"?China, potencia emergente? ?Claro, desde hace siglos!"
Pan Guang (Shanghai, 1947), polit¨®logo e historiador experto en la presencia de jud¨ªos en Asia, quiere ir a los toros. Las ganas de flamenco las colm¨® en dos visitas anteriores a Madrid, en las que frecuent¨® los tablaos, pero lo de la corrida tiene mal arreglo: no hay entradas. Ante un erudito que adem¨¢s es miembro del consejo consultivo de la ONU para la Alianza de Civilizaciones, cabe solo una opci¨®n, lamentar su escasa suerte. Lo de malearle con la reventa no parece de recibo.
Porque, como ¨¦l dice bromeando, es "embajador" de la Alianza. Tal vez por eso, o por lo oriental, se pone -y luego se quita- la corbata para las fotos. "Soy uno de los 20 expertos que forman el alto consejo consultivo que asesora a Ban Ki-moon sobre la Alianza de Civilizaciones", explica, "aunque el ¨²nico chino soy yo". "Y s¨ª, nos llaman embajadores, aunque no somos diplom¨¢ticos, solo redactamos sesudos informes", bromea.
El polit¨®logo es uno de los asesores de la ONU para la Alianza de Civilizaciones
Pero Pan no ha venido a Madrid como embajador, sino de la mano de Casa Sefarad para disertar sobre una de sus especialidades: la historia de las comunidades jud¨ªas en Asia. "En China hay unos 40.000, en el resto de los pa¨ªses no me atrevo a dar cifras. Hay un n¨²mero importante en Calcuta, por ejemplo", explica este acad¨¦mico de Ciencias Sociales.
?Y c¨®mo llegaron los jud¨ªos a Extremo Oriente? "En distintas oleadas, desde los primeros, en el siglo VII, hasta los que hu¨ªan del nazismo, pasando por los sefard¨ªes expulsados en 1492 o los jud¨ªos rusos que escaparon de la revoluci¨®n bolchevique, o unos pocos que lucharon con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil. Unos fueron r¨¢pidamente asimilados por el confucionismo; otros se mantuvieron en estado latente... Es algo desconocido incluso para los israel¨ªes", cuenta.
Cap¨ªtulos perdidos de la historia emergen a la vida en un mediod¨ªa madrile?o de sol y calor. Absorbido por la conversaci¨®n, Pan hace trampa en la elecci¨®n del men¨²: los camareros son chinos, as¨ª que le resulta f¨¢cil amoldar la oferta de la carta a sus gustos y comer casero. El personal del restaurante le sirve con envarado respeto, pero ¨¦l se explaya con la geopol¨ªtica mientras da espor¨¢dicos sorbitos al cuenco de sopa o enarbola los palillos para atacar el tofu.
"Entre 1933 y 1936, Shanghai se convirti¨® en la ¨²nica ciudad del mundo que aceptaba a extranjeros sin visa", explica, en referencia a su ciudad. ?l vive en la antigua calle de Lafayette, y de vez en cuando, cuenta, un occidental de visita en Shanghai llama a su puerta y le explica que sus padres, o sus abuelos, vivieron en esa finca.
Cuesta centrarse en un solo tema, dado el abanico de intereses -y lugares- que despliega. ?Con qu¨¦ periodo se queda? ?Con qu¨¦ territorio? "Sin duda alguna, Asia Central. Es el tablero donde confluyen todas las l¨ªneas maestras del mundo: el islam, el cristianismo, el budismo; el comercio y, hoy, la tecnolog¨ªa; el terrorismo...".
Imposible tambi¨¦n resulta no preguntarle por China. Esboza una sonrisa: "?China, potencia emergente? ?Pero si llevamos si¨¦ndolo varios siglos! Ahora bien, a diferencia de tiempos pasados, ahora es su capacidad econ¨®mica, y no la militar, la que nos sit¨²a por encima", subraya. "No todo est¨¢ bien", dice sin dar tiempo a ser preguntado por el d¨¦ficit democr¨¢tico. "En derechos humanos se puede mejorar, pero es un pa¨ªs seguro, estable y con trabajo", apunta. Y dice que no es diplom¨¢tico...
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