?A la media de moda!
El mercadillo de Can Vidalet, en la parada del mismo nombre, es de los m¨¢s grandes de la zona
Altramuces, sujetadores, cortinas, calcetines, zapatos, aceitunas, perfumes de marca dudosa, cacharros de cocina, champ¨² de dos litros, cazos y sartenes, tebeos para colorear, piment¨®n, c¨²rcuma, ramitos de romero, los mejores hits de la rumba, chaquetas de polipiel y grandes piezas de tela para hacerse una funda de sof¨¢, accesorios para el autom¨®vil, macetas de menta, y muchas camisetas, gorras y bufandas de la selecci¨®n espa?ola de futbol, todas de un intenso rojo: "?Campeones!", "La Roja", "?Somos los mejores!". M¨¢s all¨¢, un mocet¨®n rodeado de lencer¨ªa femenina apelotonada grita con toda la fuerza de sus pulmones: "?La que no lleva bragas es porque no quiere! ?A tres la tanga, ni?a!". Una churrer¨ªa, un puesto de helados, agua y refrescos, varios se?ores comentando sus cosas en los bancos. Y dos afiladores dos, pieza mayor y esquiva de la fauna urbana. Casualmente llevo unas tijeras ro?osas y me pongo en la cola. "Mala cosa", me espeta muy serio el se?or al cogerlas. Las pule del derecho y del rev¨¦s, mientras me mira con l¨¢stima, como si mi abuela solo me hubiese dejado en herencia un costurero con utensilios de broma. Yo le pregunto si es de Ourense, como dice la tradici¨®n que son todos los de su gremio. Y ¨¦l -como buen gallego- me entrega las tijeras y me dice que son dos euros cincuenta. Le doy tres, pero ni as¨ª sonr¨ªe.
Solo por darse una vuelta entre sus paradas y ver el ambiente ya vale la pena llegarse hasta aqu¨ª
El metro no lleg¨® hasta 1976 y entonces la parada recib¨ªa el nombre de Maladeta
Como cada mi¨¦rcoles, llueva, truene o haga calor, el mercadillo de Can Vidalet -en la parada del mismo nombre de la l¨ªnea 5- abre sus puertas. La alegr¨ªa de la huerta, el desparpajo verbenero. Solo por darse una vuelta entre sus paradas y ver el ambiente ya vale la pena llegarse hasta aqu¨ª. Un gitano orondo y sin camisa, sentado al fondo de su puesto y con un bocadillo a medio comer en la mano, me mira con ojo de experto cuando le pregunto si tienen camisas de mi talla. Sale un adolescente de una de las furgonetas aparcadas tras los tenderetes, rebusca en una monta?a de cajas, y de una de ellas saca una camisa negra que -lo quiera o no- me obliga a probarme. Miro al comerciante. Por su expresi¨®n divertida, los tres sab¨ªamos que me estar¨ªa peque?a.
A Can Vidalet no lleg¨® el metro hasta 1976. Entonces la parada recib¨ªa el nombre de Maladeta y era frecuentada por la masiva emigraci¨®n andaluza, que hab¨ªa llegado a este lugar en los a?os sesenta. Aunque pertenece al municipio de Esplugues, tanto el paisaje como el paisanaje son m¨¢s de L'Hospitalet. Bloques de viviendas impersonales, proyecto porciolista sin servicios p¨²blicos para obreros sin derechos. Para sus vecinos fueron muchos a?os los del otro lado del barranco, pues dos torrentes les separaban del resto de la localidad. En 1972 ya se hab¨ªa levantado el primer mercado, situado donde sigue el actual, rodeado por uno de los mayores mercadillos al aire libre del ¨¢rea de Barcelona. Mientras me pruebo un jersey, un se?or con gafas oscuras y piel muy curtida me cuenta que ¨¦l va los martes a Sant Adri¨¤, los jueves a San Ildefonso, los viernes a Bellvitge, los s¨¢bados a la Mina y los domingos a la Zona Franca, siguiendo este Camino de Santiago del aut¨¦ntico feriante. Entre el gent¨ªo localizo a un personaje cl¨¢sico de este lugar; un hombre enjuto y de avanzada edad, con una bolsa colgada al hombro, que con un marcado acento catal¨¢n va repitiendo: "Pilas, llevo pilas". Ni tan siquiera grita. Le veo pasar junto a una gitana armada con un pu?ado de medias que vocea: "?Os lo doy barato que hace calor! ?A un euro la media de moda!". Las amas de casa se prueban los zapatos sobre un cart¨®n, mientras la vendedora magreb¨ª busca con paciencia su n¨²mero. Es puro mediod¨ªa. Cazo al vuelo la senequista conversaci¨®n de dos vendedores, sentados tras monta?as de pantalones: "?Si fueras mudo reventar¨ªas!". A lo que su compadre -y sin embargo amigo- le contestaba: "?Que me den pol culo! ?Si reviento es que estaba vivo!".
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