Refuerzos y falacias
El retorno de Celestino Corbacho a la pol¨ªtica catalana ha permitido que buena parte de la opini¨®n p¨²blica espa?ola -y de forma interesada un sector mayoritario del socialismo de Ferraz- reitere su adhesi¨®n inquebrantable a la teor¨ªa de que la llegada del ministro de Trabajo a Catalu?a contribuir¨¢ a centrar al PSC.
Corbacho aterriza pues en tierra de misi¨®n, entre independentistas montaraces, federalistas asim¨¦tricos e incluso presidentes de la Generalitat que critican abiertamente al Tribunal Constitucional. Le espera una tarea m¨¢s dura que a San Francisco Javier en Jap¨®n, porque viene a recuperar esencias, a tratar de desperezar el voto durmiente del llamado cintur¨®n rojo de Barcelona, ese que se queda en casa cuando llegan las elecciones auton¨®micas (PSC) y que, en cambio, acude a las urnas cuando tocan generales (PSOE). Es evidente que Corbacho es una baza ante el electorado: por sus a?os como alcalde de L'Hospitalet de Llobregat -segundo municipio de Catalu?a- y por su paso por el Ministerio de Trabajo. Tambi¨¦n es cierto que ten¨ªa ganas de volver a Barcelona, despu¨¦s de los desencuentros y rectificaciones a las que se ha visto sometido en los ¨²ltimos y agitados meses como ministro por parte de Zapatero. Tampoco le va mal al presidente del Gobierno central relevar al titular de Trabajo despu¨¦s de una reforma laboral contestada que traer¨¢ una huelga general el 29 de septiembre.
Corbacho es una baza para el PSC, pero no hay ung¨¹ento m¨¢gico que despierte el voto del cintur¨®n
Es un c¨²mulo de circunstancias el que ha tra¨ªdo a Corbacho a Catalu?a. Su presencia per se en las listas del PSC no va a provocar que ante las urnas se arremolinen los obreros de mono azul, esos que cierto imaginario socialista espa?ol sit¨²a en los arrabales de Barcelona.
Y para contribuir a que un parte del socialismo derribe dogmas no hay nada mejor viajar y leer. En este sentido, es recomendable el trabajo del profesor y ex consejero de la Generalitat Josep Maria Vall¨¨s sobre la abstenci¨®n en las ¨¢reas metropolitanas de Barcelona y Madrid, en el que muestra el asombroso parecido entre los comportamientos electorales de las dos conurbaciones en los comicios generales y en los auton¨®micos. En Barcelona el diferencial abstencionista a favor de las generales es del 16,8 puntos; en el ¨¢rea metropolitana de Madrid, 15,5. El factor identitario catal¨¢n de los comicios solo pesar¨ªa para un 1,3 m¨¢s en Barcelona que en la capital de Espa?a. Para rematar una de las falacias que m¨¢s afici¨®n ha creado, solo hay que echar mano de hemeroteca y recordar que las dos ¨²nicas veces que el PSC ha vencido en n¨²mero de votos a CiU en unas auton¨®micas ha sido cuando Pasqual Maragall encabezaba la lista. La primera ocasi¨®n fue en 1999 contra Jordi Pujol; en la segunda en 2003, cuando tuvo a Artur Mas como rival.
Ahora, las encuestas muestran al PSC en sus horas m¨¢s bajas y a CiU m¨¢s arriba que nunca en los ¨²ltimos a?os. Faltan m¨¢s de dos meses para las elecciones y seguramente nada quedar¨¢ como est¨¢. Puede cambiar y bastante, pero es dif¨ªcil que el vuelco sea total. Corbacho es un activo en ese intento y, como la pr¨¢ctica totalidad de los dirigentes del PSC, no es nacionalista. Tampoco lo es Jos¨¦ Montilla -tambi¨¦n ministro de Zapatero- y sin embargo hay quien lo tiene por tal. El ex ministro valenciano Jordi Sevilla desconfiaba de que Catalu?a estuviera psicol¨®gicamente preparada para asumir a un charnego en la presidencia de la Generalitat. Sin embargo, el charnego ha llegado a presidente y en funci¨®n de tal y en defensa de los principios democr¨¢ticos y catalanistas se ha convertido en la bicha independentista para parte de Espa?a.
Dicen que Corbacho tiene en su activo no haber defendido el pacto con Esquerra en la ejecutiva del PSC. Que prefiere a CiU. En eso seguramente coincide con el PSOE y, por parad¨®jico que parezca, con el sector m¨¢s catalanista del PSC. Pero si la virtud fuera la sociovergencia, ni Maragall ni Montilla hubieran llegado nunca a la presidencia. El PSC no es capaz por si solo de lograr una mayor¨ªa parlamentaria que le permita acceder a la Generalitat.
Quiz¨¢s los buscadores de razones para explicar el pinchazo socialista deber¨ªan revisar el proyecto, el contexto y la capacidad de ilusionar al electorado del PSC, algo de lo que fue capaz Maragall. Y ahora no solo han de hacerlo para luchar por la Generalitat, sino tambi¨¦n para no perder el Ayuntamiento de Barcelona, aun a riesgo de caer en la herej¨ªa.
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