"Un atl¨¦tico nunca pierde la fe"
Cientos de aficionados rojiblancos festejan junto a la fuente de Neptuno la conquista de un nuevo 'doblete'
"Sab¨ªa que alguna vez volver¨ªamos a ganar un doblete", gritaba Jos¨¦, de 44 a?os, bandera en ristre y acompa?ado por sus dos hijos y su esposa. "Un atl¨¦tico nunca pierde la fe", sentenciaba. Esa confianza inquebrantable de los rojiblancos -su c¨¢ntico de Volveremos a ser campeones como en el 96, el a?o en el que conquistaron la Liga y la Copa espa?olas- fueron prof¨¦ticas. Y varios centenares de ellos se fueron a festejarlo a la fuente del dios Neptuno. No tantos como cuando se gan¨® la Liga Europa ni como, sin duda, lo habr¨ªan hecho de no tratarse de unas fechas vacacionales.
La polic¨ªa ni siquiera se vio obligada a cortar el tr¨¢fico en el paseo de Recoletos. Mantuvo a los seguidores colchoneros, muchos con el torso al aire para combatir la ola de calor, lejos del centro de la plaza, concentrados en principio delante del hotel Palace. Su celo por lograrlo deriv¨® en los enfados airados de unos pocos y en alg¨²n enfrentamiento verbal. "Como vuelvas a pisar la acera, te pongo una multa de 3.000 eurillos. Espero que te valga la advertencia para toda la noche", le espetaba un agente a un aficionado que ten¨ªa los pies unos 30 cent¨ªmetros escasos sobre el asfalto.
Pero, en cualquier caso, entre cohetes, bocinas, c¨¢nticos -uno incluso aventuraba una relaci¨®n ¨ªntima entre Neptuno y Cibeles- y dedicatorias a viejos y nuevos adversarios, como el Madrid y el Sevilla, los rojiblancos celebraron las haza?as de su Aleti, antes en Hamburgo y ahora en M¨®naco.
Entre el omnipresente rojo y blanco resaltaba una camiseta ajena. Ra¨²l, de 33 a?os, portaba a la espalda el 7 de Villa, con lo que compart¨ªa con los presentes un rival com¨²n. "En verdad, he venido a hacerme una foto en la Cibeles y ya est¨¢ hecha y mandada a los amigos", aseguraba entre risas. No ser¨ªa la ¨²nica que se hiciera, ya que varios atl¨¦ticos le pidieron retratarse con ¨¦l confirmando la buena acogida de la vestimenta azulgrana.
Entre los coches que atravesaban la plaza se repet¨ªa una constante, adem¨¢s de las bocinas. Cada vez que aparec¨ªa un autob¨²s tur¨ªstico descapotable, sus ocupantes se levantaban, se?alaban y comenzaban a disparar flases contra la masa, que les respond¨ªa aumentando su griter¨ªo.
A medianoche, sin que el servicio de emergencias Samur hubiera tenido que intervenir, algunos encend¨ªan bengalas y se animaban para alargar la fiesta hasta la madrugada y otros decid¨ªan irse... hasta el pr¨®ximo doblete.
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