Luto en Afganist¨¢n
El atentado en Qala-i-Naw y la revuelta posterior prueban el ¨¦xito de la estrategia talib¨¢n
Dos guardias civiles y su int¨¦rprete murieron ayer en la base espa?ola Qala-i-Naw, en Afganist¨¢n. Pese a tratarse de una acci¨®n individual y perpetrada por el ch¨®fer de uno de los agentes, el Gobierno la interpret¨® desde los primeros instantes como una acci¨®n terrorista premeditada, un extremo confirmado apenas unas horas despu¨¦s por un portavoz de los talibanes. Los compa?eros de los dos guardias civiles muertos abatieron al agresor, lo que desencaden¨® una manifestaci¨®n de civiles afganos y un intento de asaltar la base espa?ola.
El capit¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Galera y el alf¨¦rez Abraham Leoncio Bravo realizaban labores de adiestramiento de las fuerzas de seguridad afganas. El atentado y la reacci¨®n posterior de los civiles afganos demuestran hasta qu¨¦ punto los talibanes se proponen explotar en su propio beneficio la presencia de fuerzas extranjeras con distintas misiones. Algunas de ellas, como la que realizaban los dos guardias civiles asesinados, no est¨¢n en relaci¨®n directa con la guerra, sino con el intento de la comunidad internacional de reconstruir el pa¨ªs.
De todas las dificultades a las que se enfrentan las fuerzas desplegadas en Afganist¨¢n, esta coincidencia entre la misi¨®n de guerra y la de reconstrucci¨®n es una de las que m¨¢s est¨¢ dificultando los progresos en la lucha contra los talibanes. No porque las fuerzas internacionales no hayan perfeccionado la coordinaci¨®n, sino porque los talibanes se apuntan como ¨¦xito militar acciones que no van dirigidas contra tropas en misi¨®n de guerra, sino contra las dedicadas a la reconstrucci¨®n. Al mismo tiempo, y como consecuencia de los errores que provocan bajas civiles, extienden el rechazo a la presencia de fuerzas extranjeras, sea cual sea su misi¨®n. La manifestaci¨®n contra la base espa?ola, resultado, al parecer, de un rumor interesado, prueba la eficacia de esa estrategia.
La presencia de tropas espa?olas en Afganist¨¢n tiene fecha de salida, como la tienen las fuerzas estadounidenses y de las restantes nacionalidades. Para la comunidad internacional, y para el presidente Obama en particular, se trata de una operaci¨®n m¨¢s delicada que la de Irak. Desde el punto de vista pol¨ªtico, esta ¨²ltima guerra se consider¨® como parte de la herencia de Bush que conven¨ªa desactivar; la de Afganist¨¢n fue, en cambio, asumida desde la Casa Blanca y sus aliados como un conflicto propio, en el que hab¨ªa que desterrar el fracaso. Las cosas no est¨¢n marchando como se esperaba, y es dif¨ªcil que se produzca un vuelco radical.
Ayer, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad espa?oles a?adieron nuevas v¨ªctimas a su abnegada contribuci¨®n a la estabilidad de Afganist¨¢n, por lo que merecen el m¨¢ximo reconocimiento. El esfuerzo debe continuar, pero es importante haber fijado un plazo. Tanto para que los afganos puedan asumir las responsabilidades en las que ninguna misi¨®n internacional podr¨¢ sustituirlos, como para evitar que las fuerzas desplegadas en el pa¨ªs se eternicen en una situaci¨®n cada vez m¨¢s estancada.
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