Instinto narrativo
Nunca neg¨® Almudena Grandes que lo sentimental es un concepto angular en su narrativa. No s¨®lo eso, lo defendi¨® siempre que se le present¨® la ocasi¨®n. ?Por qu¨¦ empiezo mi rese?a de su nueva novela, In¨¦s y la alegr¨ªa, poniendo ¨¦nfasis en una palabra que no pocos colegas miran todav¨ªa con prejuicios y desconfianza, como si no existiera la novela del siglo XIX, como si no existieran ni Dickens ni Benito P¨¦rez Gald¨®s, autores a los que todav¨ªa hay que leer y releer para entender de qu¨¦ va este oficio de la ficci¨®n, adem¨¢s de ser imprescindibles para entender de paso c¨®mo so?aron, sufrieron y amaron sus gentes? Lo hago porque la novela de la escritora madrile?a, con toda su carga hist¨®rica, ideol¨®gica, pol¨ªtica, con su puntillosa informaci¨®n, con sus incisivas conjeturas, es una novela fundamentalmente sentimental. Nunca este adjetivo me pareci¨® m¨¢s necesario en una novela, m¨¢s lleno de sentido literario, ¨¦tico y contempor¨¢neo. Si se conoce bien la obra de Almudena Grandes, se sabr¨¢ la funci¨®n casi compositiva que conlleva el uso de las pasiones. Y se sabr¨¢ que detr¨¢s de todo ello, no hay la explosi¨®n f¨¢cil, complaciente sino la directriz sabia y perfectamente cronometrada de los sentimientos para que se entienda con la mayor transparencia novel¨ªstica y desde el interior de sus propios mecanismos, la contradictoria naturaleza humana enfrentada a s¨ª misma o a los avatares hist¨®ricos, o a las dos circunstancias juntas.
In¨¦s y la alegr¨ªa
Almudena Grandes
Tusquets. Barcelona, 2010
736 p¨¢ginas. 24 euros
In¨¦s y la alegr¨ªa (subtitulada 'El ej¨¦rcito de la Uni¨®n Nacional Espa?ola y la invasi¨®n del Valle de Ar¨¢n, Pirineo de L¨¦rida, 19-27 de octubre de 1944') es la primera entrega de un extenso proyecto novel¨ªstico. Un proyecto galdosiano. Con su misma ambici¨®n. Con su equivalente mirada, mezcla de invenci¨®n, confianza en el ser humano y desilusi¨®n hist¨®rica. El asunto central de la novela (que se lee de un tir¨®n) es la frustrada invasi¨®n de Espa?a, en 1944, por parte de un sector del diezmado Ej¨¦rcito republicano exiliado en Francia. El Valle de Ar¨¢n es el paisaje donde queda empantanada una ilusi¨®n crucial: restaurar la Rep¨²blica y desalojar a Franco y a Falange del poder. Almudena Grandes estructura su ¨¦pico relato en tres segmentos: el primero ata?e a In¨¦s, que nos cuenta en primera persona su odisea personal hasta llegar al coraz¨®n mismo de la invasi¨®n, incluido su romance con uno de sus comandantes, Gal¨¢n. El segundo corresponde a la voz de Gal¨¢n, que nos cuenta su romance con In¨¦s, adem¨¢s de informarnos de la campa?a guerrera. Y luego hay el tercer segmento, probablemente el m¨¢s arriesgado y a la vez lograd¨ªsimo relato de una voz omnisciente que la autora, en un program¨¢tico ep¨ªlogo, nos se?ala que es su propia voz. Si las voces de In¨¦s y Gal¨¢n nos indican, entre el fragor de la lucha emancipadora y el ajetreo cotidiano de la supervivencia (este es uno de los grandes aciertos de la novela: la incrustaci¨®n, en plena ¨¦pica de la lucha a campo abierto como en la clandestinidad, de las escenas dom¨¦sticas: esa ajetreada cocina que domina con art¨ªstica eficacia In¨¦s), el estado luminoso de su amor, la voz de la autora nos conduce por la historia no escrita, soslayada con sospechosa puntualidad, de otros romances, oficiales y extraoficiales, que ata?en a nombres propios del aparato del Partido Comunista Espa?ol en el exilio: nombres como La Pasionaria, Jes¨²s Monz¨®n, Carmen de Pedro, Santiago Carrillo. La misma voz no ahorra las conjeturas que debieron llenar la historia: deslealtades, traiciones peque?as, despechos amorosos, juicios vengativos, envidias, entereza y valor nunca reconocidos. In¨¦s y la alegr¨ªa cuenta con fragmentos antol¨®gicos. El acoso del comandante falangista a In¨¦s, por ejemplo, deber¨ªa figurar en los manuales de narrativa pr¨¢ctica, suponiendo que estos manuales existieran. Ese fragmento da una idea bastante exacta del instinto narrativo de Grandes, de su oficio. Y si me apuran, de su inspiraci¨®n, que en el arte tambi¨¦n cuenta.
Los amores de Pasionaria con Francisco Ant¨®n, de Jes¨²s Monz¨®n con Carmen de Pedro primero y luego con Aurora G¨®mez Urrutia y de In¨¦s con Gal¨¢n, conforman, para decirlo con las mismas palabras de la autora, una historia de cuerpos mortales cuando se cruzan con la Historia inmortal. La historia de Espa?a: un fragmento tr¨¢gico de ella interponi¨¦ndose entre gente noble (y equivocada, a veces, tambi¨¦n). De ello nos habla este deslumbrante relato de h¨¦roes y amantes comprometidos supremamente con el amor y la libertad.
De Trafalgar a 1964
In¨¦s es una lectora voraz de Gald¨®s. Un gui?o que refuerza el empe?o galdosiano de la obra de largo aliento emprendida por Almudena Grandes. Cinco novelas m¨¢s completar¨¢n estos nuevos Episodios. De la misma manera que Gald¨®s acota el tiempo de su proyecto entre la batalla de Trafalgar en 1805 hasta el golpe de Estado del general Pav¨ªa y el Gobierno de C¨¢novas del Castillo en 1874, Almudena Grandes encuadra el suyo entre la fallida invasi¨®n a Espa?a en 1944 hasta los desdichados 25 a?os de paz. No s¨¦ c¨®mo proceder¨¢ Grandes en sus pr¨®ximas entregas, pero a juzgar por lo le¨ªdo, mucho ofrece la escritora de la similar versatilidad narrativa del maestro canario: estructuras calidosc¨®picas, cruce de puntos de vista, relatos omniscientes y en primera persona, narradores directos y testigos, narraci¨®n objetiva, modelo de representaci¨®n realista. La lengua literaria de Grandes es pl¨¢stica (tambi¨¦n lo es en sus novelas la de Gald¨®s), sus leyes oscilan entre el o¨ªdo y la exactitud descriptiva. En In¨¦s y la alegr¨ªa, como en los Episodios galdosianos, siendo Espa?a el fundamento de su materia novelable, la intrahistoria decide al final su sentido capital. Y para terminar, no olvidemos que Gald¨®s, al final de su carrera, confi¨® en la mujer como motor de su idea regeneracionista de Espa?a.
J. E. A.-D.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.