Hospitalero por deseo de los hados
Jes¨²s Jato asumi¨® que estaba llamado a abrir un albergue en Villafranca
Con la masificaci¨®n del Camino, los albergues proliferan como setas. Sobran razones para entegarse a su gesti¨®n. La primera: resultan un buen negocio cuando son m¨¢s los d¨ªas en que cuelgan el cartel de lleno. La segunda: hay quien dice estar movido por una vocaci¨®n de servicio a los peregrinos o por una vinculaci¨®n metaf¨ªsica a la Ruta Jacobea. Y hay quien, como Jes¨²s Jato, ha nacido para ello. El hospitalero prob¨® por mil caminos profesionales antes de asumir los designios de los hados y abrir, al pie del de Santiago, en Villafranca del Bierzo, el albergue Ave F¨¦nix.
Jato naci¨® en el Camino Franc¨¦s, en la calle Santiago de la localidad berciana, a las ocho de la ma?ana del uno de mayo de 1940. En el D¨ªa Internacional del Trabajo, el abuelo llor¨® de alegr¨ªa porque su descendiente era hombre y pod¨ªa trabajar. Para celebrarlo, regal¨® a los peregrinos que por all¨ª pasaban una cesta de casta?as.
El hospedaje Ave F¨¦nix surgi¨® sobre las cenizas de un viejo invernadero
Ministros, escritores y pintores se cuentan entre sus hu¨¦spedres
Los antepasados de Jato regentaron un hospital en Saint Jean Pied de Port
"Recoger peregrinos es como ayudar a Cristo viviente", afirma Jato
La fecha y el lugar ya pod¨ªan dejar ver en su destino que su trabajo habr¨ªa de estar ligado al Camino, pero es que adem¨¢s a ¨¦l le ven¨ªa de familia. Su ¨¢rbol geneal¨®gico hund¨ªa sus ra¨ªces en Navarra donde, siglos atr¨¢s, sus antepasados hab¨ªan regentado un hospital de peregrinos en Saint Jean Pied de Port. Por la otra rama, su abuela Generosa, nacida en Zanfoga (Pedrafita do Cebreiro) y emigrada a Villafranca, no dudaba en acoger a los caminantes. "No se cansaba de repetirme que recoger a un peregrino es como ayudar a Cristo viviente", recuerda. Muy ligado a esa abuela
que se hab¨ªa criado en una palloza, hered¨® de ella no s¨®lo la hospitalidad, sino la habilidad de los componedores para tratar dislocaciones de los huesos.
Jato se desempe?o en muchos oficios antes de hacer justicia a su herencia. Su primer empleo fue como ayudante de un fot¨®grafo de Villafranca, de esos que hac¨ªan fotos de "mira el pajarito". Con s¨®lo diecis¨¦is a?os, el pajarito se lo llev¨® volando a Madrid, donde gracias a su experiencia le contrataron como chico de los recados en un estudio. "Cuando iba a llevar los retratos a a casa de los ricos y los ministros, las criadas me daban de comer". Y luego, para comer a¨²n mejor, se hizo camarero.
De vuelta al Bierzo, trabaj¨® en la vendimia y ayudaba en casa cuando no estaba pastoreando ovejas hasta Astorga. A los 20 a?os, le pudo el nomadismo, e ingres¨® en un convento como fraile capuchino con la esperanza de que el h¨¢bito le reportara un billete a Am¨¦rica. Sin embargo, cada vez estaba m¨¢s ligado a la tierra ya que, cuando no tocaba el
tocaba el
cultivando la finca del monasterio. As¨ª que pidi¨® la dispensa en Roma. Se ech¨® entonces a la ruta, pero no a la jacobea, sino a la del transporte. Viaj¨® por toda Europa llevando fruta y madera del Bierzo.
Cuando volv¨ªa a Villafranca, segu¨ªa albergando peregrinos, como le hab¨ªa ense?ado la se?ora Generosa. Dorm¨ªan en el invernadero que hab¨ªa levantado en una parcela reci¨¦n comprada al lado de su casa. En la finca hab¨ªa plantado cerezos, pero nunca los vio crecer. Los ¨¢rboles no hunden sus ra¨ªces en las piedras.
Dos episodios marcaron su destino. El primero fue una intoxicaci¨®n alimentaria que casi acaba con su vida durante uno de sus viajes en cami¨®n. El segundo, descubrir que en su finca no recoger¨ªa cerezas ni para llenar un bote de aguardiente, porque los frutales estaban plantados sobre las ruinas del antiguo hospital de peregrinos. "Vi todo aquello como una revelaci¨®n y decid¨ª construir un albergue de peregrinos all¨ª mismo", recuerda.
El nuevo hospedaje surgi¨® sobre las ruinas y los restos calcinados del viejo invernadero que hab¨ªa abrigado a los peregrinos, desaparecido en un incendio. "Por eso llam¨¦ al albergue Ave F¨¦nix", aclara. Para hacer el tejado, utiliz¨® los 6.000 euros ligados al Premio El¨ªas Vali?a, que le otorgaron en el 2001 por su papel como impulsor del Camino.
Bajo ese techo, el establecimiento cuenta con 80 plazas, aunque "en d¨ªas de apuro duermen m¨¢s de un centenar". A Jato le hervir¨ªa la sangre si tuviese que negar posada. Cuenta c¨®mo en una ocasi¨®n, al ver acercarse a un grupo de siete peregrinos, estuvo convencido de que all¨ª faltaba un octavo hu¨¦sped. "Lleg¨® m¨¢s tarde, porque no ten¨ªa dinero para pagar y le daba reparo". ?l fue el primero en ayudarle, y luego lo hicieron otros hasta llegar a Santiago.
A las puertas del Ave F¨¦nix han llegado desde familiares de Juan Pablo II a ministros, pasando por el escritor Paulo Coelho y su mujer, la pintora Christina Oiticica. No menos c¨¦lebre es el nombre del propio Jato, que ya ha dado el salto a la literatura y es protagonista del libro Un paso en el tiempo. Historias de hospitalidad a la vera del camino del Ap¨®stol, de Beth Ann Lahoski.
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