La huelga zombi
Dec¨ªa Tony Judt en su ¨²ltimo gran libro p¨®stumo -Ill fares the Land, Penguin Books, 2010-, que si la izquierda quiere ser tomada en serio, debe recuperar su propia voz. Que aquello que le ha venido perjudicando en estos ¨²ltimos tiempos ha sido su insistencia en culpar al "sistema" para luego retirarse y no ofrecer una verdadera alternativa; su "irresponsable grandiosidad ret¨®rica". O sea, la t¨ªpica posici¨®n de quien se sabe con raz¨®n, pero que a la hora de la verdad se limita a rasgarse las vestiduras. Y, yo a?adir¨ªa, que act¨²a siguiendo sus propias inercias sin adecuar su acci¨®n a las nuevas circunstancias. El empe?o principal de la izquierda ha sido la defensa del status quo, el mantenimiento del Estado de bienestar, m¨¢s que la articulaci¨®n de un verdadero proyecto transformador. Una izquierda "conservacionista" m¨¢s que una izquierda ilusionante y con proyecto de futuro. Ha luchado m¨¢s por conservar sus logros hist¨®ricos que por redefinir sus objetivos de cara al porvenir. No ha sabido establecer, en suma, un adecuado balance entre pragmatismo y utop¨ªa. Se ha limitado a demonizar a los mercados, a la codicia capitalista y al populismo de derechas, sin ser capaz de cartografiar la direcci¨®n de los nuevos tiempos. Carece, en definitiva, de un proyecto de buena sociedad a la que hemos de aspirar y c¨®mo presentarlo a ciudadanos temerosos de todo cambio, pero no por ello menos dispuestos a dejarse ilusionar.
Ignorar a los mercados, y Zapatero lo sabe bien, no es ser de izquierdas, es ser simplemente est¨²pido
La "grandiosidad ret¨®rica" le ha llevado tambi¨¦n, sobre todo all¨ª donde no gobernaba, a desde?ar que la pol¨ªtica hoy se juega con nuevas reglas. Ignorar a los mercados, por ejemplo, y Papandreu o Zapatero lo saben bien, no es ser de izquierdas, es ser simplemente est¨²pido. ?O acaso Cayo Lara y algunos representantes de nuestro sindicalismo saben c¨®mo financiar las pol¨ªticas sociales y a la vez atender unos disparatados intereses de la deuda soberana? Tampoco les preocupa, porque son conscientes de que est¨¢n lejos de acceder a las instancias de toma de decisiones. Se sienten reconfortados con su lealtad a los "principios de siempre", aunque su traslaci¨®n a medidas concretas, aqu¨ª y ahora, nos lleve al desastre. Asumir la posici¨®n del "impecable" (R. del Aguila) puede ser reconfortante para la est¨¦tica personal, pero no nos va a sacar del agujero en el que estamos.
El problema es que el n¨²cleo de sus cr¨ªticas est¨¢ sentado en raz¨®n. No se puede cargar los costes de la crisis sobre los hombros de los m¨¢s menesterosos mientras quienes la han provocado se van de rositas. Pero esto no es culpa del Gobierno de Zapatero ni puede enmendarse mediante medidas como una huelga general. Esta tiene una gran capacidad expresiva, ?qu¨¦ duda cabe!, e incluso puede ser bienvenida como muestra del rechazo a quienes nos hacen tragar con medidas injustas. Al d¨ªa siguiente, sin embargo, todo seguir¨¢ igual. No, quiz¨¢ peor, porque si triunfa, disminuir¨¢ la confianza en el pa¨ªs y pronto habr¨¢ que adoptar nuevas medidas de ajuste. Los sindicatos estar¨¢n satisfechos consigo mismos porque habr¨¢n conseguido sus objetivos a pesar de haber deslegitimado a un Gobierno de izquierdas. Habr¨¢n cumplido con su hist¨®rica funci¨®n identitaria, pero no nos habr¨¢n acercado ni medio metro a la soluci¨®n de los problemas que nos acucian. La huelga general es expresiva de un tic que ha caracterizado desde siempre a la acci¨®n sindical, la mayor¨ªa de las veces con resultados importantes, pero que ahora se manifiesta como el residuo de otros tiempos; una huelga zombi. En otras palabras, en estos momentos la huelga parece pensada m¨¢s para la propia autolegitimaci¨®n de los sindicatos que para conseguir fines espec¨ªficos.
?Qu¨¦ hacer entonces si los fines son buenos, pero los medios se quedan en meros juegos de artificio? La respuesta obvia es la necesidad de ir hacia una mayor uni¨®n de las posiciones de izquierda. En los ¨²ltimos tiempos, el gran fracaso de la socialdemocracia ha sido su incapacidad para ofrecer una "casa com¨²n" de la izquierda y para canalizar el nuevo activismo pol¨ªtico. Este ¨²ltimo se ha ido refugiando en una mir¨ªada de ONG y movimientos sociales de distinto pelaje. Los sindicatos, por su parte, se han adaptado a una c¨®moda contestaci¨®n institucionalizada, y los partidos a la izquierda de la socialdemocracia se han limitado a satanizar el capitalismo sin que sepamos bien hacia d¨®nde quieren dirigirnos. A falta de un adecuado diagn¨®stico de la actual realidad socio-pol¨ªtica y de la presentaci¨®n de una aut¨¦ntica alternativa, ser de izquierdas se ha convertido en un significante vac¨ªo. Mientras tanto, el mundo sigue su deriva implacable hacia m¨¢s de lo mismo.
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