Y los ni?os tomaron la calle
La oferta l¨²dica atrajo a familias con peque?os que camparon a sus anchas
La noche empezaba para muchos madrile?os en la abarrotada l¨ªnea 2 de Metro. "?Qu¨¦ m¨¢s actividades quieres ver?", interrogaba una chica, bol¨ªgrafo y programa en mano, a su novio. Una vez en la superficie los coches hab¨ªan desaparecido y en su lugar surg¨ªan personas que circulaban tranquilamente por Cibeles, Alcal¨¢ y Gran V¨ªa. Entre los que se lanzaban a ocupar el espacio de los veh¨ªculos, muchas familias con ni?os, que campaban a sus anchas por el coraz¨®n de una ciudad poco pensado para ellos. Anoche tuvieron la oportunidad de desquitarse no s¨®lo jugando en las atracciones de Gran V¨ªa, sino simplemente paseando sin tener que ir de la mano de sus padres.
Era el caso de dos peque?os rubios que jugaban bajo el Arco¨ªris doble, que el arquitecto Jos¨¦ Miguel de Prada Poole hab¨ªa instalado en la Galer¨ªa de Cristal del Palacio de Cibeles.
Una vez sorteadas las colas del parque de juegos de Gran V¨ªa, en la plaza de Callao, Almudena y su hija esperaban su turno para encestar una pelota de papel usado en las papeleras creadas a partir de la moqueta que cubri¨® la Gran V¨ªa en su 100 cumplea?os. En esa ocasi¨®n, la calle se inund¨® de madrile?os felices de poder pasear por un lugar vedado el resto del a?o. Anoche la escena se repet¨ªa y eran muchos los que aprovecharon la ocasi¨®n para inmortalizar con c¨¢maras de foto, o m¨®viles, el momento.
El paseo, acompa?ado por la agradable temperatura de las primeras horas de la noche, estaba amenizado en algunos puntos de la Gran V¨ªa por mimos que trasladaron sus habituales lugares de trabajo al centro neur¨¢lgico de la Noche en Blanco.
A espaldas de Gran V¨ªa, concretamente en la plaza de la Luna, creci¨® un tupido c¨¦sped con hora de caducidad. A partir de la 1.00 los madrile?os que se acercaran hasta la plaza se pod¨ªan llevar las plantas que lo compon¨ªan. Era el caso de Nina, de 78 a?os, vecina de la zona que ped¨ªa que el jard¨ªn permaneciera por m¨¢s tiempo en esa plaza gris y dura.
Los que prefer¨ªan tratar con ropa ten¨ªan su oportunidad en el trueque de prendas que se instal¨® en la plaza de las Comendadoras. Sergio y Miguel, sus creadores, explicaban que los vecinos de la zona hab¨ªan donado muchas de las prendas que colgaban de los improvisados tendederos. Entre ellos, y guiada por su hija C¨¢ndela de 5 a?os, se mov¨ªa Silvia, de 37, buscando "ropa para la temporada oto?o-invierno". La selecci¨®n quedaba tambi¨¦n en manos de Candela, que "se est¨¢ probando y eligiendo lo que m¨¢s le gusta para llevarse". La que sal¨ªa con las manos llenas era Liliana, una psic¨®loga de 50 a?os que lleg¨® "con una bolsa entera de ropa" y se marchaba "con un abrigo, una chaqueta, zapatos y pantalones".
El trueque es una buena alternativa al consumo, criticado por el colectivo brasile?o Bijari con su instalaci¨®n en la Plaza de Oriente. Siete bloques de basura se suced¨ªan frente al Palacio Real. "Esto es bonito, pero es que nosotros no lo entendemos", dec¨ªa con tono guas¨®n un hombre de mediana edad a sus amigos. Con lo que no parece casar muy bien el mensaje de Bijari es con las bolsas de un restaurante de comida r¨¢pida que portaban muchos de los que disfrutaban de la ¨®pera ante el Teatro Real.
Entre el p¨²blico tambi¨¦n hab¨ªa ni?os, muchos de los que antes se hab¨ªan hecho due?os de las calles al principio de la noche y que buscaban el abrigo de los brazos de sus padres cuando el cansancio les venc¨ªa.
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