Labordeta, el amor por la gente
Jos¨¦ Antonio Labordeta no se acababa nunca. Dentro de ¨¦l cab¨ªan muchas personas: el poeta, el novelista, el periodista, el profesor, el activista cultural y pol¨ªtico, el presentador de televisi¨®n, el diputado, el autor de algunas canciones pegadas a la memoria colectiva o el l¨ªder moral de una generaci¨®n decisiva en la historia de Arag¨®n. Pero, sobre todo, dentro de ¨¦l hab¨ªa un tipo emocionante al que la gente siempre sent¨ªa como uno de los suyos.
En el Teruel de los sesenta, Labordeta, con 30 a?os, fue profesor, con Eloy Fern¨¢ndez Clemente o Jos¨¦ Sanch¨ªs Sinisterra, de alumnos luego tan relevantes como Manuel Pizarro, Federico Jim¨¦nez Losantos, Joaqu¨ªn Carbonell, Gonzalo Tena o Carmen Magall¨®n. Jim¨¦nez Losantos era un cr¨ªo de Orihuela del Tremedal que acababa de perder a su padre y que, de inmediato, encontr¨® en Labordeta un refugio sentimental y una inapreciable referencia cultural y pol¨ªtica. El paso del tiempo situ¨® a Labordeta y a Jim¨¦nez Losantos en dos Espa?as ideol¨®gicamente remotas. A Labordeta le preguntaban todo el rato por Jim¨¦nez Losantos, a menudo, con la esperanza de provocarle. Pero nunca nadie logr¨® arrancarle una mala palabra sobre su antiguo disc¨ªpulo. Jos¨¦ Antonio siempre dec¨ªa: "?Federico? Un gran poeta". Como suele suceder, el afecto era correspondido: yo fui testigo de un encuentro de Labordeta y Jim¨¦nez Losantos en el bar del palco del Santiago Bernab¨¦u, antes de un Real Madrid-Zaragoza. Se fundieron en un abrazo muy afectuoso y se pusieron a re¨ªr recordando los viejos tiempos. Los encorbatados que hab¨ªa en el palco, que no sab¨ªan de la misa la media, miraban la escena, perplejos. Vivimos en un mundo tan malvado que reivindicar la bondad de alguien puede sonar raro, un poquito cursi y hasta revolucionario. Pero eso es lo que era, esencialmente, Jos¨¦ Antonio Labordeta: alguien que hizo de la bondad una obra de arte.
Desde hace unos a?os, una asociaci¨®n de empresas cerveceras realiza una encuesta para conocer los personajes -nacionales e internacionales- preferidos por los aragoneses para irse de ca?as. Hasta el a?o pasado Jos¨¦ Antonio Labordeta siempre sali¨® el primero. El resultado de la encuesta era de lo m¨¢s revelador: los aragoneses, realmente, sent¨ªamos total devoci¨®n por ¨¦l. La irrupci¨®n de Labordeta en la vida p¨²blica aragonesa supuso un subid¨®n de autoestima para nuestra tierra: gracias a ¨¦l nos aprendimos a querer mucho m¨¢s y mejor. Los aragoneses nos sent¨ªamos muy orgullosos de "El Abuelo" porque nos devolv¨ªa una imagen de nosotros mismos que nos hac¨ªa sentir muy bien.
Labordeta sent¨ªa debilidad por la Espa?a olvidada, como dej¨® bien claro en el programa Un pa¨ªs en la mochila o en sus a?os en el Congreso. Jos¨¦ Antonio se meti¨® en el bolsillo a muchos ciudadanos que compart¨ªan muy pocas de sus ideas pero a los que inspiraba una confianza personal absoluta. Labordeta era el antiarribista y el anticorrupto. No s¨¦ si habr¨¢ habido alg¨²n pol¨ªtico en la historia de Espa?a en el que se haya percibido tanta integridad y tanta nobleza.
La gente sab¨ªa que el amor de Labordeta era verdadero. Por eso la gente lo quer¨ªa de esa maravillosa manera.
Luis Alegre es escritor y periodista.
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