La per¨ªfrasis y el juego del avestruz
Las crisis con Marruecos se encadenan, se transforman de inmediato en asuntos de pol¨ªtica interior para intentar sacar rentabilidad pol¨ªtica, pero nunca se aclaran suficientemente ante la opini¨®n p¨²blica, a fin de que esta comprenda la naturaleza c¨ªclica de los desencuentros y las responsabilidades que, a uno u otro lado del Estrecho, deben atribuirse en su aparici¨®n.
La ya pen¨²ltima crisis hispano-marroqu¨ª ha dejado sin respuesta dos preguntas: qui¨¦n estaba en el origen y dirig¨ªa realmente la acci¨®n de embargo a la ciudad de Melilla y qu¨¦ objetivo se persegu¨ªa con la protesta. La visita del ministro Rubalcaba a Marruecos cerr¨® la crisis ante nuestro vecino pero no aport¨® las explicaciones que la opini¨®n espa?ola requer¨ªa.
Es esencial que Espa?a y Marruecos incorporen el futuro de Ceuta y Melilla a la agenda com¨²n
Ceuta y Melilla viven de un modelo econ¨®mico con fecha de caducidad
En lo que ata?e a la primera pregunta, no hay que perder de vista que en los reg¨ªmenes personales -como lo es Marruecos- hay parad¨®jicamente m¨¢s actores que participan en las decisiones de los que se piensa. Pues junto a la cabeza rectora que puede decidir mover los hilos en circunstancias determinadas, est¨¢n las de no pocos "fieles servidores de Su Majestad" cercanos a la esfera del poder absoluto, que creen interpretar con sus acciones los sentires de quien lo personaliza, adoptando decisiones por su cuenta que pueden llegar a crear situaciones dif¨ªcilmente reparables, que acaban poniendo en gran embarazo al ¨²ltimo responsable. Es lo que, a mi juicio, ocurri¨® con el caso de Aminetu Haidar y si la crisis de Melilla no ha llegado a tanto ha sido, en parte, por el telefonazo real que contribuy¨® a abortar en el huevo una deriva peligrosa. Porque si parece evidente que el rey de Marruecos no va a sugerir y menos dirigir un episodio como este, tambi¨¦n lo es que cuenta con todos los elementos para abortarlo.
Entre esos "fieles servidores de S. M." distingo los funcionarios en celo de los pol¨ªticos electos ejerciendo funciones de gobierno. Los primeros no tienen m¨¢s agenda que la de interpretar las directrices pol¨ªticas expresadas en los discursos reales, mientras los segundos tienen que conciliar dichas directrices con su propia agenda de partido.
Desde hace a?os, desde que el Gobierno de la alternancia se vio impotente para llevar a cabo un proyecto pol¨ªtico propio, la agenda de los partidos en el Gobierno -la casi totalidad de los que cuentan en el pa¨ªs- ha ido siempre a remolque de las iniciativas reales, qued¨¢ndoles solo un reducido margen para imprimir un sello particular a su interpretaci¨®n de las directrices, mostr¨¢ndose m¨¢s papistas que el papa en las cuestiones nacionalistas y de fronteras. Buen ejemplo de esto nos lo ha dado el ministro de Comunicaci¨®n y portavoz del Gobierno de Marruecos en lacrisis de los activistas de El Aai¨²n, encubriendo la agresi¨®n a estos y justific¨¢ndola como la expresi¨®n de sentimientos de c¨®lera de la poblaci¨®n que no debe reprimirse.
Militares de alto rango y consejeros reales forman parte tambi¨¦n de los "fieles servidores", actuando m¨¢s en la sombra, cada uno seg¨²n sus competencias. Y no hay que olvidar a los consejeros de facto, el c¨ªrculo de amigos del monarca que, con atribuciones de responsabilidad o sin ellas, se sabe que influyen de manera directa en sus discursos, en las orientaciones de la pol¨ªtica y en la toma de decisiones.
Pero tan importante como qui¨¦n -o qui¨¦nes- adoptan las decisiones es qui¨¦n -qui¨¦nes o qu¨¦- marca el tempo de las acciones que comportan dichas decisiones. Y estamos aqu¨ª en la dif¨ªcil respuesta a la segunda de las preguntas: averiguar el porqu¨¦ de la trascendencia que se dio en Marruecos a unos incidentes de frontera.
Todo arranc¨® con un altercado entre ciudadanos marroqu¨ªes y polic¨ªas espa?oles en la frontera de Beni Enzar. Pero del altercado hay dos versiones: la de la polic¨ªa espa?ola, que minimiza los hechos, y la marroqu¨ª, que dio lugar a cinco comunicados de Exteriores que daban a entender que por parte espa?ola se hab¨ªa puesto en duda la palabra del "Gobierno de Su Majestad el Rey (...) frente a casos de violencia demostrada por informaciones de fuentes no oficiales". ?Guardaba proporci¨®n el altercado con la protesta marroqu¨ª? ?Fall¨® algo en la explicaci¨®n dada por parte espa?ola al Gobierno marroqu¨ª? ?Explot¨® este la coyuntura para pasar un mensaje al Gobierno espa?ol seg¨²n la "ret¨®rica de la per¨ªfrasis", la t¨¦cnica habitual en la diplomacia alau¨ª, que recurre siempre a circunlocuciones para expresar sus descontentos, sin precisar nunca el objeto real de su enfado? ?Qu¨¦ papel desempe?aron unas asociaciones irrelevantes en la explotaci¨®n y sobredi-mensi¨®n del altercado? ?Se vio el Gobierno marroqu¨ª, presidido por el l¨ªder del principal partido irredentista, en la tesitura de tener que seguir y alentar una movilizaci¨®n ya en marcha, m¨¢s medi¨¢tica que popular? ?Por qu¨¦ la prensa marroqu¨ª difunde una tan negativa imagen de Espa?a? De nuevo preguntas sin respuesta clara.
Detr¨¢s de cierta prensa est¨¢n partidos como el Istiqlal o el PPS, ambos en el Gobierno, que han hecho bandera de su nacionalismo y que arrastran a otros como el alica¨ªdo USFP en la misma din¨¢mica. Explotan desde siempre un clich¨¦ que poco coincide con la realidad: el de que Franco no ha muerto, el de que vive a¨²n en las Fuerzas de Seguridad del Estado que no han cambiado desde la dictadura, y que tienen en Ceuta y Melilla su ¨²ltimo reducto. Ignoran que estas dos ciudades, pese a la pervivencia indudable de nost¨¢lgicos en ellas, tienen hoy poco que ver con aquellos cuarteles de anta?o. Cuentan adem¨¢s con partidos musulmanes que apuestan por un futuro europeo para los enclaves en armon¨ªa con su entorno marroqu¨ª. Pero esta visi¨®n hostil a Espa?a de la prensa partidaria marroqu¨ª la comparten tambi¨¦n peri¨®dicos no ligados a partidos pero s¨ª a intereses de grupos o sectores del r¨¦gimen y aun a personajes influyentes del c¨ªrculo del poder. En ese contexto, la visita de Aznar a Melilla no ha hecho m¨¢s que alentar esta visi¨®n de hostilidad.
?Pero recoge la prensa el sentir real de los marroqu¨ªes? ?O este era el de las manifestaciones de j¨²bilo en las calles de las ciudades de Marruecos por el triunfo en el Mundial de nuestra selecci¨®n de f¨²tbol?
Entre Marruecos y Espa?a el contencioso sobre la pertenencia de las ciudades de Melilla y Ceuta va a seguir coleando, siempre en la incertidumbre y con riesgos de sobresaltos, no solo mientras las autoridades del primero quieran pasar alg¨²n mensaje, sea sobre la soluci¨®n al problema del S¨¢hara o cualquier otro de los temas conflictivos en com¨²n, sino sobre todo, mientras el futuro de las ciudades siga siendo un tab¨² del que no se habla.
Las ciudades viven de un modelo econ¨®mico con fecha de caducidad, basado en un tr¨¢fico comercial apoyado en la anima-lizaci¨®n del ser humano, con particular violencia sobre la mujer porteadora. Ceuta y Melilla merecen mejor futuro y ello pasa por consolidarlos como centros de desarrollo (como recordaba David Luengo en un reciente an¨¢lisis en este peri¨®dico), generadores de empleos dignos para los habitantes de su entorno. Y ello exige un nuevo modelo para la econom¨ªa de las ciudades que pasa por la inversi¨®n y la cooperaci¨®n transfronteriza, hoy por hoy irrealizable mientras los dos Gobiernos no decidan dejar de jugar al avestruz incorporando a la luz p¨²blica la cuesti¨®n del futuro de Ceuta y Melilla como elemento esencial de la agenda com¨²n.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del islam contempor¨¢neo en la UAM y miembro del Comit¨¦ Averroes.
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