El debate sobre las infraestructuras
En estos d¨ªas estamos asistiendo a una serie de discusiones m¨¢s o menos enconadas sobre la conveniencia o no de aumentar los impuestos para hacer frente al d¨¦ficit p¨²blico al que hemos llegado y sobre la reacci¨®n de las empresas constructoras a la reducci¨®n del gasto p¨²blico en infraestructuras que el Gobierno decidi¨® recortar como consecuencia del Plan de Ajuste que se ha debido poner en marcha para ajustar el d¨¦ficit p¨²blico a niveles compatibles con la evoluci¨®n de la deuda viva.
El tema tiene numerosos contornos tanto macroecon¨®micos como microecon¨®micos que est¨¢n suscitando posicionamientos encontrados, pero creo que hasta ahora nos estamos centrando demasiado en lo coyuntural olvidando en buena parte lo estructural.
El reto es ajustar la ampliaci¨®n de servicios p¨²blicos a los recursos y necesidades reales
La obsesi¨®n por inaugurar se ha elevado a la en¨¦sima potencia
El primer contorno es el de la dimensi¨®n que debe tener el sector p¨²blico espa?ol despu¨¦s de la insinuaci¨®n del ministro Jos¨¦ Blanco de elevar en algunos puntos el nivel de presi¨®n fiscal para acercarnos a los niveles de otros pa¨ªses de nuestro entorno. Aunque que la vicepresidenta Elena Salgado la haya desmentido, la pol¨¦mica queda servida sin que quede claro cu¨¢les ser¨ªan los impuestos que podr¨ªan ajustarse ni a qu¨¦ se destinar¨ªa la eventual mayor recaudaci¨®n. El presidente del Consejo General de Colegios de Economistas, Valent¨ª Pich, realizaba ya, d¨ªas atr¨¢s, un an¨¢lisis del impacto que cada una de las opciones de aumento de impuestos tendr¨ªa sobre los diferentes sectores econ¨®micos.
El segundo es el de establecer el tipo de aterrizaje suave para ir recuperando la "ortodoxia presupuestaria" exigida por Bruselas tratando de encontrar un punto de encuentro entre los seguidores del keynesianismo que consideran que en momentos de crisis como los actuales conviene seguir con un elevado gasto p¨²blico para evitar la contracci¨®n de la econom¨ªa y los seguidores del neoclasicismo que defienden que no debe seguirse con el exagerado d¨¦ficit de las Administraciones p¨²blicas m¨¢s all¨¢ de lo estrictamente necesario.
El tercer tema y el que m¨¢s discusi¨®n est¨¢ generando y sobre el que quiero centrar mi comentario es el del impacto que provocar¨ªa una reducci¨®n del gasto p¨²blico en infraestructuras y sobre la viabilidad de seguir con la actual din¨¢mica espa?ola en la materia.
El presidente de la Asociaci¨®n de Grandes Constructoras (SEOPAN), David Taguas, hac¨ªa en estas mismas p¨¢ginas, un muy buen an¨¢lisis sobre del impacto que tendr¨ªa el s¨²bito par¨®n de una parte del Plan de Infraestructuras y sus razonamientos eran incuestionables y acertados, pero creo que el debate debemos elevarlo a unos niveles m¨¢s generales que el delimpacto coyuntural de la suspensi¨®n de unas determinadas obras en infraestructuras en que hoy est¨¢ presente.
Desde que reci¨¦n entrados en el Banco Mundial este llev¨® a cabo su Informe El Desarrollo Econ¨®mico de Espa?a, somos conscientes de la importancia que las infraestructuras tienen para un pa¨ªs que quiera desarrollarse. Pero el mismo informe nos recordaba que invertir en infraestructuras es un ejercicio que requiere mucho an¨¢lisis y un aprovechamiento muy preciso de los recursos disponibles.
Por todo ello nadie pone hoy en duda la afirmaci¨®n de que las infraestructuras son importantes y, adem¨¢s, cuando hoy hablamos de infraestructuras no podemos ya limitarnos a las f¨ªsicas sino a las intangibles, como puedan ser las de educaci¨®n, investigaci¨®n, sanidad, seguridad y otras. La discusi¨®n actual sobre las infraestructuras deber¨ªa llevarnos, pues, a analizar no solamente la inversi¨®n en infraestructuras f¨ªsicas como una medida para combatir nuestra crisis coyuntural actual sino que deber¨ªa ampliar su contenido temporal y tem¨¢tico: el de las infraestructuras necesarias y, al mismo tiempo, soportables estructuralmente para los presupuestos de las Administraciones p¨²blicas y rentables para la econom¨ªa y la sociedad en su conjunto.
La proliferaci¨®n de centros de decisi¨®n en la Espa?a actual ha hecho que la tentaci¨®n por cortar las cintas inaugurales se haya elevado a la en¨¦sima potencia.
El hecho no solo afecta a llevar el AVE hacia zonas con poca capacidad para aportar el necesario retorno a las enormes inversiones requeridas o a ampliar las carreteras y autov¨ªas del Estado a zonas con poco tr¨¢nsito -por citar dos casos- sino a las carreteras, los centros educativos o los hospitales creados por los Gobiernos auton¨®micos y, tambi¨¦n, por qu¨¦ no decirlo, a los polideportivos, piscinas y otras infraestructuras municipales creadas por la voluntad de alg¨²n equipo de gobierno sin tener en cuenta que el pueblo vecino del minifundismo municipal espa?ol ya dispone de infraestructuras similares cuyo uso podr¨ªa compartirse teniendo en cuenta, adem¨¢s, la escasa utilizaci¨®n en que se encuentran muchas de ellas.
Estos pocos ejemplos me recuerdan el tipo de an¨¢lisis que en mis tiempos en la Direcci¨®n General de Desarrollo de la Uni¨®n Europea hac¨ªamos respecto a las acciones a llevar a cabo en pa¨ªses en desarrollo para, adem¨¢s, asegurar la sostenibilidad de los proyectos o servicios que se iban a poner en marcha en ellos.
Es ciertamente bonito -y quiz¨¢s pol¨ªticamente rentable para el poder- inaugurar una nueva carretera, un nuevo hospital o un nuevo polideportivo, pero hay que tener en cuenta que desde el d¨ªa siguiente al de la inauguraci¨®n hay que poder asegurar los costes de mantenimiento y la sostenibilidad de lo que se ha puesto en marcha: sea una infraestructura f¨ªsica para que no se degrade, sea un r¨¦gimen de pensiones para que no se colapse, sea una ley de dependencia para poder asegurar su financiaci¨®n, sea -en definitiva- el proyecto o acci¨®n que sea.
Es l¨®gico que los gobernantes quieran incrementar la dotaci¨®n de infraestructuras y servicios p¨²blicos a los que tengan acceso los ciudadanos, pero los gobernantes deben ser conscientes de que contra mayor sea el stock de infraestructuras, servicios p¨²blicos y posibilidades de ayudas que se hayan abierto, mayores va a ser las necesidades de financiaci¨®n p¨²blica futura si estas infraestructuras o servicios no se autosostienen.
Por esta raz¨®n deber¨ªamos imbuirnos de la idea de que crear infraestructuras o ampliar servicios p¨²blicos o atenciones sociales no es un ejercicio que pueda contemplarse con criterios estrictamente coyunturales o de agotamiento de una legislatura, sino con criterios de an¨¢lisis del pa¨ªs que podemos organizar con los recursos de los que racionalmente podemos disponer evitando excesos y triunfalismos derivados a veces de una coyuntura muy favorable como por ejemplo la que tuvimos en los a?os chollo del ladrillo en Espa?a, o en los a?os chollo que cualquier territorio pueda tener por circunstancias coyunturales precisas.
Es por eso que tenemos que elevar el tono de nuestras discusiones actuales sobre las inversiones en infraestructuras y discutir, a partir de ahora, el impacto econ¨®mico que van a tener las nuevas leyes y decisiones administrativas sobre infraestructuras de todo tipo tangibles e intangibles, lo que le van a costar a los contribuyentes y lo que van a aportar a la ciudadan¨ªa y al bienestar general.
Francesc Granell es catedr¨¢tico de Organizaci¨®n Econ¨®mica Internacional de la Universidad de Barcelona.
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