La inquietante sonrisa del artista
Una muestra re¨²ne 22 litograf¨ªas del japon¨¦s Takashi Murakami en C¨®rdoba
El universo de Takashi Murakami est¨¢ plagado de monstruos de colores. ?Monstruos? Algunos son adorables mu?equitos, de colores planos, aire infantil y ecos directos de los tebeos japoneses (manga) y de las pel¨ªculas de dibujos animados niponas (anime). Aterrizar en el mundo de este artista es hacerlo en un caleidoscopio de colores en el que uno siempre tiene la inquietante sensaci¨®n de que, tras las sonrisas, se esconde algo m¨¢s.
La sala Vimcorsa de C¨®rdoba acoge desde hoy y hasta el 31 de octubre la exposici¨®n Superflat New Pop Culture, de este autor de Jap¨®n, que ha tomado el relevo de Andy Warhol en la producci¨®n masiva de obras de arte. Superflat por superplano, es decir, las dos dimensiones se imponen sobre el bulto redondo.
El artista refleja la tragedia de Hiroshima con una seta apocal¨ªptica
Un paseo por la sala es casi como sumergirse en un c¨®mic 'manga'
La muestra, que est¨¢ patrocinada por la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo, se compone de 22 litograf¨ªas y de cuatro vitrinas en las que se muestran 29 obras de peque?o formato (como mu?equitos y elementos m¨¢s parecidos a la mercadotecnia, como los peluches). Asimismo, y de manera continuada, se proyectan dos documentales sobre el autor, en el que, adem¨¢s de entrevistas, se ofrece diversa informaci¨®n sobre sus exposiciones y las caracter¨ªsticas de su producci¨®n.
Takashi Murakami (Tokio, 1962) estudi¨® y se licenci¨® en pintura japonesa tradicional. Y esta influencia, como recuerda la comisaria de la exposici¨®n, Antonella Montinaro, le ha acompa?ado a lo largo de toda su obra. Desde 1990, Murakami comenz¨® a desarrollar un concepto m¨¢s personal del arte. Nunca abandon¨® las t¨¦cnicas y maneras de trabajar cl¨¢sicas, pero su iconograf¨ªa comenzaba ya a inundarse de elementos de la cultura m¨¢s popular. Algo que nunca le ha abandonado. Una cultura que, como recuerda Montinaro "estuvo marcada por la II Guerra Mundial y el estallido de las dos bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki". La presencia del hongo at¨®mico es reflejada por Murakami con una seta que, tras su aire a veces inocente, guarda una terrible referencia apocal¨ªptica.
Como se?ala la comisaria, uno de los aspectos centrales de la obra del japon¨¦s es su apuesta por lo industrial. De la misma manera que Warhol cre¨® su Factory, Murakami ide¨® Hiropon Factory, donde se ha jugado, se ha experimentado con otros artistas y han nacido innumerables ediciones de esculturas y obras seriadas. "Hiropon es una verdadera empresa. No solo trabajan artistas, sino tambi¨¦n economistas. Pero Murakami tiene un control minucioso de todos los productos que salen de all¨ª, que los firma personalmente", explica Montinaro.
Con semejante mentalidad empresarial, que la industria se fijase en Murakami era inevitable. El artista ha colaborado con firmas tan reconocidas como la del modisto y estilista Issey Miyake, la marca de autom¨®viles de Nissan y la l¨ªnea de accesorios y complementos de Louis Vuitton, entre otras.
Un paseo por la sala de exposiciones es casi como sumergirse en un delirante manga japon¨¦s, con toda la multitud de estilos que el noveno arte tiene en ese pa¨ªs. Sus l¨¢minas guardan reflejos de dibujos animados, con un aire desinhibido, muy provocador y, en ocasiones, perverso. Esta est¨¦tica le ha convertido en uno de los artistas m¨¢s reconocibles internacionalmente y le ha hecho especialmente querido entre los m¨¢s j¨®venes, con los que comparte los c¨®digos del lenguaje que maneja.
Una exposici¨®n en Versalles combina estos d¨ªas el imposible santoral de Murakami con la est¨¦tica barroca del palacio de Luis XIV. El japon¨¦s ha celebrado muestras en el Museo de Arte Moderno de San Francisco (1999) y el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Tokio (2005). Murakami celebr¨® una exposici¨®n en el Museo Guggenheim de Bilbao el a?o pasado.
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