Viene el Papa
Gracias a la deferencia de Andr¨¦s Torres Queiruga, un grupo de personas tuvimos hace a?os la oportunidad de departir con Hans K¨¹ng, el archienemigo de Joseph Ratzinger, antiguo censor y hoy flagrante papa Benedicto XVI. El te¨®logo alem¨¢n es sin duda uno de los intelectuales cat¨®licos de mayor relieve, pero mostr¨® en aquella ocasi¨®n un error de juicio. En un cierto momento le pregunt¨¦ (eran los tiempos del Papa polaco): "?Despu¨¦s de Wojtyla, qui¨¦n?". Su respuesta fue m¨¢s o menos esta: "Lo l¨®gico ser¨ªa que no se tratase de alguien como Juan Pablo II, dado que la continuidad de un radicalismo as¨ª amenazar¨ªa la extensi¨®n del catolicismo ni, por supuesto, de alguien como yo, del ala progresista de la iglesia, inaceptable para los cardenales. Lo l¨®gico ser¨ªa una personalidad del estilo de Pablo VI, m¨¢s moderada y capaz de hacer retornar a los templos a los creyentes".
El catolicismo pierde peso. En Galicia, s¨®lo el 48% de los j¨®venes se declara creyente. De practicantes, ya ni hablemos
Lejos estaba Hans K¨¹ng de suponer que el martillo de heterodoxos ser¨ªa erguido a tal dignidad, pero as¨ª fue. Su intuici¨®n, sin embargo, no andaba descaminada. El fundamentalismo religioso de la actual curia no puede m¨¢s que favorecer una constante reducci¨®n del n¨²mero de fieles. La iglesia cat¨®lica se siente disconforme con la modernidad y no sabe actuar ante ella m¨¢s que con resentimiento y desaz¨®n. Las estad¨ªsticas son muy elocuentes cuando refieren la p¨¦rdida de peso del catolicismo en todo el mundo. No otra cosa sucede, por supuesto, en Espa?a, lugar en el que la constante intromisi¨®n de la jerarqu¨ªa espa?ola en el juego pol¨ªtico hace que se la identifique con la derecha. Ni tampoco en Galicia: entre nosotros, s¨®lo el 48% de los j¨®venes se declara creyente. De practicantes, ya ni hablemos.
Los que ya ir¨ªamos peinando canas si tuvi¨¦semos pelo sabemos, sin embargo, que no siempre fue as¨ª. Por supuesto que la Iglesia estuvo muy comprometida con el franquismo y en la retina est¨¢ la foto en la que puede verse a las jerarqu¨ªas religiosas y militares saludando en la Praza da Quintana con el brazo en alto -el ave fascista importado de Italia- en plena Guerra Civil. El nacional-catolicismo existi¨®, aunque ya empiecen a menudear revisionistas que hasta eso ponen en duda. Sin embargo, tambi¨¦n existi¨® el aggiornamento, Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, los curas obreros y el di¨¢logo con el marxismo, la gran fuerza intelectual de aquella ¨¦poca -los a?os sesenta- que, sin embargo, pronto empez¨® a declinar. El v¨ªnculo entre una iglesia popular y el antifranquismo estuvo bien representado entre nosotros por gente como Moncho Valcarce, el cura das Encrobas -hay que leer sus escritos para apreciar lo que ten¨ªa de m¨ªstico-, Antonio Mart¨ªnez Aneiros o Pepe Chao.
Tal vez aquello s¨®lo fue un par¨¦ntesis, un desv¨ªo producto de un descuido cardenalicio, pero si existe la oportunidad de una verdadera religi¨®n la cerraz¨®n y el fundamentalismo de aquellos que hoy se hacen pasar por la iglesia -gente como Rouco Varela- a despecho del Esp¨ªritu Santo, tendr¨ªa que quedar atr¨¢s. Ya en combate contra los te¨®logos conservadores protestantes Charles Eliot, profesor em¨¦rito de la Universidad de Harvard observ¨®, en 1909, que la religi¨®n s¨®lo deber¨ªa tener un ¨²nico mandamiento: el amor a Dios, expresado en el servicio pr¨¢ctico al pr¨®jimo. No existir¨ªan iglesias ni textos sagrados, ninguna teolog¨ªa del pecado y ninguna necesidad de culto. Es un punto de vista no muy distante de lo que hoy puedan proponer gentes como Torres Queiruga y otros cat¨®licos progresistas, silenciados y arrinconados por un aparato eclesi¨¢stico que nada tiene que envidiar al del partido m¨¢s estalinista.
El 6 de noviembre, Benedicto XVI estar¨¢ entre nosotros ocho horas, las justas para partir despu¨¦s a Barcelona. Alguien ha calculado que cada minuto suyo en Galicia le costar¨¢ al erario p¨²blico 6.000 euros. Otros -Feij¨®o entre ellos- replican con la gran publicidad que esa visita deparar¨¢. Es, ciertamente, una discusi¨®n intrascendente, aunque siempre deja ver que la austeridad que se predica admite excepciones, dependiendo de las simpat¨ªas del gobernante. M¨¢s chusca fue la ocurrencia de Alfonso Rueda, m¨¢s tarde secundada por Feij¨®o, de pedir la pr¨®rroga del A?o Santo con la intenci¨®n de extender los beneficios tur¨ªsticos del a?o Xacobeo. Sin duda no se trata de una frivolidad, propia de las ocurrencias que a todos se nos aparecen al tercer gin-tonic, sino un homenaje oculto de los dos dirigentes a los inventos que en el TBO enunciaba el Doctor Franz de Copenhague.
En un lenguaje que es en s¨ª mismo una parodia Feij¨®o declar¨®: "El objeto de la propuesta no era otro que conseguir posponer los efectos econ¨®micos del Xacobeo". Esta ser¨ªa una de las "l¨ªneas estrat¨¦gicas" de la Xunta para incrementar el PIB gallego y afrontar el recorte del 12% que se va a producir en los presupuestos auton¨®micos. Lo han le¨ªdo bien "Esta ser¨ªa una de las l¨ªneas estrat¨¦gicas".
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