Las musas huyen de la masificaci¨®n
Ames expone los tapices que Santiago inspir¨® a la finlandesa Carita Dubrovin
Carita Dubrovin (Helsinki, 1942) pasea por una Compostela atestada de turistas y peregrinos y desea, como tantos otros vecinos, que se acabe de una vez el A?o Santo para recuperar la zona vieja como espacio vital. Carita es artista del telar y tiene en las calles de Santiago la fuente de inspiraci¨®n para sus tapices. Pero el tema para su obra se ve ahora devaluado por las masas, hasta el punto de que entre las miles de fotos que disparan los deslumbrados visitantes a todo el patrimonio p¨¦treo de la ciudad no encuentra una sola instant¨¢nea que la anime a crear. Por eso, es como si la finlandesa llevase todo el a?o haciendo cola ante la Puerta Santa, esperando simplemente a que se cierre, para que en un casco hist¨®rico con algo m¨¢s de espacio vuelvan a tener cabida las musas.
La muestra incluye esculturas de su marido y cuadros de sus dos hijos
"Mi madre y mi abuela hac¨ªan en casa lo que aqu¨ª llaman farrapos"
Se vino al acabar la carrera: "En 1967, Espa?a nos parec¨ªa un pa¨ªs ex¨®tico"
"Las piedras compostelanas me motivaron m¨¢s a trabajar en el telar"
Mientras no llega el 31 de diciembre, Carita ha peregrinado unos kil¨®metros por la Ruta a Fisterra, hasta Bertamir¨¢ns. All¨ª ha ganado otro jubileo: la satisfacci¨®n personal de exponer conjuntamente su obra con la de su familia. En la muestra Teorema de los cuatro colores, que estos d¨ªas puedes verse en el Pazo da Peregina, se exhiben junto a sus tapices las esculturas de su marido y los cuadros de sus dos hijos. Son una familia de artistas en la que los v¨¢stagos han cumplido el deseo frustrado de sus madre de poder estudiar Bellas Artes, el chico en Pontevedra y la chica en Finlandia, donde se ha establecido. Su biograf¨ªa la ha llevado de vuelta al lugar donde comenz¨® la de su madre. "Mi hija ha hecho el viaje a la inversa: se enamor¨® all¨ª y all¨ª vive. En cierto modo, pienso que con ella estoy devolviendo algo a mi origen", dice Carita.
Carita Dubrovin naci¨® en la capital finesa en una familia de clase media, perteneciente a la minor¨ªa de habla sueca. Por eso podr¨ªa decirse que es doblemente biling¨¹e: habla sueco y finland¨¦s por su lugar de nacimiento, y gallego y espa?ol por su lugar de acogida. Adem¨¢s, aprendi¨® ingl¨¦s y alem¨¢n. En este crisol ling¨¹¨ªstico se cuela tambi¨¦n su abuelo, un noble boyardo ruso que lleg¨® a Finlandia a principios del siglo XX ¨²nicamente con la receta de un pastel de chocolate bajo el brazo. De esa familia hered¨® Carita su habilidad para el arte textil: "En casa ten¨ªamos un telar donde mi madre y mi abuela hac¨ªan lo que aqu¨ª llaman farrapos. Yo aprend¨ª de ellas y ya entonces me gustaba darles un cierto aire art¨ªstico".
Pero la vena art¨ªstica le parec¨ªa poco rentable a sus progenitores, y en lugar de estudiar Bellas Artes para satisfacer su vocaci¨®n, se matricul¨® en Econom¨ªa Familiar con la intenci¨®n de hacerse luego profesora de esa materia que en Finlandia era asignatura obligatoria.
Al acabar la carrera, el cuerpo le ped¨ªa una existencia menos encorsetada y decidi¨® venirse a Espa?a con una amiga: "En 1967 nos parec¨ªa un pa¨ªs ex¨®tico". Al llegar a Madrid, retom¨® los estudios, cursando Lengua Hisp¨¢nica para Extranjeros, pero se especializ¨® en disfrutar de la vida y nunca lleg¨® a obtener el t¨ªtulo. Era un pa¨ªs muy diferente: "Recuerdo una vez, en la piscina universitaria, que unas chicas les llamaron la atenci¨®n a unas amigas m¨ªas porque iban en bikini, seg¨²n dec¨ªan provocando a los hombres".
Sin ser acusada nunca de provocadora, conoci¨® a su marido en el ambiente universitario, donde ¨¦l estudiaba para ingeniero agr¨®nomo. "Para poder casarnos, tuve que jurar que, en caso de conflicto armado con Finlandia, estar¨ªa del lado espa?ol, y que criar¨ªa a mis hijos como cat¨®licos". En cuanto al primer juramento, no tuvo ocasi¨®n de probar su lealtad, y en lo concerniente al segundo nunca lleg¨® a bautizar a sus hijos, pero su matrimonio es s¨®lido.
Fue Iberia la que le abri¨® las puertas del mercado laboral: la compa?¨ªa a¨¦rea lanz¨® la Operaci¨®n Vikinga para captar turistas en los pa¨ªses escandinavos y necesitaban azafatas nativas. Estuvo diez a?os en la aerol¨ªnea, hasta que su marido vino a Galicia en la etapa preauton¨®mica para trabajar en el Plan Director de Coordinaci¨®n Territorial.
Carita se integr¨® bien en Santiago. En 1988, el entonces alcalde compostelano Xerardo Est¨¦vez la fich¨® para el departamento municipal de protocolo y relaciones tur¨ªsticas. Veinte a?os en el puesto dan para muchas an¨¦cdotas: "Un d¨ªa lleg¨® un se?or dici¨¦ndome que necesitaba algo de dinero, y no entend¨ª muy bien por qu¨¦ se dirig¨ªa a m¨ª. Luego me enter¨¦ de que hab¨ªa preguntado en la puerta por C¨¢ritas y el ordenanza le hab¨ªa se?alado simplemente la mesa de Carita". Tambi¨¦n presume de haberse hecho fotos con dos reyes, el de Espa?a y el de Noruega.
A Santiago debe, adem¨¢s, una fuente inagotable de inspiraci¨®n para sus tapices: "Las piedras compostelanas me motivaron m¨¢s a trabajar en el telar". Ahora espera a que se silencie el ruido de los turistas, para que esas piedras vuelvan a hablar.
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