El final de ETA y la pol¨ªtica vasca
Los indicios pol¨ªticos cada vez apuntan con mayor claridad hacia un alto el fuego definitivo por parte de ETA. Este alto el fuego no ser¨ªa la consecuencia de una negociaci¨®n pol¨ªtica, sino resultado de una decisi¨®n aut¨®noma de la banda y su entorno forzados por las dificultades insalvables para continuar con la actividad terrorista y por la propia disfuncionalidad de esa actividad para conseguir una aproximaci¨®n a sus objetivos pol¨ªticos. ETA parece haberse convencido de la imposibilidad de imponer concesiones pol¨ªticas al Gobierno espa?ol a trav¨¦s del terror. Y entra en juego como consecuencia de ello una estrategia pol¨ªtica que incluir¨ªa la esperanza de alcanzar medidas de gracia hacia sus presos a partir del momento en que se verificara el alto el fuego.
Si se confirma el alto el fuego definitivo, se pueden iniciar medidas de reinserci¨®n de los presos de ETA
Con independencia del nombre que se utilice para este alto el fuego ("definitivo", "verificable", etc¨¦tera) lo que resulta sustancial para su toma en consideraci¨®n es que se trate de una renuncia definitiva a la violencia, acompa?ada de la entrega de las armas. Otra cosa no ser¨ªa sino una nueva "tregua trampa" que no modificar¨ªa sustancialmente el panorama pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco.
Caso de confirmarse este aut¨¦ntico hito hist¨®rico en la vida espa?ola, ser¨ªa el momento de ir pensando en sus consecuencias pol¨ªticas inmediatas para la pol¨ªtica vasca. De entrada, el mundo abertzale parecer¨ªa contemplar con optimismo el nuevo escenario. La vuelta a la legalidad acompa?ada del fin de la violencia es vista como la posibilidad de constituir una izquierda nacionalista con peso muy significativo en la pol¨ªtica del pa¨ªs. En un plano m¨¢s general, el mundo nacionalista puede contemplar tambi¨¦n con parecido optimismo un nuevo escenario que permita la reconstrucci¨®n de una alianza nacionalista capaz de desplazar del poder a un Gobierno socialista en Vitoria con el concurso del PP vasco. La otra alternativa resultado de la incorporaci¨®n de la izquierda abertzale al proceso democr¨¢tico ser¨ªa la de una eventual alianza con el sector m¨¢s vasquista del PSE, capaz de generar un Gobierno a la catalana que reproduzca la alianza del PSC con ERC.
Esta interpretaci¨®n favorable a los intereses nacionalistas a secas o a los intereses nacionalistas radicales, choca con los efectos m¨¢s de fondo que cabe atribuir al fin del terrorismo. Desde hace d¨¦cadas, se ha pronosticado la coincidencia del fin de ETA con el estallido del pluralismo pol¨ªtico de la sociedad vasca. La primera manifestaci¨®n de este estallido deber¨¢ ser la recuperaci¨®n por el PP de una opci¨®n de centro-derecha hasta ahora controlada mayoritariamente por el PNV. La normalizaci¨®n pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco necesita la recuperaci¨®n de un centro-derecha vasco en que coincide una clara actitud autonomista con la lealtad de fondo a una realidad estatal y nacional espa?ola. Bajo la tutela terrorista, esta opci¨®n ha tenido un freno poderoso en estas d¨¦cadas; ello ha permitido al PNV combinar el nacionalismo militante de sus dirigentes y afiliados con amplios sectores del voto moderado y autonomista del pa¨ªs. La estrategia de aislar al PP de la pol¨ªtica vasca ha sido la imposici¨®n de una comunidad nacionalista, sabedora de las consecuencias que se derivar¨¢n en el mapa pol¨ªtico vasco de la definici¨®n de un polo tan significativo como ha sido el formado por una derecha espa?ola y vasquista.
Por lo que hace a la evoluci¨®n del socialismo vasco, todo hace pensar en el reforzamiento de la opci¨®n representada por el lehendakari Patxi L¨®pez. Un escenario a la catalana como parece adivinarse en la estrategia de Jes¨²s Eguiguren y sus seguidores, introducir¨ªa una confusi¨®n en la pol¨ªtica socialista de graves consecuencias para la vida del PSE. Entre otras razones, porque un sector muy significativo de las clases populares vascas no est¨¢ dispuesto a contemporizar con el discurso nacionalista de ra¨ªces sabinianas dominante todav¨ªa en la comunidad nacionalista.
Por ¨²ltimo, la definici¨®n de un bloque nacionalista de izquierdas y de clara orientaci¨®n independentista, obligar¨ªa al PNV a reforzar sus perfiles autonomistas si no quiere diluir su opci¨®n en la pol¨ªtica vasca. La opci¨®n de centro-derecha que representa el PNV no puede triunfar, m¨¢xime con un PP en ascenso, mediante la alianza con un bloque nacionalista abertzale, doblemente enfrentado, por independentista y por radical, con los apoyos sociales peneuvistas.
El fin de la violencia de ETA va a suponer el inicio de una batalla pol¨ªtica y democr¨¢tica entre nacionalistas y autonomistas leales a la vida espa?ola. Una batalla de la que cabe deducir una creciente moderaci¨®n del PNV si quiere seguir siendo una opci¨®n de gobierno en Vitoria. Sin duda un camino complicado que siempre lo ser¨¢ menos para el nacionalismo moderado que un frente nacionalista amenazado por el doble debilitamiento de su electorado autonomista de centro-derecha y de sus bases sociales genuinamente nacionalistas sometidas al atractivo de una opci¨®n abertzale liberada de sus compromisos con la violencia.
Estamos, pues, ante un escenario moderadamente optimista para el futuro pol¨ªtico vasco. De confirmarse el alto el fuego definitivo por parte de ETA, solamente quedar¨¢n pendientes las medidas de reinserci¨®n para sus presos. La propia paz abrir¨¢ el camino de unas pol¨ªticas en las que, sin embargo, ser¨¢ obligado contar con la colaboraci¨®n de las v¨ªctimas y sus representantes. La prudencia, el escalonamiento de las medidas de gracia y el paso del tiempo habr¨¢n de ser los instrumentos indispensables que hagan posible la reconciliaci¨®n definitiva de la vida vasca.
Andr¨¦s de Blas Guerrero es catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado en la UNED.
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