Una llamada de atenci¨®n
Al hilo de la ya habitual puesta en escena veraniega del PP, esta vez en forma de quijotesca intervenci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en la ciudad aut¨®noma de Melilla, conviene abordar con visi¨®n la complejidad inherente a las relaciones hispano-marroqu¨ªes, propia de vecinos obligados a convivir por razones geogr¨¢ficas y a entenderse y cooperar para su mutuo beneficio.
En particular, resulta de inter¨¦s la cuesti¨®n que afecta a Ceuta y Melilla, plazas espa?olas y frontera exterior de la Uni¨®n Europea, m¨¢s all¨¢ de falsos alarmismos y de patriotismos de sal¨®n. La visi¨®n com¨²n a prevalecer por el bien de los ciudadanos de ambos pa¨ªses es la de trabajar juntos para lanzar definitivamente una pol¨ªtica de vecindad en los t¨¦rminos establecidos recientemente por la propia UE y el reino alau¨ª con el objetivo de transformar un escenario caracterizado por la desigualdad y la tibieza emprendedora en un polo de competitividad y desarrollo sostenible.
Espa?a debe tener una estrategia para consolidar en Ceuta y Melilla centros de desarrollo
Los recientes altercados en la frontera no son una novedad. El tono de la reacci¨®n del PP tampoco. En esta ocasi¨®n, un grupo organizado de nacionales marroqu¨ªes autodenominados representantes de la sociedad civil local consigui¨® interrumpir el tr¨¢fico de provisiones con motivo de denunciar, sin aportar evidencias confirmatorias, supuestos malos tratos provenientes de las fuerzas de seguridad espa?olas responsables del control fronterizo en Beni Enzar. Tras r¨¢pida visita al lugar, Esteban Gonz¨¢lez Pons, vicesecretario de comunicaci¨®n del PP y distinguido miembro de su comit¨¦ de direcci¨®n, calific¨® los altercados como de "situaci¨®n de m¨¢xima tensi¨®n".
Sin embargo, bastar¨ªa para relativizar dichos t¨¦rminos con conocer la situaci¨®n actual de, por ejemplo, la frontera en Ciudad Ju¨¢rez, donde veintea?eros expulsados del vecino del norte se muestran dispuestos a integrar las mafias de la droga y a matar por apenas 300 d¨®lares. Apuntemos una circunstancia determinante: la frontera hispano-marroqu¨ª limita dos zonas cuyo diferencial de desarrollo es uno de los m¨¢s elevados del planeta, con una proporci¨®n de 7 a 1 en t¨¦rminos de PIB, m¨¢s elevada por tanto que la proporci¨®n existente entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de Am¨¦rica y quiz¨¢s solo superada por la existente entre Israel y los territorios palestinos no ocupados o entre las dos Coreas, zonas en las que una simple escalada de tensi¨®n desencadena el fragor de las armas.
Abundando en una pol¨ªtica de bajo vuelo, y coincidiendo con una misi¨®n negociadora espa?ola en Rabat, Aznar declaraba en Melilla que la ciudad aut¨®noma se encontraba en "una especie de par¨¦ntesis entre el acoso y la dejadez". Con ello, el ex presidente del Gobierno de Espa?a alud¨ªa a una supuesta acci¨®n opresora marroqu¨ª que solo era enfrentada por el eterno desd¨¦n de Zapatero hacia Melilla. Con Aznar de vuelta en la Pen¨ªnsula, la misi¨®n en Rabat consegu¨ªa un primer objetivo: desmovilizar a los movilizados.
Estas cuestiones de orden p¨²blico probablemente se repetir¨¢n en el futuro pr¨®ximo dado el volumen creciente del tr¨¢fico en los puntos fronterizos, pero no impiden reponer el foco en lo que de verdad interesa. No en vano, un desaf¨ªo pol¨ªtico de la mayor importancia reside en establecer las condiciones para que estrategias conjuntas y coherentes a desarrollar por todos los actores involucrados, permitan conseguir el desarrollo sostenible y sostenido de la zona, fortaleciendo el tr¨¢fico comercial, potenciando los servicios en los que se detecta una ventaja competitiva regional, preservando y mejorando del patrimonio medioambiental y actualizando los procesos de universalizaci¨®n de servicios b¨¢sicos como la educaci¨®n y la sanidad, esenciales para la cimentaci¨®n definitiva de la democracia.
Desde Melilla, al igual que desde Ceuta, Espa?a puede erigirse en un actor principal para el desarrollo econ¨®mico y social del norte del reino alau¨ª en virtud del conocimiento del entorno marroqu¨ª y las nuevas oportunidades generadas por la demanda potencial proveniente de Marruecos.
Es en este escenario en el que la clase pol¨ªtica espa?ola representada en el Parlamento debiera mostrarse interesada, esforz¨¢ndose por institucionalizar los logros que se fueran alcanzando. No estar¨ªa de m¨¢s empezar por reconocer el esfuerzo que el Gobierno de Marruecos ha realizado en los ¨²ltimos a?os en las provincias del norte, despu¨¦s de d¨¦cadas de abandono, estimulando la inversi¨®n para el fomento de infraestructuras de transporte por carretera, naval, con el mastod¨®ntico Tanger-Med como m¨¢ximo exponente en la zona, y ferrocarril, impulsando inversiones industriales, en energ¨ªa y turismo -como muestra los anuncios en prensa promoviendo las playas de Saidia, a solo unos kil¨®metros de Melilla- o renovando n¨²cleos urbanos como T¨¢nger, Tetu¨¢n o Chauen. Espa?a debe dotarse de una estrategia para la zona para consolidar tanto en Ceuta como en Melilla sendos centros de desarrollo, hubs de referencia geopol¨ªtica que acompa?en el fortalecimiento del proceso de transici¨®n al desarrollo y a la democracia del pa¨ªs vecino. Garantizar que ese impulso se complemente con el promovido por el sector privado es adem¨¢s una responsabilidad de primer orden de los Gobiernos espa?ol y marroqu¨ª.
Los incidentes de Beni Enzar son, a pesar de su reiteraci¨®n e impacto medi¨¢tico, incidentes puntuales. Pero tambi¨¦n son una llamada de atenci¨®n al mucho trabajo que desde ambas orillas del Mediterr¨¢neo queda por hacer para convertir una zona de vital importancia geoestrat¨¦gica en un ejemplo de convivencia c¨ªvica y desarrollo humano.
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