Karzai, consciente de la necesidad de un proceso de reconciliaci¨®n para asegurar la paz a medio plazo, puso sobre la mesa una propuesta que se aprob¨® durante la Gran Asamblea de Paz celebrada el pasado mes de junio. El proceso pretende, por un lado, abrir una v¨ªa de di¨¢logo con la c¨²pula de los talibanes y, por otro, la reintegraci¨®n de los cuadros medios y soldados rasos (36.000) a la vida civil a trav¨¦s de la creaci¨®n de empleo financiado por un fondo de 800 millones de d¨®lares. Si bien la idea de reintegraci¨®n est¨¢ ampliamente aceptada, la reconciliaci¨®n -l¨¦ase di¨¢logo pol¨ªtico- sigue siendo un tema controvertido.
La posici¨®n mayoritaria en Occidente, apoyada por los afganos, es que las negociaciones han de estar supeditadas de forma taxativa a la aceptaci¨®n por parte de los talibanes de la Constituci¨®n, el respeto a los derechos humanos y la ruptura de lazos con Al Qaeda. Tan solo la participaci¨®n de Estados Unidos en el proceso garantizar¨ªa seg¨²n la poblaci¨®n afgana -en particular las minor¨ªas tayikas, uzbekas y hazaras- que Karzai no haga concesiones en detrimento de los derechos e intereses de los ciudadanos. Entretanto, los habitantes de las provincias controladas por la insurgencia han optado por limitar la colaboraci¨®n con la ISAF por miedo a futuras represalias tras la partida de las tropas internacionales, lo que dificulta o retrasa la ofensiva de verano.
La idea de que la estabilidad a medio y largo plazo pasa entre otras, por una resoluci¨®n dialogada como opci¨®n complementaria a los esfuerzos militares est¨¢ cada vez m¨¢s aceptada. Pero esta solo ser¨¢ viable y recibir¨¢ el apoyo de los afganos y sus vecinos si la comunidad internacional y Kabul ponen los medios para garantizar que las opciones propuestas como alternativa al proyecto pol¨ªtico y de vida de los talibanes son sostenibles en el tiempo y garantizan los derechos y la prosperidad de la poblaci¨®n.
Salir de Afganist¨¢n s¨ª, pero de forma responsable. La decisi¨®n de poner fin a la odisea afgana y dejar de lado el proyecto de hacer del pa¨ªs un "Valhala centroasi¨¢tico" -como se?al¨® en su d¨ªa el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates- es realista y adaptada a las condiciones adversas en el terreno pero no nos exime de nuestra responsabilidad de proveer al pa¨ªs de los medios para asegurar su estabilidad y prosperidad a medio y largo plazo, eso s¨ª, crecientemente desde la distancia. No hay duda, el viaje de regreso a ?taca ser¨¢ todav¨ªa largo y arduo.
Gabriel Reyes es coordinador de Proyectos del Programa de Oriente Medio y del Mediterr¨¢neo en el Centro Internacional de Toledo para la Paz (CITpax).
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