Tejiendo una revalorizaci¨®n
En la Noticia general para la estimaci¨®n de las artes, tratado publicado en Madrid en 1600 por el jurista espa?ol Gaspar Guti¨¦rrez de los R¨ªos, se afirma que la tapicer¨ªa debe tener la misma consideraci¨®n que las artes pl¨¢sticas. Este autor era, no en balde, hijo de Pedro Guti¨¦rrez, que fue tapicero de Felipe II, pero su afirmaci¨®n no respond¨ªa a un prejuicio de orgullo familiar. Seg¨²n sabemos, hasta llegar nuestra revolucionaria ¨¦poca, las llamadas artes decorativas, suntuarias o industriales antecedieron en prestigio social y econ¨®mico a las artes pl¨¢sticas. El primer tapiz occidental conservado, el Pa?o de san Gere¨®n, tejido en Colonia a comienzos del siglo XI, es una antigua muestra de una actividad que prosper¨® con creciente pujanza en el mundo occidental entre los siglos XII y XVIII, logrando algunas de sus f¨¢bricas -Arr¨¢s, Aubusson, Beauvais, Bruselas, Elsinor, Florencia, Gobelinos o la madrile?a de Santa B¨¢rbara- una acreditaci¨®n hist¨®rico-art¨ªstica imperecedera.
De Rubens a Goya, por citar dos casos de grandes maestros dedicados al dise?o de cartones para tapices, pero, en realidad, una buena parte de los mejores artistas occidentales, todos trabajaron para estas grandes f¨¢bricas, algunas de las cuales hoy todav¨ªa sobreviven. La raz¨®n de ser del tapiz tiene una explicaci¨®n funcional: tejidos con lanas o sedas de diversos colores, su uso tradicional era el de cubrir grandes paramentos de los castillos, palacios o de los templos, dotando estos espacios desnudos de im¨¢genes vistosas y, como quien dice, abrigando lo g¨¦lido de estos ambientes. En nuestra ¨¦poca, ni se dan estos espacios tan monumentales, ni es rentable la fabricaci¨®n artesanal de los tejidos, ni hay que recurrir a estos sistemas para caldear la temperatura de los lugares, con lo que la tapicer¨ªa no ha desaparecido en absoluto, aunque s¨ª se ha replanteado por completo de una manera muy diferente.
?Por qu¨¦ entonces apreciamos ahora una revalorizaci¨®n del tapiz tradicional en los museos, aunque estos no sean de artes decorativas? No creo que sea debido solo a que sus dise?os fueran dibujados por los mejores artistas occidentales, sino porque, m¨¢s all¨¢ de su p¨¦rdida de funci¨®n en la actualidad, comprendemos que en ellos se atesora parte del mejor arte, que sin su ejemplo muchas de las restantes pr¨¢cticas art¨ªsticas hoy muy afamadas no habr¨ªan llegado a ser lo que son. El tapiz ha despertado el inter¨¦s del mejor arte de la vanguardia contempor¨¢nea, como no pod¨ªa ser menos en un mundo como el nuestro en el que cualquier soporte y material est¨¢ legitimado, sea cual sea su origen o funci¨®n, convirti¨¦ndose el tejido del tapiz en una incitaci¨®n creativa que muchas veces se nos presenta como una pieza en el terreno fronterizo que separa pintura y escultura.
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