?Una petici¨®n puede salvar una vida?
La pregunta no tiene respuesta, pero la clave para que se le conmute la pena a Sakineh, la mujer iran¨ª condenada a morir lapidada, puede estar en que m¨¢s pa¨ªses y personalidades exijan su liberaci¨®n
Era la pregunta que se hac¨ªan, hace ahora 15 d¨ªas, los promotores del llamamiento: "Hay que impedir la lapidaci¨®n de Sakineh".
Y es la pregunta que se hacen desde entonces las decenas de miles de mujeres y de hombres que, cada d¨ªa, cada hora, algunos d¨ªas al ritmo de una firma por segundo, se han ido sumando a ese primer llamamiento.
Desgraciadamente, nadie tiene respuesta para una pregunta tan espantosa.
Y nada nos dice que a lo largo de los pr¨®ximos d¨ªas, tal vez ma?ana mismo, no se vaya a aplicar el atroz veredicto, que el bello rostro de Sakineh Mohammadi Ashtiani no vaya a quedar reducido a la misma masa informe que el de esos dos amantes afganos que, efectivamente, el pasado 16 de agosto fueron lapidados hasta la muerte en la provincia de Kunduz.
Entre los jueces iran¨ªes hay una corriente que estima exorbitante el precio a pagar por la ejecuci¨®n de la joven
Un responsable de la prisi¨®n le dijo a Sakineh la noche del 28 de agosto que deb¨ªa prepararse para morir
Pero, en el fondo, yo no lo creo.
Creo, quiero creer, que la campa?a de movilizaci¨®n emprendida por Lib¨¦ration, Elle y La R¨¨gle du Jeu puede terminar triunfando.
Y esto al menos por tres razones.
En primer lugar, porque, como bien dijo una de las personas que antes respondieron a nuestra invitaci¨®n de dirigir cada d¨ªa "una carta a Sakineh" (Charlotte Gainsbourg), tenemos la suerte de vivir en un pa¨ªs en el que la ¨²ltima palabra la tiene ese amo absoluto que es la opini¨®n p¨²blica: cuando cerca de 50.000 hombres y mujeres (el n¨²mero de los que han firmado en el momento en que escribo) opinan que la lapidaci¨®n es un crimen de una ignominia insondable; cuando todos respondemos un¨¢nimemente (al margen de las lealtades y creencias de cada cual) con la letra de nuestros nombres a las piedras del obscurantismo y el crimen, los amos de segunda, es decir, los gobernantes, est¨¢n facultados para intervenir y sumarse al sentir general. ?Acaso es casual que el primer pa¨ªs que, a trav¨¦s de la voz de Nicolas Sarkozy, se ha comprometido firmemente con la causa de esta joven mujer sea el mismo del que parti¨® la petici¨®n?
A continuaci¨®n, porque por muy implacables que sean las dictaduras, por mucho que sus autoridades carezcan de escr¨²pulos, alma y virtud, nunca son completamente autistas, y en el pulso que mantienen con el mundo de las democracias, que es como su modo de ser y su segunda naturaleza, est¨¢n atentas a todos los signos: cuando un pa¨ªs como Francia se posiciona tan claramente, cuando declara por boca de su presidente que la joven mujer est¨¢ bajo su "responsabilidad", cuando hace del caso una cuesti¨®n de principios y de honor, el r¨¦gimen de Teher¨¢n tiene que tenerlo en cuenta, de una manera o de otra. En La R¨¨gle du Jeu, a trav¨¦s de la Red de blogueros y de sitios web iran¨ªes a la que estamos conectados, recibimos indicaciones que parecen se?alar la propagaci¨®n, en el seno del aparato judicial, de una corriente que estima que el precio a pagar por la ejecuci¨®n, en plena ¨¢gora de la aldea planetaria, de una mujer cuyo ¨²nico crimen parece ser el de haberse enamorado ser¨ªa exorbitante y demasiado arriesgado para el r¨¦gimen.
Y finalmente, porque en ese escenario de alta tensi¨®n que es el de la cuesti¨®n iran¨ª, en el teatro mundial en el que se enfrentan los amigos de la democracia y los partidarios de una teocracia que pronto ser¨¢ nuclear, hay un tercer actor que desempe?a y desempe?ar¨¢ un papel cada vez m¨¢s decisivo: este actor es la sociedad civil iran¨ª, que lucha contra su Estado por la defensa de la cultura y los valores de la gran civilizaci¨®n persa. Y el hecho es que con esta petici¨®n, con este llamamiento en favor de una mujer cuyo nombre era desconocido ayer mismo y a la que hoy el mundo entero llama por su nombre de pila, con este acto de reconocimiento de un rostro que, en unas pocas semanas, se ha convertido en un verdadero icono planetario, se impone el primer signo de solidaridad concreta dirigida a esta sociedad civil desde que, hace poco m¨¢s de un a?o, le fuera robado el voto. Raz¨®n suplementaria por la que Ahmadineyad y los suyos no pueden permanecer sordos al llamamiento que se les hace.
Pero, lo repito, nada nos dice que ma?ana mismo no vayamos a despertarnos con la terrible noticia de la ejecuci¨®n de esta joven mujer.
Y no todas las informaciones que me llegan ¨²ltimamente desde Ir¨¢n son alentadoras: aunque, frente a la ola de indignaci¨®n planetaria, el poder haya "suspendido" oficialmente la ejecuci¨®n de la sentencia, parece que: 1. El caso Sakineh acaba de volver a abrirse (lo que en un Estado de derecho tal vez ser¨ªa buena se?al, pero, en Teher¨¢n, parece indicar m¨¢s bien que se est¨¢n preparando para a?adir nuevos cargos); 2. Sajjad, su hijo de 22 a?os, no tiene el m¨¢s m¨ªnimo contacto con ella (lo que evidentemente es mala se?al); 3. La noche del 28 de agosto, un responsable de la prisi¨®n de Tabriz fue a anunciar a Sakineh que deb¨ªa prepararse para morir y que hab¨ªa llegado el momento de expresar sus ¨²ltimas voluntades (y esto, claro est¨¢, nos pone los pelos de punta).
Pero precisamente por eso.
Raz¨®n de m¨¢s para continuar implorando una y otra vez la clemencia de los jueces.
Y raz¨®n de m¨¢s para, frente a lo que, por otra parte, podr¨ªa no ser sino una forma m¨¢s de intimidar y sembrar el terror, proseguir la movilizaci¨®n de las conciencias.
A poco que otros pa¨ªses se unan r¨¢pidamente a Francia (?Italia? ?Alemania? ?Estados Unidos? ?Espa?a?), a poco que otras voces se hagan eco, a su vez, de nuestro llamamiento (?los intelectuales musulmanes del mundo ¨¢rabe? ?de Europa?), a poco, finalmente, que cada d¨ªa m¨¢s y m¨¢s personas firmen el llamamiento contra el fanatismo y por el indulto..., entonces, creo que s¨ª, que una petici¨®n salvar¨¢ una vida.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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