Tras la prohibici¨®n, toros y fuego
El Ebro reivindica los 'correbous', unos festejos que son tolerados a pesar del veto del Parlament a las corridas
Amposta (Montsi¨¤) est¨¢ a punto de regalarse la primera de las 42 sesiones de correbous en un a?o complejo para las corridas en Catalu?a. "?Quieren prohibirlo? Pues reivindicamos el festejo", celebra Ramon Canyades, un vecino que mientras aguarda el primer encierro insiste en que el toro todav¨ªa domina las emociones en los municipios del Ebro. Los dos mozos que ahora prenden fuego a las astas del animal, por ejemplo, ser¨¢n los m¨¢s codiciados en los flirteos juveniles de esta noche de s¨¢bado, la primera jornada de encierros de las fiestas de la localidad. Solo el adolescente de torso desnudo que ha quebrado una cercana embestida del animal podr¨¢ disputarles cierto protagonismo entre las chicas del lugar. Tras el encierro, algunos conocidos incluso brindan por la haza?a del aficionado junto a amigos y familiares. "Menudo valiente, como le ha doblado", recuerdan ya de madrugada.
Solo en Amposta, los encierros reunir¨¢n a entre 4.000 y 5.000 aficionados durante dos semanas, pero tambi¨¦n a decenas de curiosos que esperan conocer de primera mano la pol¨¦mica que rodea las fiestas tras el veto del Parlament a las corridas del pasado julio. Y Cristina Izquierdo, vecina de Barcelona, empieza a dudar cuando en su primer embolat descubre que se adhieren soportes a los cuernos del toro para que estos se enciendan como teas. "Nunca lo hab¨ªa visto y me deja un poco desorientada. No le veo sufrir pero tampoco me parece tolerable", se asombra mientras la fuente de luz que carga el animal ilumina la noche encapotada que recubre la plaza.
El asunto, a ojos de turistas y visitantes poco avezados, es muy complejo: el Parlament veta las corridas para atajar el maltrato a los animales, luego un pu?ado de esos parlamentarios recorren un centenar de kil¨®metros en direcci¨®n sur para unirse a jolgorios en los que toros atados con cuerdas y fuegos prendidos sobre la cabeza generan una fascinaci¨®n de regusto casi primitivo. "?Esto es lo que acaban de prohibir? No me extra?a", riza ya la cuesti¨®n Marianne Delphine, una francesa de Lille que pasa unos d¨ªas en la zona para presenciar la embrollada realidad catalana. Un amigo local intenta aclar¨¢rselo: los correbous infligen agresiones evidentes a los toros pero no alcanzan el maltrato mortal de las corridas y por ello est¨¢n protegidos por la Generalitat: PSC, CiU y ERC han garantizado su blindaje legal. "Pues vaya l¨ªo", resume la francesa.
"No vamos a entrar en el debate de si maltratamos a los animales o no, quieren manipular nuestra fiesta", se molesta Juan Barrena, a quien parece no gustarle mucho que se ponga en duda la moralidad de los encierros. Es un perfil abundante entre el aficionado local, aunque otra mayor¨ªa s¨ª participa del debate que humea desde hace semanas en el territorio. "?C¨®mo va a gustarle al animal que le prendan fuego?", admite Mar¨ªa Plaza, joven venida de Sant Carles de la R¨¤pita que espera el correbou entre patatas fritas y cervezas en un bar c¨¦ntrico de la localidad. "Los pol¨ªticos se han metido en un l¨ªo y ahora deben defender que hay distintos niveles de maltrato, unos aceptables y otros inaceptables", reflexiona su pareja. Ambos participan en estos encierros desde chiquillos y asumen que acusarles de maltrato es razonable.
En esa l¨ªnea, el PP y sectores sociales afines cargan contra la hipocres¨ªa de otros partidos. "Proh¨ªben las corridas espa?olas y defienden los correbous. Los catalanes s¨ª pueden maltratar al toro", resume esa frustraci¨®n Juan Lozano, aragon¨¦s indignado por lo que considera un doble rasero inaceptable. Para vecinos y pol¨ªticos del territorio, el contraste est¨¢ plagado de matices. "No puede compararse con las corridas, pero somos conscientes que la fiesta debe evolucionar para salvarse. Debemos garantizar el buen trato al animal", defiende Francesc Sancho, diputado del CiU que ha mamado la pasi¨®n por los correbous desde ni?o.
Mientras tanto, la fiesta y el animal proseguir¨¢n esta noche junto al ruedo, donde miles de aficionados aguardar¨¢n a que los mozos prendan las antorchas montadas sobre las astas. En esta tradici¨®n, relata el vecino Canyades a un sorprendido grupo de alemanes, los j¨®venes que m¨¢s azucen al toro ser¨¢n los m¨¢s buscados en los cortejos de la noche.
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