Ogro filantr¨®pico o Estado d¨¦bil
Dos a?os despu¨¦s de la quiebra de Lehman Brothers (se cumplen esta semana) una de las tendencias m¨¢s evidentes de lo ocurrido es que el Estado, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, no ha sido aquel ogro fil¨¢ntr¨®pico que calific¨® Octavio Paz, o el Leviat¨¢n que nos pint¨® la corriente dominante del pensamiento en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Al contrario que en 1929, la acci¨®n del Estado ha reducido las posibilidades de otra gran depresi¨®n en la actual crisis, y cuando no ha intervenido -como en el caso de Lehman Brothers- se agudiz¨® la cat¨¢strofe. La debilidad de los Estados se manifiesta ahora en forma de enormes d¨¦ficits y deuda p¨²blica, que han generado la presente fase de la deuda soberana en la crisis econ¨®mica.
Los impuestos sirven para equilibrar el poder pol¨ªtico y el poder econ¨®mico
Por tanto, es un buen momento para abrir el debate sobre la estatalidad: m¨¢s all¨¢ del tama?o del Estado, su capacidad y poder para ejercer las funciones naturales, desde la m¨¢s cl¨¢sica de mantener el monopolio de la fuerza dentro del territorio (amenazado en distintos pa¨ªses por la penetraci¨®n de potentes poderes f¨¢cticos: por ejemplo, el narcotr¨¢fico en M¨¦xico) hasta las m¨¢s innovadoras, resultantes de la redefinici¨®n y la actualizaci¨®n del papel del Estado democr¨¢tico en el marco de la globalizaci¨®n, consistentes en transformar los derechos de ciudadan¨ªa enunciados en leyes y constituciones en realidades cotidianas.
A ello dedica sus p¨¢ginas el segundo informe sobre la democracia en Am¨¦rica Latina (Nuestra democracia), que estos d¨ªas presenta el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), y que actualiza el anterior, de hace m¨¢s de un lustro. Sus reflexiones generales no sirven solo para Am¨¦rica Latina, sino que son extensivas al resto del planeta. Cuestiones que se discuten en todas partes sobre los l¨ªmites y la calidad de la democracia: qui¨¦n tiene el poder en las sociedades, los elegidos por los ciudadanos o los mercados financieros; qu¨¦ pasa cuando el Estado carece de suficiente poder para cumplir los mandatos electorales; c¨®mo funciona una democracia cuyo Estado y sus efectos dependen m¨¢s del poder de las minor¨ªas (econ¨®micas, religiosas...) que de la legitimidad mayoritaria. Las democracias sostenibles son aquellas que logran un ejercicio efectivo de los derechos por los ciudadanos; la democracia es sostenible en la medida en que su legitimidad de ejercicio y fines se agrega a la legitimidad de origen. Sin embargo, el sistema est¨¢ provocando, cada vez con m¨¢s intensidad, un divorcio creciente entre los ciudadanos y sus representantes; la crisis de representaci¨®n deviene en la exteriorizaci¨®n de las debilidades en el ejercicio y en el cumplimiento de los fines de la democracia. Una sociedad que cree poco en quienes la representan (pol¨ªticos, sindicalistas, medios de comunicaci¨®n, instituciones...) es una sociedad que se desvincula de la democracia.
En este contexto cobra una gran importancia la incorporaci¨®n a la agenda p¨²blica del debate sobre los impuestos. Qui¨¦n paga impuestos, para qu¨¦ se utilizan, qu¨¦ tipo de impuestos son los predominantes (los de f¨¢cil recaudaci¨®n como los indirectos, o los directos), etc¨¦tera. La tributaci¨®n no es solo un instrumento recaudatorio, sino una herramienta para reequilibrar el poder econ¨®mico y el poder pol¨ªtico, para sostener al sistema democr¨¢tico, para que este tenga la posibilidad de distribuir la capacidad del Estado para ejecutar sus propias metas.
La capacidad fiscal de un pa¨ªs tiene tres dimensiones: la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas p¨²blicas, su contribuci¨®n a la reducci¨®n de la desigualdad y las brechas del bienestar (el welfare), y la canalizaci¨®n de los ingresos p¨²blicos hacia la provisi¨®n de los bienes p¨²blicos. Los impuestos no son en s¨ª mismos solo un instrumento recaudatorio, sino que aumentan o debilitan la capacidad del Estado para generar ciudadan¨ªa (en sus tres dimensiones, pol¨ªtica, econ¨®mica y social). Lejos de ser una materia meramente econ¨®mica, como pretenden los tecn¨®cratas, son una cuesti¨®n central para el sostenimiento de la democracia. El incremento de la capacidad tributaria, la lucha contra la evasi¨®n fiscal y el dise?o de una estructura impositiva m¨¢s acorde con las necesidades son elementos centrales de la democracia, dignos de figurar en el debate central de nuestros d¨ªas: c¨®mo se distribuye la austeridad necesaria en las sociedades del bienestar. ?No es eso lo que est¨¢ detr¨¢s de la huelga general convocada?
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