Hablemos de sexo
De vez en cuando hay que dar cancha a las encuestas. No a esas que le han costado el cargo a la directora del CIS, qu¨¦ vaya maneras, Mar¨ªa Teresa, sino a las que peri¨®dicamente endulzan el paladar de los observadores del patio. Casi con la misma frecuencia que se dan a conocer las listas de los m¨¢s ricos del planeta, los laboratorios farmac¨¦uticos, un aut¨¦ntico poder f¨¢ctico como se dec¨ªa antiguamente, dan a conocer sus investigaciones sobre el comportamiento sexual de la poblaci¨®n. Cuando la encuesta se refiere a los gallegos no suelo perder la ocasi¨®n para revolotear alrededor de una pieza tan contundente como una tarta de Mondo?edo. La ¨²ltima, la buena, es decir, la de los fabricantes del viagra, empieza con una hip¨®tesis que dar¨ªa que pensar al mismo Wittgenstein: el 60% de los gallegos se confiesa satisfecho con su vida sexual aunque el 85% desear¨ªa mejorarla. Procedamos: ?es que dentro de esa sesenta por cien de los encuestados un leve cambio de postura ayudar¨ªa a una mejora o, m¨¢s bien, es que el 85% piensa que realmente sus relaciones sexuales siempre fueron anodinas y mon¨®tonas? ?Somos tan conservadores en el sexo que nos conformamos, o intuimos que la posibilidad de otra coyuntura tipo bipartito cambiar¨¢ el grado de satisfacci¨®n de nuestros encuentros? No se sabe muy bien, la verdad. No se sabe si subimos o bajamos.
Que alguien tenga que emigrar por razones sexuales me parece aberrrante
Dicen adem¨¢s los estudiosos del ramo, que son casi tantos como los entrevistados, que en tiempo ganamos al resto de las comunidades, es decir, que le sacamos unos diez minutillos de marcha a los riojanos, murcianos o castellano-manchegos, pero esas dos horas y cuarenta minutos semanales, no sabemos muy bien si est¨¢n dedicadas a rellenar el expediente o a la lascivia y al desenfreno. Es lo que tienen las grandes encuestas, que no podemos separar el heno de la paja. Abundan el ¨²ltimo a?o, y aqu¨ª los laboratorios van a su molino, las disfunciones er¨¦ctiles o la falta de inter¨¦s lo que significa que podemos echarle la culpa a la crisis econ¨®mica, a la edad del paciente o la llegada de la TDT.
Sospecho tambi¨¦n que al ser una estad¨ªstica realizada entre los machos de la especie no salimos muy bien parados, porque m¨¢s de un 30% declara que carece de deseo o de argumentos, lo que me temo sea un reflejo de esa apat¨ªa burguesa que nos invade o de la rigurosa falta de oportunidades en el mercado de las flores. Si la encuesta procediera con m¨¦todos menos ereccionales seguramente Galicia estar¨ªa mejor posicionada porque no me cabe duda de la apasionante escuela de erotismo que va desde Rosal¨ªa de Castro (que era bastante m¨¢s sexy que Do?a Emilia) a las almejas de Carril, pasando por un sinn¨²mero de cantigas de ayer y hoy que dan fe de los febriles trasiegos tanto en el frente mar¨ªtimo como el terrestre.
El punto negro est¨¢, y eso parece ser un hecho a la vista de la paliza que han recibido una joven pareja gay en los jardines de M¨¦ndez N¨²?ez, en que el 71% de la poblaci¨®n rural gallega no acepta a los gays y el 26,4% de los j¨®venes no tolera la homosexualidad. A estas alturas del torneo es realmente triste lamentar esa palurda mentalidad que ahoga para siempre en los armarios y en los m¨¢s oscuros laberintos de tinieblas a unos mozos y mozas que ven como la vida en el mundo rural pero tambi¨¦n en las ciudades gallegas se les hace poco menos que imposible. No me gustar¨ªa estar en la piel de un muchacho gay que vuelve a las aulas comarcales estos d¨ªas con el sambenito de su amaneramiento a cuestas. Alguna historia conozco y me resulta repugnante, m¨¢s en estos tiempos de telefonillo y coches deportivos, de facebook y bacalao, de botell¨®n y preservativo que parecen haber servido para empujar todav¨ªa m¨¢s la intolerancia. Que alguien tenga que emigrar por razones sexuales me parece aberrante. Es el punto negro, ya digo, de una encuesta que a unos d¨ªas de la huelga general invita a una reflexi¨®n estad¨ªstica: ?cu¨¢ntas parejas dedicar¨¢n al sexo el pr¨®ximo d¨ªa 29?, ?o echar¨¢n de nuevo la culpa al Estado de la carretera y al transporte p¨²blico?, ?est¨¢n garantizados los servicios m¨ªnimos?
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