Terapia natural para el estr¨¦s
La playa onubense sirve a los amantes de la soledad para evadirse del mundo
Una lengua de arena dorada a la que hay que acceder en barco. En la costa de Huelva, a apenas 15 kil¨®metros de Punta Umbr¨ªa direcci¨®n Portugal, la din¨¢mica de las mareas ha ido acumulando arena durante cientos de a?os y ha creado, entre la r¨ªa del Piedras y el oc¨¦ano Atl¨¢ntico, un para¨ªso de playa dorada de 12 kil¨®metros de extensi¨®n. Por tres euros y cuatro minutos en barco se accede a este paraje natural, de playa virgen salpicada de retama, que algunos llaman Flecha del Rompido y otros playa de Nueva Umbr¨ªa. La diferencia en el nombre se debe a que los municipios onubenses de Lepe y Cartaya consideran que este fen¨®meno natural, m¨¢s parecido al Caribe que a la costa onubense, pertenece a su t¨¦rmino municipal. Es una cuesti¨®n muy sensible y los vecinos de ambas localidades han elegido la lucha por su propiedad como uno de sus temas favoritos de discusi¨®n. Para Lepe, Nueva Umbr¨ªa (como la denominan) es una extensi¨®n de la playa del Terr¨®n, muy cercana a la localidad de La Antilla. All¨ª nace y de ellos es. Ciertamente, uno puede llegar paseando por la arena desde la bonita playa del Terr¨®n y es aqu¨ª, donde la lengua de arena se une a tierra firme. Los de Cartaya, por otro lado, consideran que La Flecha del Rompido pertenece a su t¨¦rmino municipal por varios motivos, entre ellos, el que la mayor parte de la playa queda justo enfrente del pueblo pesquero de El Rompido (localidad cartayera) y, adem¨¢s, le avalan decenas de documentos hist¨®ricos. El alcalde de Cartaya, Juan Antonio Mill¨¢n, ha escrito decenas de art¨ªculos argument¨¢ndolo. En cualquier caso, a los turistas poco les importa qui¨¦n porte la titularidad del para¨ªso. Alejandra Inzunza, de 22 a?os, mexicana residente en Madrid, regresa del otro lado en el ¨²ltimo barco, a las ocho de la tarde. "Ha sido alucinante. No hab¨ªa nadie y el agua era completamente transparente", explica. Viene morenita y sonriente junto a una amiga de Santander a la que le hab¨ªan recomendado este sitio. El barco regresa a por otro grupo de personas y las amigas, de nuevo en la vida urbana, acudir¨¢n a por la deseada cervecita a uno de los m¨²ltiples chiringuitos de la zona. En El Rompido se encuentran hoteles de todos los niveles (algunos de lujo), restaurantes de calidad y una atm¨®sfera tranquila para relajarse. El chill out de algunos locales puede escucharse por las calles. La playa de La Flecha recuerda a Robinson Crusoe. No tiene ni duchas ni chiringuitos ni ning¨²n tipo de infraestructura. Una verdadera terapia para el estr¨¦s contempor¨¢neo. En el agua, las corrientes del r¨ªo y el mar pueden percibirse y el oleaje no es muy fuerte. No hay muchas personas (salvo alg¨²n domingo de verano) y las que hay son silenciosas. Normalmente pueden verse algunas parejas que pasean de la mano, un grupo de amigos leyendo y dos o tres sombrillas cobijando a alg¨²n solitario que ha accedido en su propia embarcaci¨®n. Aqu¨ª no se acude en masa con sillas plegables, juguetes y fiambreras. Es un lugar tranquilo y solitario. Algunos naturistas de la zona aprovechan que el nudismo est¨¢ permitido y pasean por la flecha como Dios les trajo al mundo. Y nadie les mira. A lo lejos se divisan las construcciones tur¨ªsticas de El Rompido y Punta Umbr¨ªa. Y parecen ser parte de otro mundo, el civilizado, del que uno puede huir por tres euros y unos minutos de traves¨ªa.
El arenal es una lengua de arena de 12 kil¨®metros a la que se llega en barco Lepe y Cartaya se disputan la propiedad de esta playa virgen
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