El oscuro parentesco de un "perdedor de festivales"
"En Balada triste de trompeta he reconocido el parentesco con unos directores que no hab¨ªa sentido nunca. De pronto me digo a m¨ª mismo: 'Tengo que reconocer que me vuelven loco Tobe Hooper, Wes Craven o Sam Peckinpah, pero que al final el que realmente me gusta es Pedro Olea. Mi cabeza est¨¢ construida sobre El bosque del lobo, Furtivos, Cr¨ªa cuervos, Los santos inocentes o Historias para no dormir; yo formo parte de ese grupo". Tama?a perla solo puede surgir de uno de Bilbao. Por m¨¢s se?as, de alguien nacido el 4 de diciembre de 1965.
Alex de la Iglesia, que se autodefine como sempiterno "perdedor de festivales", dio anoche un brillante pu?etazo en el palmar¨¦s de la 67? Mostra de Venecia con su novena pel¨ªcula, Balada triste de trompeta, un c¨®ctel medido de todo lo que encierra en su bulliciosa cabeza: payasos, acci¨®n, Espa?a, Raphael, violencia, franquismo... "Me da igual que fuera de Espa?a no entiendan mi pel¨ªcula, ?qu¨¦ m¨¢s da? Si lo entienden pues estupendo, y si no, ?qu¨¦ le vamos a hacer? Los estadounidenses nos hablan de la Quinta Avenida como si todos supieramos qu¨¦ es. Ya basta. Preoc¨²pate t¨² de saber qu¨¦ ocurri¨® en Espa?a en esa ¨¦poca, de qui¨¦n era Carrero Blanco y basta ya de seguirles el juego. A lo mejor m¨¢s adelante me apetece hacer otra cosa; ahora quer¨ªa contar una historia que me incumb¨ªa", aseguraba hace unos d¨ªas en Venecia. En realidad, De la Iglesia ha hecho, en la medida de lo posible, siempre lo que ha querido. Con este Le¨®n de Plata a la mejor direcci¨®n y el premio al mejor gui¨®n, el actual presidente de la Academia espa?ola de Cine -al que Pedro Almod¨®var defini¨® en la ¨²ltima entrega de los Goya con un "ten¨¦is un presidente muy pesado"- ha sabido mezclar su cargo con el rodaje de Balada triste de trompeta, una filmaci¨®n que le trajo por la calle de la amargura: entre problemas de presupuesto y las dificultades de un d¨ªa a d¨ªa complicado por los m¨²ltiples actores, la acci¨®n y la recreaci¨®n hist¨®rica, De la Iglesia solt¨® por su boca interna¨²tica de todo. Nunca ha tenido pelos en la lengua, ni cuando estudiaba Filosof¨ªa y Letras en la universidad de Deusto, antes de demostrar con su corto Mirindas asesinas que bajo su caracter deslenguado hab¨ªa un cineasta de talento.
"Yo bebo de Pedro Olea, de 'Los santos inocentes', de 'Cr¨ªa cuervos"
"Ten¨ªa claro que ahora quer¨ªa rodar una historia que me incumb¨ªa"
Desde entonces ha jugado a venderse como aficionado a la serie B, al heavy metal y al gore mientras abr¨ªa los g¨¦neros al gran p¨²blico. Su inicial Acci¨®n mutante llev¨® a la grandiosa El d¨ªa de la bestia, arranque de una trilog¨ªa que, seg¨²n ¨¦l mismo, cierra Balada triste de trompeta: "Trilog¨ªa de la degradaci¨®n de las alturas", a la que podr¨ªa sumarse su novela Payasos en la lavadora.
Pero cuando el bilba¨ªno habla de su visi¨®n de Espa?a (a la que pertenecer¨ªan Muertos de risa, 800 balas, La comunidad o Crimen ferpecto), esconde su otro amor, el del cine universal, al que dio salida con Perdita Durango y Los cr¨ªmenes de Oxford, y al que pertenece uno de sus m¨¢s ansiados proyectos, la adaptaci¨®n del c¨®mic La marca amarilla. Ojal¨¢ estos premios le ayuden a financiar ese proyecto, que mostrar¨ªa la cara menos desatada de un director enloquecedor.
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