Legalizar las drogas: feliz idea imposible
Felipe Gonz¨¢lez se suma al grupo de ex presidentes que piden revisar la pol¨ªtica mundial sobre narc¨®ticos - Una despenalizaci¨®n general es inviable pero s¨ª se exploran caminos distintos a la represi¨®n
Hoy por hoy, hay quien piensa que peor que el consumo de sustancias ilegales es el crimen organizado que se nutre de ellas. Por ejemplo, el ex presidente espa?ol Felipe Gonz¨¢lez, que ha sido el ¨²ltimo de una serie de dirigentes internacionales que creen que la situaci¨®n de la violencia organizada ha llegado a tales niveles que hay que replantearse la lucha contra el tr¨¢fico y consumo de estupefacientes.
La soluci¨®n, seg¨²n Gonz¨¢lez, ser¨ªa una conferencia internacional que debata la legalizaci¨®n de las drogas, porque "ning¨²n pa¨ªs puede unilateralmente decidir eso sin un coste extraordinariamente grave para sus dirigentes", admiti¨®.
La imagen recurrente cuando se plantea este debate es la de la ley seca estadounidense, la prohibici¨®n de vender alcohol que estuvo en vigor entre 1920 y 1933, y que tuvo como consecuencia un auge del crimen organizado. Gonz¨¢lez tambi¨¦n aludi¨® a este fen¨®meno, e invit¨® a "volver la vista atr¨¢s y pensar en la criminalidad organizada en Estados Unidos, con miles de muertos, y que depend¨ªa de la ilegalizaci¨®n del alcohol". Aquello acab¨® cuando se puso fin a "la prohibici¨®n, y el negocio, con los impuestos que fuera, se hizo legal".
La ONU y la UE no creen eficaz regular el tr¨¢fico para frenar el crimen
En el mundo hay unos 200 millones de consumidores de estupefacientes
La opini¨®n p¨²blica no apoya en ning¨²n pa¨ªs una pol¨ªtica m¨¢s permisiva
Para los j¨®venes, lo prohibido es atractivo; lo accesible, peligroso
Como indica Gonz¨¢lez, la respuesta deb¨ªa ser mundial. Naciones Unidas calcula que en el mundo hay m¨¢s de 200 millones de consumidores de drogas, lo que implica un negocio de m¨¢s de 270.000 millones de euros. Y la lucha no da frutos. Como mucho, la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) reconoce en sus informes que hay una estabilizaci¨®n. Tambi¨¦n el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicoman¨ªas (OEDT) admite estos problemas, y en su ¨²ltimo informe destaca que "en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, rara vez se dictan condenas de prisi¨®n por consumo o posesi¨®n de droga".
Porque este ser¨ªa el primer paso: despenalizar la posesi¨®n y el consumo. Por ah¨ª empez¨® la propuesta m¨¢s llamativa hecha al respecto, y a la que Felipe Gonz¨¢lez se estaba adhiriendo: la de los ex presidentes de Brasil, Fernando Henrique Cardoso; M¨¦xico, Ernesto Zedillo, y Colombia, C¨¦sar Gaviria, que pidieron en febrero del a?o pasado en R¨ªo de Janeiro la despenalizaci¨®n de la posesi¨®n de marihuana para uso personal. Y, a¨²n m¨¢s all¨¢, abogaron por un "cambio de estrategia" en la lucha contra las drogas. Todo lo que se ha hecho hasta ahora para combatir la droga ha sido "ineficaz y negativo", dijeron, con gran n¨²mero de muertos y de dinero gastado sin que nada haya cambiado.
Aparte de la facilidad con que se hacen afirmaciones cuando se es un ex -ninguno de los mencionados se atrevi¨® a nada parecido cuando estaba en el poder-, hay algo en lo que coinciden con los m¨¢ximos organismos internacionales: que hace falta un cambio.
En el ¨²ltimo informe de Naciones Unidas, el director ejecutivo de UNODC, Antonio Maria Costa, lo resume as¨ª: "En primer lugar, los encargados de hacer cumplir la ley deber¨ªan centrarse en los traficantes, y no en los consumidores de drogas". En cambio, la ONU es firme en mantener la ilegalizaci¨®n del comercio de las sustancias. "El argumento a favor de legalizar y gravar no es ¨¦tico ni econ¨®mico. Propone un impuesto perverso, generaci¨®n tras generaci¨®n, a los grupos marginados (perdidos a causa de la adicci¨®n) para estimular la recuperaci¨®n econ¨®mica", se?ala Costa.
La delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, apunta en la misma direcci¨®n. "En todas estas declaraciones subyace un movimiento para un cambio en la lucha contra las drogas. Hace 12 a?os se plante¨® que el objetivo era una sociedad libre de droga, se invirti¨® un mont¨®n de dinero, y el tema no se ha resuelto". Y, en concreto, enmarca las propuestas de los ex presidentes latinoamericanos en que son pa¨ªses que han pasado de ser productores de droga a ser tambi¨¦n consumidores.
Y es ah¨ª donde Moya ve el papel de la descriminalizaci¨®n del consumo y la posesi¨®n, como tienen Espa?a, Portugal e Italia. "Al no perseguir al usuario se pueden hacer pol¨ªticas de prevenci¨®n y de salud p¨²blica entendidas de una manera integral". En cambio, liberalizar el comercio ser¨ªa "ut¨®pico". "Har¨ªa falta que lo adoptara todo el mundo y con medidas de control muy poderosas", opina. Y no cree que vaya a llegar. "?Si a nosotros nos critican por nuestras medidas!", comenta.
Moya afirma que el sistema espa?ol, por ejemplo con las pol¨ªticas de reducci¨®n de da?os, est¨¢n dando resultado. "Lo que pasa es que el efecto se nota a medio y largo plazo. Las pol¨ªticas exclusivamente represivas no han dado resultado, aunque eso no quiere decir que no hagan falta acciones policiales".
Otro de los aspectos que destaca Moya es la conveniencia de que haya una pol¨ªtica europea de drogas. Por eso no es extra?o que coincida con Brendan Hughes, analista legal del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicoman¨ªas (OEDT), con sede en Lisboa. "Lo que dice la ONU es, b¨¢sicamente, que debe haber un control de las drogas para proteger la salud, pero ¨²ltimamente se ha actuado m¨¢s en reforzar las leyes". En este sentido, se pueden encuadrar las pol¨ªticas de "descriminalizaci¨®n -que no de legalizaci¨®n- del consumo de drogas". Para este experto la diferencia es clave: "Al descriminalizarlo, el consumo no es un delito penal, y no se va a la c¨¢rcel", pero eso no quiere decir que sea legal. Por ejemplo, en Espa?a se ponen multas, aunque "por lo que hemos visto, hay poca evidencia de que cambiando su importe se cambie la tasa de consumo".
Pero Hughes va m¨¢s all¨¢, y se presta a elucubrar sobre cu¨¢l ser¨ªa la consecuencia de una liberalizaci¨®n mayor. "Los efectos de una legalizaci¨®n no se saben". "Todo lo que se dice es te¨®rico, porque no hay casos", afirma. "Quiz¨¢ la excepci¨®n sea la de Holanda, donde hay una legalizaci¨®n de facto del cannabis para su venta en establecimientos autorizados. Es el ¨²nico caso conocido, y lo que se vio fue que, desde que empez¨® en 1976, hubo un aumento del consumo, pero tambi¨¦n lo hubo en los pa¨ªses de alrededor. B¨¦lgica, Alemania y Francia, por poner tres pa¨ªses vecinos que castigan la venta de cannabis, tienen tasas de consumo entre adultos m¨¢s altas". Claro que Hughes no se atreve a considerar que este dato cierre el debate: "Esa es una primera observaci¨®n, pero no es una prueba cient¨ªfica", matiza.
Y si en el asunto del consumo hay dudas y discrepancias entre los pa¨ªses, otra cosa es legalizar el comercio. "De hecho la regulaci¨®n de la ONU al respecto -que lo proh¨ªbe- es de las que m¨¢s adhesiones tiene. Y es muy dif¨ªcil que 200 pa¨ªses cambien de opini¨®n, suponiendo que hubiera la voluntad pol¨ªtica de intentarlo". Algo que Hughes duda que ocurra, por el peso de la opini¨®n p¨²blica. "Nunca hemos visto una encuesta nacional en la que una mayor¨ªa de la poblaci¨®n apoye la legalizaci¨®n. Siempre son una minor¨ªa. Ni siquiera est¨¢ claro si la poblaci¨®n distinguir¨ªa entre legalizar y descriminalizar porque la gente lo ve como una cuesti¨®n de todo o nada: o todo prohibido, o todo legal".
En este debate, quiz¨¢ el problema sea que, como se?ala Hughes, no hay evidencias sobre las que trabajar. Y as¨ª todas las opiniones valen y se pueden defender. Tan as¨ª es que la misma idea y la contraria pueden ser defendidas por la misma persona. Porque no es lo mismo hablar desde una posici¨®n en que solo se teoriza -como la de los ex presidentes- que hacerlo cuando hay posibilidad de cambiar la legislaci¨®n. Las hemerotecas ofrecen ejemplos de esto, como el del portavoz parlamentario socialista, Jos¨¦ Antonio Alonso. Ayer, rechaz¨® que sea una buena idea legalizar el consumo de droga para acabar con la violencia que conlleva el mercado ilegal de estupefacientes, puesto que la experiencia ha demostrado que ni se mejora la salud ni se acaba con las mafias. "Las propuestas para la legalizaci¨®n no tienen eficacia", ha sentenciado.
Pero el archivo de este peri¨®dico le juega una mala pasada. Si los ex presidentes han hecho un camino hacia la liberalizaci¨®n seg¨²n se alejan del poder, Alonso ha hecho el inverso. En 1998 no era tan tajante. Un art¨ªculo titulado As¨ª se legaliza la droga explicaba un trabajo titulado Una alternativa a la actual pol¨ªtica sobre droga que establec¨ªa incluso los requerimientos de los puntos de venta y las sanciones para quienes los incumplieran. Hay que admitir que parte de aquella visi¨®n, como una actitud m¨¢s comprensiva con los consumidores, son ahora algo habitual.
En este entorno lleno de incertidumbres destaca el mensaje claro de Domingo Comas, presidente del Grupo Interdisciplinar sobre Drogas de la Fundaci¨®n Atenea. Comas ve "inevitable" que se acabe despenalizando el comercio con estupefacientes. "Estamos en ese proceso ya", dice. Ni siquiera cree que se vaya a tardar demasiado. "El consumo terap¨¦utico de la hero¨ªna es otro paso en ese sentido. Luego vendr¨¢ el recreativo de la coca¨ªna", dice. "Cuando la sociedad lo acepte, alguien tendr¨¢ que decir que hay que regularizar la prohibici¨®n y distribuci¨®n", opina. Entonces entrar¨¢n grandes empresas en el negocio. Y lo que Comas admite es que no sabe si ser¨ªa "un momento mejor o peor que el actual".
Porque, entre los flecos de esta historia, falta uno: el efecto de una hipot¨¦tica liberalizaci¨®n, sobre todo en los m¨¢s j¨®venes. El psic¨®logo educativo Jes¨²s Ram¨ªrez tambi¨¦n matiza: "Est¨¢ claro que lo prohibido es m¨¢s llamativo, pero si el consumo es libre la droga estar¨¢ m¨¢s a mano de los menores. Muchos lo probar¨¢n Otra cosa es los que se enganchen". Que es de lo que, en el fondo, trata este debate.
Ensayos de liberalizaci¨®n
- Cannabis. California admite su uso terap¨¦utico, y basta la carta de un m¨¦dico (muchos se anuncian con ese reclamo) para adquirir marihuana legalmente y tratar una larga lista de males, del c¨¢ncer al insomnio o el asma. En otros pa¨ªses, Espa?a incluida, se usan los principios activos de la marihuana (los tetrahidrocannabinoles) para tratar dolores cr¨®nicos, efectos de la quimioterapia o anemia. Estudios canadienses han demostrado que tambi¨¦n funciona el uso de porros (pero causa los da?os de fumar). Solo los Pa¨ªses Bajos toleran la venta para uso recreativo.
- Hero¨ªna. La consumen 1,5 millones de europeos. Holanda, Suiza y Espa?a (en Granada) tienen programas
de dispensaci¨®n controlada en centros sanitarios para personas que no han tenido ¨¦xito con la metadona.
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