Intereses en conflicto cibern¨¦tico
La petici¨®n de tres Gobiernos para que la empresa que fabrica BlackBerry abra sus servidores ha resucitado una pol¨¦mica que ya enfrent¨® a China con Google
La pretensi¨®n de Gobiernos como los de India y Arabia Saud¨ª para que empresas tecnol¨®gicas abran sus servidores, y de esta manera poder espiar las comunicaciones de sus ciudadanos ha reabierto una pol¨¦mica que ya enfrent¨® a China y a Google en enero. ?Tienen los gobernantes derecho a exigir que empresas extranjeras se adapten a las normas que imponen para proteger lo que definen como seguridad nacional? Y, ?qu¨¦ prima, la seguridad nacional o el derecho a la intimidad en la Red? ?D¨®nde acaba la lucha contra el cibercrimen y comienza el espionaje indiscriminado?
El debate se ha centrado, en esta ocasi¨®n, en los tel¨¦fonos BlackBerry, c¨¦lebres por la extrema seguridad que ofrecen a sus clientes. Han llegado a ser el dispositivo preferido del mism¨ªsimo comandante en jefe norteamericano, Barack Obama. Durante su campa?a electoral, ya mostr¨® un apego especial por este dispositivo. Cuando gan¨® las elecciones, quiso qued¨¢rselo, siendo el primer presidente de Estados Unidos que usa el correo electr¨®nico. Aquello plante¨® dudas y se convirti¨® en un tema de debate nacional. La Casa Blanca tuvo que consultar a diversos asesores en materia de tecnolog¨ªa y legislaci¨®n para establecer si la Ley de Libertad de Informaci¨®n se lo permit¨ªa.
La BlackBerry ofrece uno de los sistemas m¨¢s seguros de codificaci¨®n
Agrupaciones de internautas critican la petici¨®n de esos Estados
Finalmente, recibi¨® luz verde con la condici¨®n de que todos sus mensajes, cifrados, queden en unos servidores de los que ser¨¢n recuperados y publicados a?os despu¨¦s de que abandone el despacho oval. Uno de los motivos por los que se le permiti¨® quedarse con el tel¨¦fono, es que la BlackBerry ofrece uno de los sistemas m¨¢s seguros de codificaci¨®n de mensajes que hay en el mercado. Para un presidente, eso es una ventaja. Pero ?qu¨¦ sucede cuando se quiere usar ese secretismo para fines criminales?
Es lo que ahora plantean pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes Unidos e India. Los tres han pedido a Research in Motion (RIM), fabricante de BlackBerry, que les permita acceder a sus servidores por motivos de seguridad nacional. Estados Unidos se ve en este momento en un dilema. La Administraci¨®n Obama, diplom¨¢ticamente, ha defendido en reiteradas ocasiones la necesidad de proteger la privacidad de los internautas. Pero las agencias de seguridad nacionales esp¨ªan, de hecho, a sospechosos de terrorismo. Ahora, esos pa¨ªses, algunos de los cuales no son democr¨¢ticos, quieren el mismo tipo de acceso a las comunicaciones almacenadas en servidores de EE UU o Canad¨¢.
India, que es la democracia m¨¢s poblada del mundo y que recientemente ampli¨® su petici¨®n de acceso indiscriminado tambi¨¦n a los servidores de otras empresas como Google o Skype, alega que los atentados terroristas de 2008 contra Bombay -en los que murieron 173 personas- fueron coordinados desde Pakist¨¢n por terroristas que usaron este tipo de tel¨¦fonos. Tras aquellos atentados, el Gobierno impuls¨® una nueva legislaci¨®n que le confiere la capacidad de interceptar cualquier comunicaci¨®n tecnol¨®gica si sospecha que existe riesgo para la seguridad nacional.
As¨ª, alegando graves riesgos para el pa¨ªs, India ha dado a RIM el 31 de agosto como fecha l¨ªmite para cumplir con sus exigencias. "Solo queremos acceso a la informaci¨®n codificada bajo ciertas circunstancias", explic¨® el pasado 5 de agosto el ministro de Comunicaciones de ese pa¨ªs, Sachin Pilot, en conferencia de prensa. "Cuando afecte a nuestra seguridad, cuando sea utilizado para actividades antinacionales, cuando pensemos que se puede manipular esos servicios para da?ar a nuestra naci¨®n. Pero de ning¨²n modo, el Gobierno de India quiere espiar las conversaciones de los ciudadanos o invadir la privacidad de los individuos".
Por su parte, Arabia Saud¨ª lleg¨® a ordenar a principios de agosto a los proveedores de telefon¨ªa e Internet que suspendieran su servicio en blackberrys, hasta que lleg¨® a un acuerdo, cuyos t¨¦rminos no ha revelado, con los gerentes de RIM. Los Emiratos ?rabes Unidos han anunciado que prohibir¨¢n el uso del correo electr¨®nico, mensajer¨ªa instant¨¢nea y navegaci¨®n por Internet en blackberrys que se encuentren en su territorio nacional, usando sus redes. Indonesia ha exigido a sus fabricantes que ubiquen servidores en su pa¨ªs para que las autoridades puedan tener acceso ilimitado a ellos.
RIM utiliza unos complejos c¨®digos para codificar los mensajes de correo que navegan desde los propios tel¨¦fonos hasta un servidor conocido como BlackBerry Enterprise Server. Solo hay dos formas de descodificar esos mensajes: con claves que se encuentran en los mismos dispositivos telef¨®nicos o en el servidor BlackBerry de cada empresa. Para complicar m¨¢s a¨²n el asunto, RIM, el fabricante, asegura que no dispone de una llave maestra que le permita conocer todas esas claves y descifrar todos los mensajes que pululan por la ingente red BlackBerry.
Por supuesto, existen diversos grados de sofisticaci¨®n en la encriptaci¨®n de los mensajes de estos tel¨¦fonos. Los usuarios que se compran uno de estos dispositivos para su uso personal en una tienda de telefon¨ªa pueden cifrar sus mensajes, pero su codificaci¨®n no es tan potente como la que tienen las grandes empresas que adquieren su propio servidor BlackBerry.
Lo que ha convertido estos tel¨¦fonos en un modelo de protecci¨®n de las comunicaciones de sus clientes es la forma de transmitir los mensajes: todos pasan directamente por sus propios centros de datos, situados, por lo general, en Canad¨¢, que es donde se encuentra la sede de la empresa RIM. Ning¨²n otro fabricante de servicios de telefon¨ªa m¨®vil -ni Nokia, ni Apple, ni Google- funciona de ese modo.
Muchas agrupaciones de internautas y de defensa de las libertades civiles han puesto el grito en el cielo ante las peticiones de India o Arabia Saud¨ª. "La ret¨®rica de esos Gobiernos, que aseguran que deben tener una puerta de entrada a todas las comunicaciones, es alarmante", asegura Seth Schoen, de la Electronic Frontier Foundation. "Nos recuerda a una situaci¨®n similar en Norteam¨¦rica en los noventa, cuando el Gobierno federal buscaba alejar instrumentos criptogr¨¢ficos del p¨²blico general para facilitar su propio acceso a los productos de comunicaci¨®n".
Aquellas viejas batallas se recuerdan en jerga cibern¨¦tica como "las criptoguerras". En aquellos a?os, la incipiente comunidad de cibernautas libr¨® una batalla contra el presidente Bill Clinton y su intenci¨®n de que la industria tecnol¨®gica en general instalara en los dispositivos que comercializaba un peque?o chip conocido como Clipper, que era en realidad un sistema de control y de descodificaci¨®n a merced del Gobierno.
Ante la negativa generalizada, la Casa Blanca recurri¨® a una segunda estrategia: imponer un sistema de custodia de claves. Es decir, que todas las empresas de tecnolog¨ªa pusieran las claves de codificaci¨®n de sus dispositivos en manos de una entidad ajena, que podr¨ªa facilit¨¢rselas al FBI si este las requer¨ªa por motivos justificados. A mediados de aquella ¨¦poca lleg¨® a llevar a juicio al cient¨ªfico Philip R. Zimmerman, creador del software de codificaci¨®n y seguridad de correos electr¨®nicos m¨¢s usado del mundo: PGP, siglas en ingl¨¦s de Muy Buena Seguridad.
Zimmerman hab¨ªa colgado su programa de codificaci¨®n en una p¨¢gina web, violando seg¨²n el Gobierno una ley norteamericana que prohib¨ªa la exportaci¨®n a otros pa¨ªses de software que permitiera proteger comunicaciones, con la intenci¨®n de no conceder ventajas tecnol¨®gicas a pa¨ªses enemigos o grupos terroristas. En aquella ¨¦poca, 1995, una revista como Newsweek se preguntaba en un reportaje: "?Es la privacidad buena o mala?".
A pesar de que las criptoguerras acabaron sin vencedores ni vencidos, el Gobierno estadounidense parece no tener todav¨ªa muy clara la respuesta a esa pregunta. La Agencia de Seguridad Nacional de EE UU puede pedir y pide las claves de cifrado de cualquier comunicaci¨®n tecnol¨®gica en el pa¨ªs, cuando detecte riesgo para la seguridad nacional y, desde hace unos a?os, siempre con una orden judicial de por medio (durante los a?os de presidencia de George Bush hubo un buen n¨²mero de escuchas sin permiso judicial previo).
A principios de mes, los l¨ªderes del Departamento de Estado estadounidense se reunieron con varios representantes de RIM, que les informaron secretamente de a qu¨¦ acuerdos han llegado con los pa¨ªses extranjeros, entre ellos Arabia Saud¨ª. Ante las m¨²ltiples preguntas, a lo largo de diversos d¨ªas, los portavoces de la diplomacia estadounidense poco tuvieron que decir. "Lo que nos explicaron es que creen que, generalizando un poco, puede haber soluciones pa¨ªs a pa¨ªs, para que puedan responder satisfactoriamente a las dudas que les plantean las autoridades y actuar de acuerdo con las regulaciones de seguridad", dijo el pasado 10 de agosto Philip Crowley, el portavoz de la secretaria Hillary Clinton. "Reconocemos que hay intereses en conflicto y es importante encontrar soluciones de consenso".
Los analistas interpretan la referencia a los "intereses en conflicto" como una muestra de que EE UU no puede criticar a reg¨ªmenes autoritarios como Arabia Saud¨ª o Emiratos ?rabes por exigir a RIM lo que se hace en su propio pa¨ªs. Es una cuesti¨®n de diplomacia. Esas "soluciones pa¨ªs a pa¨ªs" de las que habla Crowley pasan, sin embargo, por un cambio en las pr¨¢cticas empresariales de BlackBerry.
"B¨¢sicamente, parece que RIM se ha comprometido con el Gobierno saud¨ª a instalar servidores en el pa¨ªs, para que sea la legislaci¨®n nacional la que predomine", explica Richard Bennett, investigador en la Fundaci¨®n para la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n Informativa. "Hasta la fecha, sus servidores estaban en Canad¨¢. Esa es su forma de operar. Y la legislaci¨®n canadiense no les permite, aunque quisieran, ofrecer esas claves al Gobierno saud¨ª. Al trasladar los servidores a aquel pa¨ªs, ya pueden someterse a la legalidad que rige para sus clientes, sin conflictos con las autoridades canadienses".
Esto, para muchos analistas, supone un problema. "Puede que Arabia Saud¨ª e India sean mercados grandes, en los que conviene tener servidores con tal de no perder un buen n¨²mero de ingresos", a?ade Bennett. "Pero ?qu¨¦ suceder¨¢ si pa¨ªses m¨¢s peque?os solicitan un paso similar? En mercados m¨¢s peque?os, por ejemplo, como El Salvador o Costa Rica, puede que a RIM no le convenga establecer servidores locales, por lo que la ¨²nica opci¨®n, para no violar la ley canadiense, ser¨ªa dejar el mercado completamente, con lo que el que sale peor parado es el cliente".
Y plantea, a¨²n, otro problema mucho mayor para las empresas tecnol¨®gicas radicadas en Norteam¨¦rica: ?Con qu¨¦ pa¨ªses hay que colaborar y con cu¨¢les no? El Gobierno de Estados Unidos apoy¨® visiblemente a Google en su plant¨®n a China, cuando, citando un oscuro ataque cibern¨¦tico, decidi¨® dejar de censurarse para los internautas de aquel pa¨ªs en enero. Algo que ha acabado con un fino ejercicio de equilibrismo empresarial, con el tr¨¢fico del buscador desviado a una p¨¢gina en Hong Kong.
Muchos congresistas han sido muy cr¨ªticos con lo que han llamado falta de libertades civiles cibern¨¦ticas en China. Este mes, los problemas de BlackBerry no han sido objeto de ning¨²n comunicado ni de un solo debate extraparlamentario.
Las agrupaciones de derechos civiles critican este doble rasero. "Despu¨¦s del 11 de septiembre, EE UU abandon¨® su firme compromiso con la privacidad y con los adecuados procedimientos legales, espiando sin previa orden judicial. Ahora est¨¢n facilitando que los Emiratos ?rabes Unidos y China aleguen que sus peticiones y pr¨¢cticas de control de las comunicaciones son similares a las de EE UU", explica Joshua Gruenspecht, abogado del Centro para la Democracia y la Tecnolog¨ªa. "A principios de a?o, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, prometi¨® que EE UU volver¨ªa a ser un l¨ªder en privacidad online y en libertad de expresi¨®n".
De hecho, en su ya c¨¦lebre discurso sobre los derechos en la Red, Clinton dijo en enero: "Debemos evitar que aquellos que usan Internet para reclutar a terroristas o distribuir propiedad intelectual pirateada sean capaces de separar sus actividades online de sus verdaderas identidades. Pero desaf¨ªos como ese no pueden ser una excusa para que los Gobiernos violen sistem¨¢ticamente los derechos y la privacidad de aquellos que usan la Red para prop¨®sitos pol¨ªticos pac¨ªficos". Por eso, a muchos les ha extra?ado que EE UU no haya dicho todav¨ªa nada claro sobre los recientes problemas de BlackBerry en otros pa¨ªses.
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