Comprender el 'impasse' clim¨¢tico
Todas las se?ales sugieren que el planeta sigue dirigi¨¦ndose en l¨ªnea recta al desastre clim¨¢tico. La Administraci¨®n Nacional Oceanogr¨¢fica y Atmosf¨¦rica de Estados Unidos ha publicado su Informe del estado del clima, que cubre de enero a mayo. Los primeros cinco meses de este a?o fueron los m¨¢s c¨¢lidos de los que se tiene registro desde 1880. Este mayo fue el m¨¢s c¨¢lido de la historia. En la actualidad, varias partes del mundo est¨¢n siendo afectadas por intensas olas de calor. Y, sin embargo, todav¨ªa no tomamos medidas eficaces.
Hay varias razones para ello y tenemos que comprenderlas para salir del punto muerto en que nos encontramos. En primer lugar, el reto econ¨®mico del cambio clim¨¢tico causado por las actividades humanas es verdaderamente complejo. Este cambio surge de dos fuentes principales de emisiones de gases de efecto invernadero [principalmente di¨®xido de carbono, metano y ¨®xido nitroso]: el uso de combustibles f¨®siles para generar energ¨ªa y las actividades agr¨ªcolas, lo que incluye la deforestaci¨®n para crear nuevas tierras de cultivo y pastoreo.
La naturaleza nos est¨¢ diciendo que nuestro actual modelo econ¨®mico es peligroso y suicida
No es tarea peque?a cambiar los sistemas energ¨¦ticos y agr¨ªcolas del mundo. No basta con agitar los brazos y declarar que el cambio clim¨¢tico es una emergencia. Necesitamos contar con una estrategia pr¨¢ctica para reestructurar dos sectores econ¨®micos centrales para la econom¨ªa global y que involucran a la poblaci¨®n de todo el mundo.
El segundo desaf¨ªo importante al abordar el cambio clim¨¢tico es la complejidad de la ciencia misma. La comprensi¨®n actual del clima de la Tierra y del componente causado por el hombre es resultado de un trabajo cient¨ªfico extremadamente complejo del que forman parte miles de cient¨ªficos de todo el mundo. Esta comprensi¨®n cient¨ªfica es incompleta y sigue habiendo incertidumbres significativas acerca de las magnitudes, los marcos temporales y los peligros precisos del cambio clim¨¢tico.
Naturalmente, a la opini¨®n p¨²blica le resulta dif¨ªcil entender y digerir toda esta complejidad e incertidumbre, especialmente porque los cambios en el clima est¨¢n ocurriendo en un marco de d¨¦cadas y siglos, m¨¢s que meses y a?os. M¨¢s a¨²n, de a?o en a?o e incluso de d¨¦cada en d¨¦cada las variaciones naturales en el clima se mezclan con el cambio clim¨¢tico causado por el hombre, lo que hace todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil determinar espec¨ªficamente el da?o que generamos.
Esto ha dado origen a un tercer problema al abordar el cambio clim¨¢tico, que procede de una combinaci¨®n de importantes implicancias econ¨®micas del problema y la incertidumbre que lo rodea: la brutal y destructiva campa?a contra la ciencia por parte de poderosos intereses creados e ideolog¨ªas, que al parecer apuntan a crear una atm¨®sfera de ignorancia y confusi¨®n.
The Wall Street Journal, por ejemplo, el m¨¢s importante peri¨®dico de negocios de Estados Unidos, ha emprendido desde hace d¨¦cadas una virulenta campa?a contra la ciencia del clima. Quienes participan de ella no solo est¨¢n mal informados en lo cient¨ªfico, sino que no muestran inter¨¦s alguno por mejorar la manera en que se informan. Han declinado repetidos ofrecimientos de climat¨®logos para reunirse y debatir seriamente los temas.
Las grandes compa?¨ªas petroleras y otros grandes intereses corporativos tambi¨¦n forman parte de este juego y han financiado campa?as de descr¨¦dito de la ciencia del clima. Su m¨¦todo general ha sido exagerar sus incertidumbres y dejar la impresi¨®n de que los climat¨®logos son una pieza de una especie de conspiraci¨®n para asustar a la opini¨®n p¨²blica. Se trata de una acusaci¨®n absurda, y las acusaciones absurdas pueden concitar apoyo p¨²blico si se presentan en un formato h¨¢bil y bien financiado.
Si sumamos estos tres factores -el enorme reto econ¨®mico de reducir los gases de efecto invernadero, la complejidad de la ciencia del clima y las campa?as deliberadas por confundir al p¨²blico y desacreditar la ciencia-, llegamos a un cuarto problema que abarca a todo el resto: la falta de voluntad o incapacidad de los pol¨ªticos estadounidenses para formular una pol¨ªtica sensata acerca del cambio clim¨¢tico.
Estados Unidos tiene una responsabilidad desproporcionada por la inacci¨®n sobre el cambio clim¨¢tico, ya que durante mucho tiempo ha sido el mayor emisor de gases de efecto invernadero... hasta el a?o pasado, cuando China pas¨® a ocupar ese lugar. Incluso hoy, las emisiones estadounidenses per c¨¢pita son cuatro veces las de China. No obstante, y a pesar del papel central de EE UU en las emisiones globales, el Senado estadounidense no ha hecho nada al respecto desde la ratificaci¨®n del tratado de las Naciones Unidas sobre el cambio clim¨¢tico hace 16 a?os.
Cuando Barack Obama fue elegido presidente de Estados Unidos hubo un cierto espacio para la esperanza. Sin embargo, si bien parece claro que Obama quisiera avanzar sobre el asunto, hasta ahora ha seguido una estrategia fallida de negociar con senadores y sectores clave de la industria para intentar generar un acuerdo. Pero los grupos de intereses creados han dominado el proceso y Obama no ha podido dar pasos en la direcci¨®n necesaria.
La Administraci¨®n Obama deber¨ªa haber intentado -y todav¨ªa deber¨ªa hacerlo- un enfoque alternativo. En lugar de negociar con intereses creados en la trastienda de la Casa Blanca y el Congreso, Obama deber¨ªa presentar un plan coherente al pueblo estadounidense, proponiendo una s¨®lida estrategia para los pr¨®ximos 20 a?os tendente a reducir la dependencia de EE UU de los combustibles f¨®siles, realizar la conversi¨®n a veh¨ªculos el¨¦ctricos y expandir las fuentes de energ¨ªa no basadas en el carbono, como la energ¨ªa e¨®lica y la solar. Tras ello, deber¨ªa presentar un coste estimado para la implementaci¨®n de estos tres cambios en fases a lo largo del tiempo y demostrar que los costes ser¨ªan modestos en comparaci¨®n con los enormes beneficios.
Extra?amente, a pesar de ser un candidato del cambio, Obama no ha optado por presentar planes reales de acci¨®n para un cambio. Su Administraci¨®n est¨¢ cada vez m¨¢s enredada en la paralizante trampa de los grupos de intereses creados. Es dif¨ªcil decir si se trata de un resultado intencional, de manera que Obama y su partido puedan seguir movilizando grandes contribuciones de campa?a, o consecuencia de una mala toma de decisiones. Es posible que refleje un poco de ambos.
Lo que es claro es que, como resultado, estamos acerc¨¢ndonos peligrosamente al desastre. Y la naturaleza nos est¨¢ diciendo que nuestro actual modelo econ¨®mico es peligroso y suicida. A menos que encontremos un verdadero liderazgo global en los pr¨®ximos a?os, aprenderemos la lecci¨®n de las maneras m¨¢s duras posibles.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Econom¨ªa y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia. Adem¨¢s es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas sobre las metas de desarrollo del milenio. ? Project Syndicate, 2010. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.