Purito sucumbe en el infinito
El l¨ªder pierde m¨¢s de seis minutos en la contrarreloj de una Vuelta que se resolver¨¢ en la Bola del Mundo entre Nibali y Mosquera
Las rectas son infinitas, lo ense?an en la escuela y cuesta creerlo sin poner mucha imaginaci¨®n en el empe?o pues la pizarra en la que la pinta el maestro es evidentemente finita. Todo es cuesti¨®n de perspectiva, siguen explicando en la escuela, y dibujan, para aclararlo, dos l¨ªneas paralelas como las v¨ªas de un tren que en teor¨ªa deber¨ªan converger en un punto en el horizonte pero que nunca llegan. A Purito Rodr¨ªguez, que en su vida se hab¨ªa visto en una igual, la tiza del maestro se le hizo carne, asfalto y vi?as, infinito tridimensional y real seg¨²n pedaleaba y no avanzaba, como solo ocurre en las pesadillas, la carretera recta bajo un sol inclemente, el castillo de Pe?afiel, el objetivo, un barco varado al fondo, espejismo inalcanzable para el catal¨¢n: la Vuelta que no ganar¨¢.
Tres escaladores espa?oles desafiaron al comienzo de la Vuelta a Vincenzo Nibali, el ciclista que m¨¢s sabe de espejismos, el tibur¨®n del estrecho, Messina, Fata Morgana. Uno, el m¨¢s fuerte, Igor Ant¨®n, se cay¨® y se rompi¨® un brazo; un segundo, el diminuto Purito Rodr¨ªguez, el impulso hecho ciclista, sepult¨® sus aspiraciones en la contrarreloj infinita; le queda el tercero, el m¨¢s duro de pelar, el m¨¢s oscuro de los tres, Ezequiel Mosquera, gallego, veterano -34 a?os- y novel a la vez, pues esta es solo su cuarta Vuelta. El s¨¢bado, en el final m¨¢s espectacular, en el petardo que pone fin a la traca final, la Bola del Mundo nada menos, all¨¢, m¨¢s arriba de Navacerrada, donde el repetidor de televisi¨®n, los dos se jugar¨¢n la victoria final en duelo singular ante el que el italiano parte con 38 segundos de ventaja.
La ventaja, que parece escasa dada la mejor forma escaladora del gallego -y los 20s de bonificaci¨®n que premian al primero de la etapa- podr¨ªa haber sido superior si Nibali no hubiera pinchado por culpa de su mala cabeza. Estaba tan nervioso que arranc¨® rampa abajo 1s antes de tiempo; despu¨¦s camino de Pesquera, se empecin¨® en ir por el arc¨¦n, donde, como todos los ciclistas saben, hay m¨¢s suciedad, m¨¢s posibilidad de un pinchazo que, inevitable, le revent¨® el neum¨¢tico delantero. El ciclista calcul¨® que perdi¨® unos 20s en solventar el problema -los nervios de su mec¨¢nico y de su director, que no sab¨ªan si cambiarle la rueda o la bici entera tambi¨¦n pesaron-, lo que no le impidi¨®, de todas maneras, ser el mejor de los favoritos en los 46 kil¨®metros carretera arriba carretera abajo con el padre Duero en medio. A Nibali, que sac¨® 18s a Mosquera, 2m a Fr?nk, 4m 17s a Purito, le felicit¨® Contador, quien, como otros ganadores del Tour, Indurain, Federico Bahamontes, se pas¨® por Pe?afiel, "Te he estado siguiendo en coche", le dijo el chico de Pinto. "S¨ª, ya lo s¨¦", le respondi¨® emocionado Nibali, la nueva ola italiana, "me lo dijo mi director por el pinganillo y me motiv¨® un mont¨®n".
Al sorprendente ganador de la etapa, el fino eslovaco Peter Velits, 25 a?os, la nov¨ªsima ola mundial, le motiv¨® el saber que estaba derrotando a Cancellara, nada menos, y a Menchov. Vol¨® el eslovaco donde los dem¨¢s encallaron. Sac¨® casi dos minutos a Nibali, m¨¢s de seis a Purito. Tiene el podio al alcance de la mano (saca 1m 44s a Fr?nk, el cuarto) y podr¨ªa haber ganado la Vuelta si no hubiera perdido m¨¢s de un minuto en Cotobello.
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