Profesionales
Da la impresi¨®n de que las cosas andan manga por hombro y la gente desempe?a funciones o tareas para las que no ha sido preparada. Ignoro si alg¨²n d¨ªa desaparecer¨¢ por completo el servicio dom¨¦stico y su ¨²ltima expresi¨®n que es el de las asistentas por horas, decadencia que se viene fraguando desde hace mucho tiempo. Un escritor defini¨® a este tipo de trabajadoras como mujeres de media edad, que a ciertas horas, determinados d¨ªas, se acercan donde las han contratado, toman el t¨¦ que ha preparado la se?ora de la casa, intercambian cotilleos del barrio y se despiden cobrando por ello la cantidad estipulada.
Pura arqueolog¨ªa sociol¨®gica recordar a aquellas chicas de servir que alegraban los patios madrile?os, tra¨ªan un vigoroso aliento campesino y tomaban dos horas de vacaci¨®n a la semana. Viv¨ª aquellos decadentes tiempos en el seno de una familia numerosa donde siempre era necesaria una ni?era para el ¨²ltimo hermano, cocinera que ayudara a la cabeza de familia y muchacha para todo que limpiaba y lavaba a mano. Se consideraban aprendizas, el salario era simb¨®lico, pero adquir¨ªan experiencia para seguir la tarea como un oficio o regentar la casa propia con tino y eficacia.
Viv¨ª aquellos decadentes tiempos donde siempre era necesaria una ni?era para el ¨²ltimo hermano
En los actuales tiempos de ense?anza obligatoria parece que la ortograf¨ªa no es disciplina tenida en cuenta, ni los conocimientos elementales. Todo el mundo cree que sabe leer, aunque no se les ha ense?ado a hacerlo. Por propia experiencia, la gente que se dedica a las faenas del hogar por cuenta ajena conoce apenas lo m¨¢s elemental. Como otras docenas de millares de espa?oles figuro entre los mayores que viven solos y si una mujer contempor¨¢nea tiene innato sentido del orden y la limpieza hogare?a, los varones estamos peor dotados o fabricados para lo que con tanta soltura hacen ellas. Se quiere fomentar en el otro sexo el ejercicio de esas faenas y no cabe duda de que cualquiera es capaz de cambiar los pa?ales de un beb¨¦ o abrir una lata de fabada, pero siempre lo har¨¢ peor que la media de las f¨¦minas y no entiendo el envanecimiento por desempe?ar esos cometidos.
Soy, desde hace tiempo, subsidiario de la ayuda dom¨¦stica y mis a?os y achaques me apartan de lo que, aunque quisiera, no podr¨ªa realizar. Detritus de una generaci¨®n amortizada, veo con mirada cr¨ªtica la falta de preparaci¨®n de esas necesarias colaboradoras. En mi ¨²ltima experiencia di con una mujer llena de energ¨ªa, madre de dos chavales a¨²n en la ni?ez, esposa de un trabajador que le han vuelto eventual. Ella coopera en el mantenimiento del hogar. Es limpiadora de oficinas, algo que imagino muy simple, pues los empleados, con sus traseros, mantienen las sillas sin polvo. Una aspiradora y quiz¨¢ un plumero rematan la tarea, tras vaciar las papeleras y limpiar someramente los servicios higi¨¦nicos. Es todo lo que puede hacer. No sabe planchar un pa?uelo de las narices, porque no los ha usado jam¨¢s, utilizando los kleenex; no tiene idea de lo que es planchar una camisa porque el marido utiliza esta prenda que se estira sola tras ser colgada de una percha. Tampoco tiene sospecha de lo que significa la raya de los pantalones, pues los jeans que ella y el esposo utilizan no la llevan. Haciendo de necesidad virtud, consider¨¦ un beneficio su ignorancia del arte culinario, pues me da comida precocinada, que aborrezco y ello ha llevado a la p¨¦rdida de 11 kilos sobrantes, recomendaci¨®n del m¨¦dico. En cuando a la cama compruebo que los tres d¨ªas que viene a la semana hace generalmente lo mismo que yo: estira la s¨¢bana de abajo y alisa la colcha o la manta. Me permito insinuar, en un papelito, sujeto por un pin en el frigor¨ªfico, la conveniencia de mudar esas ropas y atiende el ruego.
No es una profesional. Nadie le ha ense?ado y nadie nace aprendido. Como dato ¨²til y suntuario conduce, con gran pericia comprobada, su autom¨®vil de segunda mano y hace la compra, algo que ya me cuesta mucho trabajo. El asunto viene de lejos. En alg¨²n momento, las madres no instruyeron a sus hijas en estos menesteres; esas hijas, abandonada la frecuentaci¨®n de las discotecas y, en muchos casos, eje de un hogar propio, tienen que inventar sobre la marcha, sin preparaci¨®n alguna. Es una buena persona, que desea prosperar y si la conservo es por pura necesidad f¨ªsica. ?Ah! Volviendo al principio: su ortograf¨ªa es espeluznante.
eugeniosuarez@terra.es
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