Enseres
Obligado a efectuar cortes y recortes y a recaudar todo lo recaudable por las esquinas para paliar el d¨¦ficit abrumador de sus depauperadas arcas, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido suspender la recogida de enseres dom¨¦sticos que efectuaba una vez al mes a domicilio. Los enseres, he aqu¨ª una palabra que no tiene singular, caj¨®n de sastre que agrupa cualquier clase de muebles, utensilios y objetos de uso dom¨¦stico o profesional. Un enser no es nada, ni siquiera aparece en los diccionarios, necesita el plural para tomar carta de naturaleza, los enseres son objetos que pierden su ser cuando abandonan los hogares o los talleres porque ya no sirven, porque dejaron de ser ¨²tiles para convertirse en inc¨®modos cachivaches. El recuerdo de sus d¨ªas de gloria, cuando realizaban satisfactoriamente sus funciones o serv¨ªan de hogare?o ornato, suele darles un tiempo supletorio. Cuesta deshacerse del viejo sof¨¢, hollado por varias generaciones, pisoteado por ni?os juguetones, acomodo confortable de siestas subrepticias, acogedor refugio de veladas familiares frente al televisor, descanso de guerreros esforzados, confidente discreto de la intimidad o recept¨¢culo de visitas. Defenestrar a estos testigos mudos y sufridos de nuestras vidas para dejarlos tirados en el portal, suele ser objeto de disputas familiares, siempre hay alguien que se encari?¨® con el mueble, m¨¢s all¨¢ de su utilidad o de su est¨¦tica, alguien que se resiste a cambiar la oronda c¨®moda por su versi¨®n de Ikea, gente que pone lo sentimental por encima de lo ergon¨®mico y lo pragm¨¢tico.
El d¨ªa de la recogida municipal de muebles, en el portal se realizaban ins¨®litos trueques
El d¨ªa de la recogida municipal de enseres en los portales ha sido testigo de muchas tragedias peque?itas, pero tambi¨¦n de felices e inesperados hallazgos. He visto c¨®mo los vecinos del tercero izquierda se llevaban la l¨¢mpara desechada por los del segundo derecha y a estos ¨²ltimos cargar con una estanter¨ªa abandonada por los primeros y he seguido las evoluciones de los cazadores de enseres dispuestos a darle una segunda oportunidad, una nueva vida a los desechos. He visto nuevos caf¨¦s amueblados con viejos enseres, el renacer del skay y de la formica reciclados en vintage, mesas y sillas desparejas, espejos de marco dorado e historiado compartiendo espacio con muebles modernos que no tardaron en pasar de moda, anticuados y mudos aparatos de radio recuperados por su esmerado dise?o.
Cuando los empleados del Ayuntamiento llegaban para incautarse de los enseres expuestos a la intemperie solo encontraban los objetos m¨¢s pesados y voluminosos que no se pueden cargar a la espalda o llevar en las manos, armatostes que a partir de ahora se quedar¨¢n en casa, inc¨®modos como esos cad¨¢veres de los que tanto cuesta desprenderse a los mafiosos en la impunidad de las madrugadas. En la noche de los enseres rotos se realizaban ins¨®litos trueques e incruentas cacer¨ªas y hubo un tiempo, a mediados de los a?os setenta, cuando los antiguos edificios de pisos de los barrios del centro se rehabilitaron en inmuebles de apartamentos en los que hicieron moderada fortuna chamarileros de ocasi¨®n con los pecios de aquellos naufragios que h¨¢biles e imaginativos artesanos reciclaban, reparaban, pul¨ªan y decoraban al gusto psicod¨¦lico. A?os en los que, siempre a rega?adientes, colabor¨¦ con algunos amigos artistas en sus ¨ªmprobas colectas o ayud¨¦ a mis colegas a amueblar sus viviendas cargando con mesillas de noche o mesas camillas, vetustas librer¨ªas, espejos o sillones. Sal¨ªas de casa con las manos vac¨ªas, luego portabas una l¨¢mpara que a¨²n ten¨ªa arreglo que abandonabas m¨¢s tarde para abrazarte a una estanter¨ªa que cambiabas luego por un perchero presuntamente art nouveau, m¨¢s bien aznavour como dec¨ªa el amigo esc¨¦ptico.
La supresi¨®n de La noche de los enseres vivientes privar¨¢ a muchos artistas recicladores de sus materias primas y a los enseres mismos de su resurrecci¨®n y reivindicaci¨®n, de rehacer sus vidas y de alegrar las nuestras con sus tesoros de bagatela.
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