La noche en vela
En esta semana a punto de acabar, la noche ha sido la gran protagonista. Primero tuvimos la Madrid Fashion Night Out y despu¨¦s La Noche en Blanco y varias movidas nocherniegas m¨¢s, que he dejado escapar porque alguna vez hay que dormir. La verdad es que no he participado en ninguna, me fastidia que la noche me arruine el d¨ªa, la luz, el sol, el piar de los p¨¢jaros, ver el verde de los ¨¢rboles que hay frente a mi casa, mojar los churros en el caf¨¦ con leche mientras leo el peri¨®dico en el bar Las Cubas sin pedirle nada especial a la ma?ana. En cambio, a la noche le pedimos todo, intensidad, diversi¨®n, aventura, gente guapa, ser guapos nosotros mismos, ser deseados, ser distinguidos entre montones de cuerpos y caras por una mirada que nos descubre a trav¨¦s de las sombras. Lo malo es que a veces esa mirada tarda en llegar y por eso alargamos la noche, la alargamos como si nos diese miedo salir de ella, total para volver a casa con los pies fr¨ªos y la cabeza caliente. Una noche m¨¢s, una diversi¨®n m¨¢s, una espera m¨¢s, una decepci¨®n m¨¢s, unas ojeras m¨¢s. Y adem¨¢s la noche envejece al caduco ser humano, no solo porque lo digan las bellas modelos y actrices, expertas en beber mucha agua y dormir mucho m¨¢s, sino porque lo dicen los que trabajan bajo las bombillas. Sanitarios, polic¨ªas, currantes de Mercamadrid.
Los que trabajan bajo las bombillas aseguran que descansar de d¨ªa envejece mucho m¨¢s
Precisamente cuando iba a salir a vivir la noche, mientras hac¨ªa tiempo para que la oscuridad se pudiese mascar, empec¨¦ a ver un reportaje en televisi¨®n sobre los que trabajan de noche. Algunos llevan veintitantos a?os durmiendo de d¨ªa y dec¨ªan eso, que se envejece mucho m¨¢s y que cuando, al llegar a casa, echan las persianas para que no entre la luz en la habitaci¨®n, esa luz sigue entrando en el cuerpo porque el cuerpo no es tonto y sabe que detr¨¢s de las persianas est¨¢ el sol, y que el cansancio por la noche es infinitamente mayor y el descanso por la ma?ana, menor. Total, que al ver su agotamiento y las ganas que ten¨ªan de meterse en la cama, me desvest¨ª y me met¨ª en la m¨ªa con un libro. Bueno, pues hay hordas de j¨®venes que esto lo hacen por la cara y por gusto. Echan sus peonadas como jabatos, llenando la oscuridad de ojos brillantes y futuros inciertos. ?Les corresponde la noche con la misma devoci¨®n?
Misterios, secretos, encuentros fugaces, luces y sombras, medias verdades, aturdimiento y mil cosas m¨¢s hacen que la noche sea tan atractiva en ciertas etapas de la vida, pero en especial para los madrile?os. Nos gusta tanto que incluso la hemos exportado como bien cultural. Para Madrid la noche es como la Torre Eiffel para Par¨ªs o la Estatua de la Libertad para Nueva York. Es nuestra imagen y por eso la cultivamos a muerte. Y no viene de ahora, ya la reina Isabel II reun¨ªa a sus ministros por la noche, que era cuando se encontraba en su salsa. As¨ª que La Noche en Blanco puede ser una novedad en otras latitudes en que el personal se recoge temprano, pero no en un Madrid, cuya Gran V¨ªa est¨¢ m¨¢s llena de gente a las dos de la madrugada que a las dos de la tarde.
La mayor aportaci¨®n de este gran espect¨¢culo consiste en proclamar que entre tinieblas se puede consumir algo m¨¢s que copas, por ejemplo, museos, librer¨ªas, teatro... Claro que nos podr¨ªamos ahorrar el dinero que cuesta este tinglado si no se hiciera en una sola noche y todo a la vez, sino por iniciativa propia de los distintos negocios e instituciones y como algo normal. Ser¨ªa una pena desperdiciar tanta energ¨ªa y tantas ganas. El mundo de la moda se ha dado cuenta, y en el Fashion Night Out algunas grandes firmas han decidido recibir con cava y canap¨¦s al pueblo. No es mala idea ahora que han reabierto sus puertas los locales de arreglo de ropa, donde lo mismo ponen una cremallera, que le dan la vuelta a un abrigo.
Regresan los tiempos del reciclaje antiguo, el marcado por la necesidad pura y dura, porque hemos decidido tirar menos, reutilizar y tunear prendas arrinconadas en el armario. ?Y si dej¨¢semos de ser consumistas?, ?ser¨ªa bueno o malo para esa econom¨ªa que no entiende ni Dios? Pero si la alta costura ha decidido asomarse a la noche para hacerse m¨¢s deseable, hace ya bastante que demasiadas franquicias de ropa joven han metido la noche dentro y han convertido la tienda en una discoteca, donde los empleados tienen que trabajar horas y horas con una m¨²sica atronadora y, a veces, adem¨¢s en penumbra. Un aut¨¦ntico infierno en el que tendr¨ªa que meter mano alguien.
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