?Aprobar¨ªas el Bachillerato?
Me hab¨ªa prometido que de este curso no pasaba y voy a cumplirlo. Desde aqu¨ª lo aviso: llevo en el bolso una arma de destrucci¨®n masiva de la propaganda infundada sobre el bajo nivel de exigencia de la ense?anza p¨²blica. He recopilado los ex¨¢menes de septiembre (algo menos exigentes que los de la convocatoria ordinaria) de dos cursos, segundo de ESO y primero de Bachillerato, y a todo aquel que me diga que la ense?anza es un aut¨¦ntico coladero sin nivel ni contenido le propondr¨¦ aprobar los ex¨¢menes de alguno de estos dos niveles.
Les he dado a escoger a algunos amigos qu¨¦ prueba quer¨ªan realizar y, por supuesto, han elegido primero de Bachillerato. A pesar de eso, he insistido en que antes ten¨ªan que superar la denostada ESO. Cuando he empezado a disparar preguntas, algunos han sonre¨ªdo con suficiencia y despu¨¦s se han trastabillado en preguntas f¨¢ciles, como los cambios qu¨ªmicos de la materia, las ecuaciones de segundo grado, las funciones del lenguaje o las distintas perspectivas en la pintura. Les he insistido en que se trataba solo de aprobar pero, a¨²n as¨ª, han sacudido la cabeza, han gastado alguna broma y no han querido proseguir el examen. Todav¨ªa no he conseguido hacer la prueba del Bachillerato, pero barrunto que ser¨¢ revelador someter a estos ex¨¢menes a todos aquellos que proclaman que las exigencias del sistema educativo son ¨ªnfimas. Quisiera verlos debatirse en la l¨®gica aplicada, la interpretaci¨®n de textos complejos, las aportaciones de Guillermo de Ockham, la crisis del segundo imperio o el funcionamiento celular...
Hay un oscuro inter¨¦s por desprestigiar el sistema educativo, por confundir los t¨¦rminos del debate y por convertir en regla general las excepciones. Con respecto al Bachillerato resulta a¨²n m¨¢s curiosa la contradicci¨®n entre la opini¨®n negativa respecto a sus contenidos, y la que mantienen los padres que tienen hijos en esta fase de sus estudios. Mientras que la opini¨®n general insiste en la baja cualificaci¨®n, esfuerzo y contenidos, los padres afectados pueden comprobar la dureza, la densidad de los contenidos y el esfuerzo requerido para conseguir superar los dos cursos.
Curiosamente, aquellos que denuncian con mayor ah¨ªnco el fracaso escolar en el Bachillerato, se han opuesto con rigor a flexibilizar, no los contenidos, sino las oportunidades de los j¨®venes para conseguir esta titulaci¨®n.
El Bachillerato ha sido el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena educativa. La dificultad y densidad de sus contenidos junto a los cantos de sirena de las ganancias f¨¢ciles para los j¨®venes en trabajos de baja cualificaci¨®n durante los a?os de desarrollismo feroz, han amenazado seriamente estos estudios que, desde mi punto de vista, le dan a un pa¨ªs un plus de ciudadan¨ªa, de civismo y de cultura.
Cuando el Ministerio de Educaci¨®n intent¨® reformar la normativa para que el Bachillerato pudiera cursarse en tres a?os, con la idea de evitar que miles de j¨®venes abandonaran las aulas sin pasaporte a carreras de grado medio o superior, la Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de la Ense?anza -con el amparo pol¨ªtico de la derecha espa?ola- recurri¨® la orden y consigui¨® que el Tribunal Supremo anulara la medida. Al parecer, su sentido acusado del negocio educativo les hizo temer p¨¦rdidas econ¨®micas para la ense?anza privada. El Ministerio por su parte, anunci¨® que resolver¨ªa el tema con urgencia por otras v¨ªas, cuesti¨®n que ha olvidado por completo el aclamado ministro actual.
Estas son algunas de las razones por las que me estremecen las promesas de cambio educativo que anuncia el PP, porque se niegan a analizar los factores sociales que acompa?an al sistema educativo y bajo la bandera blanca de la cultura del esfuerzo esconden la exclusi¨®n social, la privatizaci¨®n de la educaci¨®n y el elitismo del anterior sistema, hasta el punto que parecen regodearse con los malos resultados, como si el fracaso de los j¨®venes les confiriera una victoria imaginaria a su generaci¨®n, en la que el simple hecho de ser estudiante era ya un distintivo de clase social.
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