Sillas calientes
O sea que todo se reduc¨ªa a esto. El contendedor, m¨¢s importante que el contenido. El edificio de la biblioteca, m¨¢s que la sabidur¨ªa. Y las sillas a 600 euros cada una, que la posici¨®n de las posaderas es vital si queremos perdurar en el tiempo y sostener el pensamiento, que pesa lo suyo, unos minutillos. Tanto hablar del despilfarro, de la mala gesti¨®n, de la apostas¨ªa del bipartito y hete ah¨ª que volvemos a las andadas. Y lo que es peor, nadie habla de cultura, ni siquiera se menciona un proyecto cultural acorde con estos tiempos, eso, por lo visto, es lo de menos, eso no es tan importante como cortar la cinta el d¨ªa de la inauguraci¨®n y que est¨¦ listo el palco de la orquesta, que ya ir¨¢n llegando los romeros. Por cierto, no digo yo que est¨¦ mal que la celebraci¨®n la oficie Arcade Fire, que me encantan, o que venga el Papa de Roma, que lo respeto, pero, por favor, dejen ya de enga?ar al personal creando departamentos y monumentos, secretar¨ªas y observatorios, jornadas y congresos, exaltaciones y aniversarios para concluir que solo est¨¢bamos pensando en las putas sillas. Adem¨¢s, a qu¨¦ precio, se?ores, que a lo mejor en Ikea nos apa?¨¢bamos unos centenares con unos miles de euros menos y son de chopo escandinavo, ?o es que el maderamen tambi¨¦n tiene que cumplir el reglamento de bibliotecas y archivos?, ?o acaso no saben que la ergonom¨ªa y la egolatr¨ªa son posiciones m¨¢s o menos coincidentes en el mapa intelectual? Pues no, oigan, y siguiendo con el ejemplo de la compa?¨ªa sueca que acaba de abrir en A Coru?a, y predicando con el ejemplo de esta tendencia les dir¨¦ que hay un programa en Italia dedicado a los libros que se llama Billy, s¨ª el nombre de la estanter¨ªa, es decir, que a este paso podemos deducir que si en los sesenta los Beatles pod¨ªan presumir de ser m¨¢s famosos que Jesucristo, en 2010 hemos culminado la tarea redentora: ya es m¨¢s importante el dise?ador de la estanter¨ªa que la obra de M¨¦ndez Ferr¨ªn o Manuel Rivas. Se supone que los nuevos amos del universo -o sea, arquitectos fosterianos que seducen a pol¨ªticos sin escr¨²pulos- saben lo que se hacen: puentes para ver, museos vac¨ªos, parques sin ni?os, cementerios que parecen hoteles, toda esa patra?a que m¨¢s o menos viene a significar que lo importante es el ego del constructor y no la finalidad de la construcci¨®n. M¨ªrame y no me toques.
Ya es m¨¢s importante el dise?ador de la estanter¨ªa que la obra de M¨¦ndez Ferr¨ªn o Manuel Rivas
Gai¨¢s, chivo expiatorio de esta barbarie cultural que nos invade, no est¨¢ solo en el Olimpo. Por todas partes hay alcaldes, bodegueros y presidentes que pretenden elevar la cultura a museo ornamental cuando no hacer de los creadores vivos un mausoleo prematuro, no digamos si son deportistas o reinas de la belleza. Es la corriente y hay que saber hacia d¨®nde empuja. Hoy mismo me he quedado fascinado con la llegada de Ferr¨¢n Adri¨¢ a la Universidad de Harvard. ?No ser¨ªa mejor para todos m¨¢s que la deconstrucci¨®n de la sardina, la matem¨¢tica del arenque y la quintaesencia del rodaballo un happy meal a base de pimientos, cachelos y un pollo de corral? Claro, la filosof¨ªa traiciona a los nuevos alquimistas pensando que todo lo que ha quedado atr¨¢s es barbarie. Muchos han ca¨ªdo en la trampa y han sido aniquilados por el mercado. La mayor parte est¨¢n siendo alimentados ya por una cadena de hamburgueser¨ªas y una red social, con eso ya tienen alimento para el cuerpo y no digamos para el esp¨ªritu.
El problema de las sillas es la quintaesencia de esa pendejada que insin¨²a que hay que sentarse en un mueble de dise?o para leer a Rosal¨ªa, cuando la verdad es que mejor suena en un banco de piedra o a lomos de una mula por el camino de Bastavales . Pero claro, tambi¨¦n los libros se han convertido, m¨¢s que en una fuente de conocimiento y de placer, en objeto de colecci¨®n y ornamento. Hete ah¨ª que a Cela, al que tanto le llov¨ªa en su casa de Iria Flavia por la mala cabeza de sus gestores y la huida de sus patrocinadores, ahora encuentra "acougo" en este Monte de Piedad compostelano. Y no digo yo que no haya que salvar esos libros de las goteras, pero habida cuenta de la soberbia de su amo y sus albaceas, me parece un amargo colof¨®n que entren ahora como reclamo en esta nueva orden. Estoy convencido de que el Gai¨¢s no es el problema, el problema es qu¨¦ hacer con la cultura, ya sea la gallega, la catalana o la merovingia, y eso, precisamente eso, provoca dolor de cabeza a nuestros gestores, que piensan que la mejor forma de acabar con la jaqueca es sentarla en una biblioteca moderna a tomarse unas aspirinas.
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