Con un par... de zapatos
Hoy termina la feria de Modacalzado en Madrid, que anticipa las colecciones de primavera y verano. Agradezco profundamente esta avalancha de zapatos para calmar la angustia que me produce tanta crisis, tantas desgracias, tanta inseguridad sobre nuestros hijos, esos que ya llaman "la generaci¨®n perdida" para acabar de pisotear cualquier posible esperanza de avance.
Me gustar¨ªa, aunque fuese por cinco minutos, volver a sentirme como un ni?o con zapatos nuevos, volver a la ilusi¨®n de aquellos zapatos azul claro que estren¨¦ a los 13 a?os, el d¨ªa que me enamor¨¦ por primera vez, recuperar un poco de inocencia y confianza en el ser humano. Y es verdad que estrenar zapatos debe de tocar alg¨²n resorte escondido en nuestro bosque de neuronas porque produce una alegr¨ªa infantil, un placer simple y extra?o como si hubi¨¦semos estado andando descalzos toda la vida y de pronto meti¨¦semos los pies en unos armazones que nos hacen m¨¢s altos, m¨¢s esbeltos, m¨¢s ricos, m¨¢s importantes, m¨¢s molones. Para algunos, entre quienes me incluyo, el calzado es lo m¨¢s importante de todo el equipo, es como si desprendiese un resplandor que ilumina la falda, los pantalones, la chaqueta, la cara. Los zapatos son los que te convierten en cl¨¢sico, moderno, ultramoderno, vanguardista. Por eso llevar los zapatos limpios y relucientes ha sido una exigencia de nuestra sociedad, la mejor carta de presentaci¨®n para cualquiera, y el c¨¢nfor en las casas y los limpiabotas en las calles, piezas imprescindibles hasta que se empez¨® a jugar con lo medio desarreglado y lo medio viejo. Pero no por eso ha deca¨ªdo el fetichismo zapateril. ?Por qu¨¦ para muchos el sexo empieza por los pies? Unas botas por encima de los pantalones pueden resultar m¨¢s er¨®ticas que ense?ar el ombligo, por no hablar de esos fetichistas que sue?an con un tac¨®n de aguja clav¨¢ndoseles en el pez¨®n.
Unas botas por encima de los pantalones pueden resultar m¨¢s er¨®ticas que ense?ar el ombligo
Y es curioso, hay un tipo de calzado para cada personalidad, la del taconeo con ruido y la de pisada silenciosa, la deportiva y la sofisticada. Dime qu¨¦ zapatos llevas y te dir¨¦ qui¨¦n eres, dime c¨®mo pisas y te dir¨¦ c¨®mo eres, aunque para los especialistas la mejor forma de andar y correr sea descalzos y con la planta encallecida, lo que supondr¨ªa el desastre de la industria del calzado. Pero no hay que preocuparse porque como se demuestra en la exposici¨®n El mundo a tus pies, organizado por el Museo del Calzado de Elda en Ifema, el calzado ha marcado el estilo de todas las civilizaciones, desde los mocasines y las babuchas a las actuales y enormes plataformas, ese mundo imposible en que a veces tenemos que encaramarnos las mujeres para volvernos un poco irreales y deseables.
Y la verdad es que en la mayor¨ªa de los casos en lugar de proteger los pies los torturamos, hasta el extremo de haberlos reducido a mu?ones en la China imperial y ahora deformarlos con taconazos de v¨¦rtigo, en ambos casos para delicia de algunos, que en tiempos se pon¨ªan locos si le ve¨ªan el bot¨ªn a una se?ora debajo de las enaguas. Pobres pies, sufridores pies, que tienen que sostener todo el cuerpo, llenos de terminaciones nerviosas, con cosquillas, multitud de huesecillos y que encima han de lucir sin una dureza, sin un callo y con u?as de porcelana, lo que ha impulsado el negocio de la pedicura, locales dedicados a pies y manos exclusivamente, que va del limado de talones al tallado de u?as.
Pero tambi¨¦n en esta feria del calzado se exponen las zapatillas deportivas que han marcado a nuestra "generaci¨®n perdida". La generaci¨®n de ni?os Nike con c¨¢mara de aire en la suela, que les ayudaba a saltar de una a otra actividad extraescolar para dar lo mejor de s¨ª en un futuro que ahora les vuelve la espalda. Pero como una imagen vale m¨¢s que mil palabras, ah¨ª tenemos a las chinches que recorren Manhattan, como si el coraz¨®n del capitalismo, del dinero, de la modernidad, de la cultura, como si el coraz¨®n del no va m¨¢s, fuera un gran colch¨®n de posguerra. Hasta ahora las chinches, las pulgas y garrapatas hab¨ªan quedado aisladas en la Espa?a pobre y atrasada, en las penurias de la guerra, en las ropas del hambre. Y mientras nosotros ten¨ªamos chinches y piojos, en el para¨ªso americano usaban pa?ales desechables, tampax, vasos de papel y sales de ba?o. Ahora una plaga de chinches se extiende a todo Estados Unidos desde la mejor tienda de Nike en Manhattan, entre la Quinta Avenida y Madison Avenue, como se?al de que algo no va bien.
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