Dios es verde
Margaret Atwood (Canad¨¢, 1939) vivi¨® su infancia entre los bosques umbr¨ªos del norte de Canad¨¢, en la temporada c¨¢lida del a?o, y la ciudad, en la temporada fr¨ªa. Su padre era zo¨®logo y se hab¨ªa especializado en entomolog¨ªa forestal. La madre, que era nutricionista, y los tres hijos le segu¨ªan del bosque a la ciudad y de la ciudad al bosque. En esa doble vida est¨¢ el germen de algunas constantes de su literatura: el amor por la naturaleza, la preocupaci¨®n por la supervivencia del planeta, su inquietud por el destino del hombre. ?Qu¨¦ le est¨¢ pasando a nuestro mundo? ?Qu¨¦ podemos hacer para detener el da?o? ?Cu¨¢nto tiempo nos queda? El a?o del diluvio, su ¨²ltima novela, transcurre en un futuro posapocal¨ªptico, escenario que comparte con dos novelas anteriores: El cuento de la criada y Oryx y Crake. Ficci¨®n especulativa, as¨ª las define Atwood, candidata al Nobel, ganadora de los galardones m¨¢s prestigiosos y Premio Pr¨ªncipe de Asturias en 2008. El a?o del diluvio es una distop¨ªa sat¨ªrica, tan ingeniosa como inquietante. Lo que te cuento te divertir¨¢, parece decir la autora, pero presta atenci¨®n, pues puede suceder pronto o quiz¨¢ ha sucedido ya. Y al ver a Atwood, con su melena rizada blanca, sus brillantes ojos verdes y sus p¨®mulos marcados, es imposible no pensar en una pitonisa.
El a?o del diluvio
Margaret Atwood
Traducci¨®n de Javier Guerrero
Bruguera. Barcelona, 2010
592 p¨¢ginas. 20 euros
El desolador futuro que inventa Atwood proyecta una imagen posible del desolador futuro que dibuja nuestra realidad
El a?o del diluvio empieza en el a?o 25, tras el estallido de una epidemia que casi aniquila a la humanidad. Entre los escasos supervivientes hay dos mujeres, Toby y Ren, antiguos miembros de una secta religiosa llamada Los Jardineros de Dios. Aunque no se especifica la ¨¦poca ni el lugar, el escenario parece ser Estados Unidos o Canad¨¢ y el tiempo, un futuro no demasiado lejano. La novela intercala el presente de ambas mujeres, extremadamente vulnerables en un mundo de depredadores desconocidos y gen¨¦ticamente manipulados, con flashbacks de sus vidas durante los 20 a?os que precedieron al desastre y con los asombrosos sermones de los Jardineros de Dios.
Aunque no se trata de una continuaci¨®n de Oryx y Crake, algunos personajes de aquella novela est¨¢n en El a?o del diluvio, al igual que Los Jardineros y las Corporaciones. No hay menci¨®n a ning¨²n Gobierno nacional; las Corporaciones y su fuerza de seguridad, Corpsegur, controlan la pol¨ªtica, la ciencia y la tecnolog¨ªa. Los ricos viven en lujosas urbanizaciones cerradas y protegidas, mientras que las ciudades se han convertido en una sucesi¨®n de guetos habitados por mafias, bandas y extremistas religiosos. El hombre destruye el planeta al mismo tiempo que crea nuevas especies, como ovejas con pelo humano de colores, cerdos con tejido cerebral humano e h¨ªbridos como el leonero, que con sus ojos de cordero y sus afilados colmillos de le¨®n, simboliza el mundo dise?ado por las Corporaciones.
En v¨ªsperas de los cataclismos proliferan las religiones que anuncian el Fin del Mundo. Entre ellas destaca la de Los Jardineros de Dios, que cultivan jardines en las azoteas y predican una interpretaci¨®n "verde" de la Biblia. Ya no son pescadores quienes siguen al Mes¨ªas, sino ecologistas veganos. Los Jardineros poseen un l¨ªder -a quien se refieren como Ad¨¢n Uno-, ap¨®stoles -Adanes y Evas con sucesivas numeraciones- y fieles. Tienen su santoral -San Jacques Cousteau, Santa Dian Fossey, San Chico Mendes...-, y tambi¨¦n sus Madalenas y sus Judas Iscariote.
Al leer El a?o del diluvio es imposible no pensar en otras profec¨ªas literarias apocal¨ªpticas: La carretera, de McCarthy; Un mundo feliz, de Huxley; 1984, de Orwell; Fahrenheit 451, de Bradbury... Y, por supuesto, la Biblia con su gran libro sobre la destrucci¨®n que aniquilar¨¢ a la humanidad como castigo a sus pecados: el Apocalipsis. Cada una de estas obras aporta una visi¨®n ¨²nica sobre el fin del mundo: nihilista y cruel, la de McCarthy; hedonista, la de Huxley, totalitaria, las de Orwell y Bradbury. La gran aportaci¨®n de Margaret Atwood en El a?o del diluvio es su teolog¨ªa del futuro, una ecoteolog¨ªa extrema y extravagante, rica en s¨ªmbolos, que ha convertido la defensa de la naturaleza en la ¨²nica v¨ªa posible para evitar la destrucci¨®n del ser humano. Los Jardineros de Dios, dibujados con burla y afecto, son una invenci¨®n memorable.
"En su libro El instinto del arte, Denis Dutton afirma que nuestro inter¨¦s en la narrativa naci¨® en el largo periodo que permanecimos en el Pleistoceno, pues cualquier especie con la capacidad de contar historias que relacionen el pasado y el futuro tiene una posibilidad de evolucionar", cuenta Atwood en su web. "?Habr¨¢ un cocodrilo en el r¨ªo ma?ana como hab¨ªa el a?o pasado? Porque si lo hay, mejor no voy. Las ficciones especulativas acerca del futuro, como El a?o del diluvio, son narrativas de ese tipo. ?D¨®nde estar¨¢n los cocodrilos? ?C¨®mo los evitaremos? ?Cu¨¢les son nuestras posibilidades?".
La novela de Atwood no es una historia alegre, aunque s¨ª ir¨®nica, inteligente y, a pesar de la violencia que describe, divertida. La s¨¢tira siempre ha sido uno de los puntos fuertes de la escritora canadiense. "Es lo que hago", escribe en su ¨²ltimo libro de poemas, La puerta (Bruguera): "Cuento oscuras historias / antes y despu¨¦s de que se cumplan". El desolador futuro que inventa Atwood proyecta una imagen posible del desolador futuro que dibuja nuestra realidad. Mientras lees El a?o del diluvio te oyes re¨ªr, pero el sonido de la risa recuerda demasiado a la hilaridad nerviosa que provoca el miedo.
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