La econom¨ªa entiende muy poco de dioses
Un estudio rebate la cl¨¢sica identificaci¨®n entre protestantismo y capitalismo - ?Influyen las diferencias culturales en el desarrollo? - ?Por qu¨¦ triunfan o fracasan los pa¨ªses?
Si el soci¨®logo Max Weber (1864-1920) viviera, puede que hoy hubiera titulado de otro modo uno de sus libros m¨¢s importantes, La ¨¦tica protestante del capitalismo. Porque el desaf¨ªo econ¨®mico de los pa¨ªses asi¨¢ticos, por un lado, y la emergencia de potencias que poco o nada tienen que ver con la tradici¨®n de Lutero configuran un panorama alejado del manique¨ªsmo protestantes-cat¨®licos en que se inscribe la obra de Weber, cuya tesis viene a ser que el talante industrioso, emprendedor e individualista de los protestantes es un factor m¨¢s acorde con el mercado que el de los cat¨®licos, supeditados a la jerarqu¨ªa y contrarios a la usura.
Ni el capitalismo es lo que era cuando Weber escribi¨® esa obra, ni las sociedades occidentales (protestantes o cat¨®licas, tanto da) son las ¨²nicas que rigen los destinos del mundo, y mucho menos en el contexto de la actual crisis. Si a ello se a?ade que algunos expertos refutan la tesis de la obra de Weber, el debate sobre el triunfo o el fracaso de las naciones deber¨ªa formularse en t¨¦rminos globales, y, por mor de la correcci¨®n pol¨ªtica, con independencia de cualquier menci¨®n religiosa, capaz de encender hogueras como bien ha podido comprobar Barack Obama al apoyar p¨²blicamente la construcci¨®n de una mezquita en la zona cero de Nueva York.
?Puede triunfar la econom¨ªa de un pa¨ªs que para cinco veces al d¨ªa para rezar?
De los cuatro PIGS, tres (Portugal, Irlanda y Espa?a) son pa¨ªses cat¨®licos
Un investigador ha refutado la tesis de Max Weber sobre los protestantes
Gil Calvo: "Hay tres tipos de bienestar: el n¨®rdico, el anglosaj¨®n y el democristiano"
La desigual respuesta a la corrupci¨®n tiene una base cultural
"A los cat¨®licos se les perdona todo, les basta con confesar", dice un soci¨®logo
Averiguar si los pa¨ªses protestantes -o los confucionistas o los sinto¨ªstas, en el siglo XXI- son m¨¢s pr¨®speros que los cat¨®licos por la influencia de distintos factores culturales es una pretensi¨®n, por general, demasiado equ¨ªvoca. B¨¦lgica, de mayor¨ªa cat¨®lica, es un pa¨ªs desarrollado, por no hablar de la cat¨®lica Italia, que pertenece al G-8. Los economistas, en general, niegan la mayor: no hay hecho cultural que influya en la cuenta de resultados. Soci¨®logos y antrop¨®logos, por no hablar de los te¨®logos, sostienen en su mayor¨ªa lo contrario: que es posible hallar la influencia que una fe o, por llamarlo de otro modo, un hecho cultural, tiene en aspectos tan cuantificables como el d¨¦ficit o el PIB de una naci¨®n.
El doctorando de la Universidad de Harvard Davide Cantoni se ha atrevido a matar al padre de la sociolog¨ªa moderna refutando en parte su tesis de que protestantismo es igual a riqueza. Con un estudio titulado Los efectos econ¨®micos de la reforma protestante, Cantoni analiza el crecimiento econ¨®mico de 272 ciudades alemanas (162 luteranas, 88 cat¨®licas y 21 calvinistas) de 1300 a 1900, llegando a la conclusi¨®n de que la diferencia de religi¨®n no explica las diferencias de crecimiento entre unas y otras.
Interpelado sobre la osad¨ªa que supone para un cient¨ªfico social llevarle la contraria a Weber, Cantoni advierte contra la tentaci¨®n de sacar "demasiadas conclusiones" de los resultados de su trabajo. "Mi investigaci¨®n es una comparaci¨®n de largo recorrido, desde 1300 a 1900, de ciudades alemanas. Su relevancia es, ante todo, local, en el sentido de que responde a este planteamiento: ?Cu¨¢l ha sido el impacto de la reforma protestante en el crecimiento de las ciudades alemanas entre 1300 y 1900?". Ante la tentaci¨®n de extrapolar alg¨²n dato, Cantoni pide extremar la cautela: "En un sentido m¨¢s amplio, el estudio podr¨ªa servir para pronunciarse, cum mica salis, sobre la importancia del protestantismo en el crecimiento econ¨®mico de Europa en general. Pero usarlo en un contexto distinto, como por ejemplo la Latinoam¨¦rica actual, no es de recibo".
Eso por lo que hace a la hipot¨¦tica influencia del protestantismo en la econom¨ªa. Porque el contexto en que Weber perge?¨® su obra era ajeno a la actual pujanza -demogr¨¢fica y pol¨ªtica- del islam; al desaf¨ªo econ¨®mico de los tigres asi¨¢ticos y al mestizaje sociocultural -es decir, tambi¨¦n religioso- de algunas de las potencias emergentes: Brasil, por ejemplo. El desempe?o econ¨®mico de India o China -que ya es la segunda potencia mundial, por delante de Jap¨®n- y su ¨¦xito global merecen cap¨ªtulo aparte. Pero como sustrato del debate, el influjo de las diferencias culturales en los distintos modos de desarrollo de las naciones sigue teniendo cierto aliento, pese a las reticencias economicistas. A modo de ejemplo, aun pol¨ªticamente incorrecto, para suscitar a las bravas la cuesti¨®n: ?Puede triunfar econ¨®micamente un pa¨ªs -cualquiera de los musulmanes- que se detiene cinco veces al d¨ªa para rezar? ?Suponen las religiones orientales, del confucionismo al sinto¨ªsmo, una patente de ¨¦xito para el desarrollo econ¨®mico, pese a las condiciones de precariedad de la clase trabajadora -menores incluidos en algunos casos-, o en aquel solo influyen circunstancias objetivas, cuantificables?
"Cantoni compara alemanes con alemanes; seg¨²n su tesis, lo importante es ser alem¨¢n, no protestante o cat¨®lico", explica Jos¨¦ Ignacio Torreblanca, del FRIDE, que se hizo eco de la tesis de Davide Cantoni en un art¨ªculo publicado en EL PA?S (Prejuicios, 5 de abril de 2010). "Lo interesante del debate de las teor¨ªas del desarrollo es averiguar qu¨¦ circunstancias objetivas influyen en el triunfo. Y, al rev¨¦s, cu¨¢les est¨¢n detr¨¢s del subdesarrollo. Hay una estructura de oportunidades: los pa¨ªses m¨¢s que pobres son desiguales. Todas las periferias, por definici¨®n, son m¨¢s pobres que el centro, donde se concentran las oportunidades. Y eso puede verse incluso en la Uni¨®n Europea. ?Qui¨¦nes son los pa¨ªses que est¨¢n a la cola de la UE? Irlanda, Portugal, Espa?a y Grecia", explica Torreblanca. De los cuatro, tres (Irlanda, Portugal y Espa?a) comparten tradici¨®n cultural, y profundas ra¨ªces cat¨®licas.
Para Iliana Olivi¨¦, investigadora principal de la Fundaci¨®n Elcano y profesora de Teor¨ªa del Desarrollo Internacional en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), tras el ¨¦xito de muchos pa¨ªses asi¨¢ticos no hay que ver la velada o la patente influencia de las religiones que sus poblaciones profesan, sino pol¨ªticas integrales de desarrollo. "Aunque hay muchos casos diversos, hay elementos comunes: una pol¨ªtica integral de desarrollo en la que todo se supedita a ese modelo, que adem¨¢s es un modelo nacional; y una apropiaci¨®n del mismo por parte de la poblaci¨®n. La sociedad ha metabolizado ese modelo, lo ha hecho suyo con un patriotismo bien entendido. ?Se puede concluir de ah¨ª que las filosof¨ªas orientales conducen al ¨¦xito econ¨®mico? De ninguna manera. Lo que diferencia a Asia es ese proyecto nacional y coherente de desarrollo, que incluye al conjunto de la sociedad y que va a ir adapt¨¢ndose a los tiempos". Ahora bien, aunque Olivi¨¦ se niega a aceptar que en el desarrollo influya factor cultural alguno, "si hay una cierta homogeneidad cultural, social, ¨¦tnica, puede que s¨ª ayude...". Pero sin inferir de ello que las filosof¨ªas orientales empujen al ¨¦xito. "De ninguna manera", sentencia.
Desde los tiempos de Adam Smith y Karl Marx, el debate sobre el desarrollo de las naciones se formula en torno a tres puntos b¨¢sicos: "Mayor o menor intervenci¨®n del Estado; si es necesaria o no una industrializaci¨®n, un eje de discusi¨®n que se ha revitalizado con el extraordinario desarrollo de China, y mayor o menor apertura de los mercados, algo que est¨¢ relacionado con el primer punto. Este esquema sustenta todas las teor¨ªas de desarrollo", explica Olivi¨¦.
La investigadora se?ala, no obstante, que, al pensar en clave de eficacia, competitividad o ¨¦xito, "lo hacemos influidos por la cultura dominante, que es la anglosajona". Y, a la inversa, si repasamos el panorama econ¨®mico iberoamericano -con la excepci¨®n de Brasil, o del despegue econ¨®mico chileno de los a?os noventa-, lo hacemos enfocando a pa¨ªses que se emanciparon sobre la base -las ruinas- de un sistema ajeno, el colonial. "Espa?a export¨® un modelo de burocracia institucionalizado, y es verdad que ha podido dejarlo como legado en Am¨¦rica Latina", se?ala Olivi¨¦. No obstante, en un debate como este "no hay s¨ªes ni noes, todo es una amplia gama de grises".
Federico Steinberg, tambi¨¦n investigador principal de la Fundaci¨®n Elcano y profesor de Econom¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, comparte con su colega el rechazo inequ¨ªvoco a la influencia cultural como determinante del ¨¦xito o el fracaso econ¨®mico de una naci¨®n. "A los economistas no nos gustan las explicaciones culturalistas, parte del desarrollo asi¨¢tico se puede explicar sin recurrir a ellas. La gente responde a incentivos, esta es la base de la teor¨ªa econ¨®mica. Si todo fuera [influencia] cultural, estar¨ªamos abocados a un determinismo tr¨¢gico". Pero concede: "No negamos que la ¨¦tica protestante est¨¦ detr¨¢s de gente m¨¢s ahorradora o inversora, pero lo que importa es que las pol¨ªticas p¨²blicas se hagan bien o mal". As¨ª, si la religi¨®n -la diferencia cultural, en suma- no es determinante, ?influye m¨¢s el contexto? ?Puede un pa¨ªs sustraerse a la crisis con un buen rumbo econ¨®mico? "Los pa¨ªses con buenas pol¨ªticas internas, por ejemplo Brasil, siguen desarroll¨¢ndose pese a que el marco internacional no es favorable. En suma: el desarrollo consiste en buenas pol¨ªticas p¨²blicas internas; el subdesarrollo, en lo contrario, y esto sucede tanto en dictaduras como en democracias...".
El soci¨®logo Enrique Gil Calvo defiende a capa y espada la influencia de factores culturales en los distintos grados de desarrollo. En el ¨¢mbito occidental, dice, "hay tres mundos del bienestar: el n¨®rdico, que equivaldr¨ªa a la socialdemocracia; el anglosaj¨®n, o liberal, y el continental, o democristiano. As¨ª que por un lado estar¨ªan los modelos n¨®rdico y anglosaj¨®n, y por otro, todos los dem¨¢s, es decir, lo que ahora llamamos PIGS [acr¨®nimo de Portugal, Irlanda, Grecia y Espa?a]. Esta divisi¨®n se puede apreciar tambi¨¦n en las pol¨ªticas p¨²blicas, incluso en el mayor o menor grado de corrupci¨®n", en la que, no hay que decirlo, los pa¨ªses meridionales de la UE sacan peor nota que los del norte.
Pero ?d¨®nde est¨¢ la explicaci¨®n? ?En qu¨¦ hunde sus ra¨ªces la diferencia entre los tres bloques? Gil Calvo no lo duda: "En la religi¨®n. Los n¨®rdicos son luteranos; los anglosajones, calvinistas, y los PIGS, cat¨®licos, salvo Grecia". A los tres modelos de desarrollo citados podr¨ªa a?adirse un cuarto, el renano, un h¨ªbrido "donde se mezclan protestantes y cat¨®licos", explica Gil Calvo.
Para el soci¨®logo, las diferencias culturales lo empapan todo. "Tambi¨¦n los distintos sistemas jur¨ªdicos vigentes en Occidente, la common law frente a la civil law, que se basan en distintos modelos de familia, el autoritarista frente al igualitario, o el troncal, donde todo lo hereda el primog¨¦nito".
Ci?endo el debate al contexto occidental, Gil Calvo considera que la influencia de la cultura en la econom¨ªa se puede demostrar emp¨ªricamente, "incluso a trav¨¦s de las encuestas". Por ejemplo, la desigual respuesta de las sociedades frente a la corrupci¨®n. En el Bar¨®metro de enero de 2010 del CIS, la corrupci¨®n y el fraude solo constitu¨ªan la und¨¦cima preocupaci¨®n de los espa?oles, muy por detr¨¢s de cuitas como la econom¨ªa o la inseguridad. "A los cat¨®licos se nos perdona la corrupci¨®n como se nos perdonan los pecados, basta con confesarse. Por el contrario, entre los calvinistas impera el s¨¢lvese quien pueda, la insolidaridad y la desigualdad: los ciudadanos quieren ser desiguales. El igualitarismo es el rasgo del luteranismo, con un Estado de bienestar muy completo en el que los ciudadanos quieren ser iguales".
Aunque este reportaje no tenga pretensiones cient¨ªficas, queda demostrado, grosso modo, que la benedictina regla del ora et labora (reza y trabaja) ha tenido a lo largo de la historia muy desiguales manifestaciones seg¨²n a qu¨¦ punto del mapa se mire. Pero de ah¨ª a que la cuenta de resultados de las naciones se incline m¨¢s por el haber que por el debe, o viceversa, en funci¨®n de una creencia determinada, es algo que pocos cient¨ªficos, una vez muerto -y rematado por obra y gracia de Davide Cantoni- Weber, van a defender.
Ventajas de ser feligr¨¦s e inmigrante
Numerosos inmigrantes, en su mayor¨ªa latinoamericanos, protagonizan una peque?a revoluci¨®n religiosa en pa¨ªses como Espa?a: de su mano, la presencia de las iglesias evang¨¦licas se ha multiplicado. Pedro Tarquis, portavoz de la Alianza Evang¨¦lica Espa?ola, sostiene que su pertenencia a una Iglesia es un factor que facilita la integraci¨®n. "Est¨¢n m¨¢s centrados, buscan trabajo con m¨¢s empe?o y tienen como objetivo el bienestar del hogar y, en especial, de los hijos".
"El ¨ªndice de maltrato dom¨¦stico es sensiblemente inferior entre los evang¨¦licos, tanto en las sociedades de acogida como en las de origen. Y la tasa de alcoholismo tambi¨¦n es menor", se?ala.
Davide Cantoni no oculta que Latinoam¨¦rica -un continente tradicionalmente cat¨®lico con un ¨ªndice de penetraci¨®n de las Iglesias protestantes entre el 20% y el 40%, seg¨²n el Observatorio de La Paz- "es un importante laboratorio social".
"La expansi¨®n del protestantismo, especialmente el de tipo evang¨¦lico, en Latinoam¨¦rica es un fen¨®meno muy interesante, y es cierto que hay se?ales de que la gente que se convierte al protestantismo es tambi¨¦n ambiciosa, trabajadora y con mayor capacidad de movilidad social", expone este doctorando de Harvard. "No obstante, debemos evitar las correlaciones del tipo: 'la mayor¨ªa de los protestantes latinoamericanos son muy trabajadores y tienen un fuerte sentido de la moral'. Porque la clave es: ?son laboriosos y morales porque son protestantes o, al rev¨¦s, escogen convertirse al protestantismo solo porque saben que el protestantismo es acorde con una actitud laboriosa y moral?".
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