Crisis de imagen, pero no de afiliados
El papel de interlocutores de los sindicatos cobra relevancia en un entorno lleno de nuevos desaf¨ªos - Las grandes centrales, en crisis de imagen, se defienden ante un aluvi¨®n de cr¨ªticas
?H¨¦roes o villanos? Desde que Comisiones Obreras y UGT convocaron la huelga general contra la reforma laboral del Gobierno, algunos pol¨ªticos del PP y los medios de comunicaci¨®n m¨¢s conservadores han cuestionado el papel de los sindicatos y se han cebado con quienes en ¨¦poca de crisis pudieran resultar m¨¢s impopulares: los liberados sindicales, aquellos trabajadores que dedican su jornada a mediar entre los empleados y la empresa -en sentido amplio- y a cambio se les garantiza el puesto de trabajo sin riesgo de despido mientras dura su mandato. ?Son unos par¨¢sitos sociales, que cobran sin trabajar, como ha dado a entender la presidenta de la Comunidad de Madrid al anunciar un recorte de 1.930 liberados en la funci¨®n p¨²blica? ?Resultan "catastr¨®ficos", como les ha calificado el consejero de Educaci¨®n de la Generalitat valenciana? ?O son personas "sacrificadas, generosas e imprescindibles", seg¨²n la definici¨®n de miembros de las ejecutivas de las dos centrales mayoritarias? Y, en medio de la pol¨¦mica, ?cu¨¢ntos son?
En las Administraciones p¨²blicas hay un 0,14% de liberados
"Siempre habr¨¢ quien tenga que poner freno a los abusos", dice Cubillo
Su relevancia social est¨¢ respaldada por ocho millones de votos de asalariados
CC OO: "La crisis golpea y muchos piden ahora el carn¨¦ de sindicalista"
Esta ¨²ltima pregunta no tiene respuesta. El n¨²mero de liberados de las empresas espa?olas viene determinado por las horas acordadas para ejercer la labor sindical. El Estatuto de los Trabajadores fija los m¨ªnimos, pero cada negociador elige cu¨¢nto tiempo sindical se reparte y entre quienes. Puede distribuirse entre todos los delegados o concentrarse en una o m¨¢s personas a jornada completa. Las empresas privadas no tienen obligaci¨®n de comunicar la distribuci¨®n interna de esos tiempos. En las administraciones p¨²blicas, los liberados representan el 0,14% de la plantilla, seg¨²n manifest¨® la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega durante un agrio debate con el PP en el Senado la semana pasada.
Esperanza Aguirre cree que ajustando los m¨ªnimos legales en la Comunidad de Madrid sobran liberados. La presidenta entiende que sus antecesores -y probablemente ella misma, que va ya a por la tercera legislatura- han mantenido "inflado" el censo para garantizarse la paz sindical. El ajuste en estos tiempos duros ahorrar¨¢, dice, 46 millones de euros anuales.
"Yo desde luego no soy ning¨²n par¨¢sito", comenta con cierta resignaci¨®n Juan, vigilante jurado de una empresa de 1.500 trabajadores, con una n¨®mina de 875 euros, horas aparte. Este afiliado a CC OO lleva 23 a?os vigilando el metro de una gran ciudad y ejerce como liberado sindical desde 2005. "Hoy he ido al sindicato y al centro de trabajo desde las 8.30 y acabo de llegar a casa (a las 21.45). Menuda liberaci¨®n tengo yo".
Buena parte del d¨ªa lo ha dedicado Juan a reclamar los atrasos que les corresponden a todos por las horas extraordinarias, despu¨¦s de que el Tribunal Supremo haya fallado a favor de un trabajador que recurri¨® a la justicia. Tambi¨¦n se ha opuesto sin ¨¦xito al 70% de servicios m¨ªnimos de su sector para el 29-S y a estudiar a fondo una denuncia por acoso laboral: "Este es un asunto delicado, porque a veces es verdad y a veces no". Lo que se le da bien, dice, es confeccionar n¨®minas paralelas de trabajadores enfermos "porque regatean a la baja, y por ah¨ª no pasamos". Asegura que se siente c¨®modo en su papel porque le gusta mediar y ayudar a sus compa?eros como querr¨ªa que le ayudaran a ¨¦l, pero recuerda que junto a las ventajas est¨¢n los inconvenientes: "En cuanto deje de ser delegado, y pasen los dos a?os legales de protecci¨®n, ser¨¦ el primer despedido. Los jefes me guardan unas cuantas".
Pese a los ataques de cara a la galer¨ªa, los empresarios consultados reconocen que prefieren negociar el convenio con el comit¨¦ y unos pocos interlocutores liberados que con muchos parciales. "Simplifica la organizaci¨®n de los turnos. Y facilita el entendimiento", asegura el due?o de una franquicia de productos para el hogar. Aunque a?ade que si se act¨²a de mala fe, tambi¨¦n resulta m¨¢s sencillo enredar a uno que a varios, cuando no comprar su voluntad.
Una serie de encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) entre 2005 y 2010 revela que casi la mitad de la poblaci¨®n recela de las grandes centrales sindicales porque las percibe como dinosaurios empresariales con plantillas burocratizadas y cientos de millones de euros para gestionar, no siempre de manera transparente.
Y es cierto que mantienen altas cotas de poder y generosa financiaci¨®n. Durante 2009 recibieron 15,8 millones de euros en subvenciones directas de los presupuestos generales, de los cuales algo m¨¢s de 12 millones fueron para UGT y CC OO, ya que ambas centrales acaparan el 80% de la representaci¨®n sindical. Adem¨¢s, ingresan cerca de tres millones por participar en ¨®rganos consultivos del Ministerio de Trabajo, aunque la parte del le¨®n en esta partida se la lleva la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales (CEOE). A trav¨¦s de las fundaciones y la gesti¨®n de programas concretos, como los cursos de formaci¨®n, patronal y sindicatos mueven en torno a los 700 millones, a los que hay que sumar las subvenciones del fondo social de la Uni¨®n Europea.
Los sindicatos espa?oles est¨¢n respaldados por el voto directo de ocho millones de asalariados, seg¨²n datos de 2009 del Ministerio de Trabajo e Inmigraci¨®n. Y ah¨ª radica su fuerza. Comisiones Obreras, UGT y el resto de sindicatos no son gigantes sociales por el n¨²mero de afiliados -cinco puntos por debajo del 25,1% de la media europea-, sino por "los 26.000 expertos sindicales que intervienen anualmente en la negociaci¨®n colectiva, los m¨¢s de 100.000 delegados de salud laboral que se ocupan de la seguridad y prevenci¨®n de riesgos en las empresas y los 340.000 delegados que asumen la interlocuci¨®n y defensa cotidiana de los trabajadores dentro y fuera de los centros", como se?alaban el pasado s¨¢bado en un art¨ªculo de opini¨®n en EL PA?S Pere J. Beneyto y otros nueve profesores de Universidad.
"Su papel en una democracia avanzada es fundamental porque ya no son sindicatos de obreros, sino de ciudadanos. No representan a sus militantes o simpatizantes, sino al conjunto de los trabajadores, aunque sean de ideolog¨ªa opuesta e incluso echen pestes contra ellos", apunta ?lvaro Soto, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Atr¨¢s quedaron las grandes cadenas de producci¨®n plasmadas por Charles Chaplin en Tiempos modernos, cuando el protagonista asum¨ªa su labor ininterrumpida de apretar tuercas con tal intensidad que enroscaba los botones de los abrigos de las se?oras que se cruzaba por la calle. Fue en ese tiempo cuando los sindicatos adquirieron m¨²sculo para la lucha. Aquello pas¨®, como han ido pasando casi todas las grandes y traum¨¢ticas reconversiones, y ah¨ª siguen, aumentando cada a?o la tasa de afiliaci¨®n. Ahora, cuando el mercado de trabajo tiende a la externalizaci¨®n de servicios y a la fragmentaci¨®n, las centrales sindicales pueden verse abocadas a redibujar su funci¨®n. "Globalizaci¨®n, tecnolog¨ªas, el acecho de los mercados asi¨¢ticos y latinoamericanos... Existe un gran reto para los sindicatos", comenta el catedr¨¢tico Soto.
Los portavoces de las grandes centrales dicen estar preparados para ese reto. Jos¨¦ Javier Cubillo, secretario de Organizaci¨®n de UGT, afirma: "No hay m¨¢s fragmentaci¨®n laboral ahora que en los a?os setenta y ochenta, cuando defend¨ªamos las condiciones de trabajo de las cosedoras caseras de las firmas de moda de Galicia. Tampoco la econom¨ªa global y la era tecnol¨®gica nos preocupan. Siempre habr¨¢ quien quiera hacer negocios y quien tenga que poner freno a los abusos. Lo que nos preocupa de verdad es otro asunto, y de mayor calado".
Jos¨¦ Javier Cubillo se refiere a lo que ¨¦l entiende como un cambio radical de las reglas del juego. Lo resume as¨ª: "Hasta el estallido de la actual crisis, en la que los banqueros se han estafado unos a otros, nos mov¨ªamos en un terreno que era bueno para todos. O al menos no era malo. Los empresarios buscaban rentabilidad y nosotros progreso; ellos quer¨ªan estabilidad, y nosotros bienestar social. Era un modelo capitalista productivo. ?Qu¨¦ ocurre ahora? Me temo que hemos entrado en el reino del capitalismo especulativo. Ahora parece que prima el lema de coge el dinero y corre. Se trata de conseguir una rentabilidad lo m¨¢s alta posible en el menor tiempo posible, y el que venga detr¨¢s que arree. Los ingenieros de la especulaci¨®n y sus defensores de la derecha m¨¢s radical lo denominan Mercado de Productos Estructurales de Alta Rentabilidad. Da la impresi¨®n que el viento sopla a su favor y que quieren comerse el mundo".
El secretario de Organizaci¨®n de UGT cree que estos lodos provienen del polvo levantado poco despu¨¦s de la Transici¨®n. Habla del primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez: "Para Solchaga, Boyer y otros liberales socialistas por el estilo, los sindicatos ya ¨¦ramos un engorro. Pero las cosas eran diferentes y est¨¢bamos condenados a entendernos. El esfuerzo era mutuo. Ahora, el liberalismo agresivo tan de moda en Europa parece que quiere borrarnos del mapa. Quieren convencer a la opini¨®n p¨²blica de que en un mercado multinacional somos reliquias del pasado".
Reliquias o no, una buena parte de la ciudadan¨ªa est¨¢ convencida de que su papel es ahora m¨¢s necesario que nunca y no ve factible prescindir de los sindicatos en un momento de tanta incertidumbre como el actual. Es lo que explica la potente implantaci¨®n en Europa: "Sus casi 60 millones de afiliados hacen del sindical el mayor movimiento organizado de la UE-27", destaca Beneyto. El catedr¨¢tico ?lvaro Soto incide en la estrecha imbricaci¨®n de los grandes sindicatos espa?oles con la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos, convocante de la europrotesta de pasado ma?ana.
En Espa?a, se consideran necesarios pero no gozan de muy buena imagen. Las encuestan secuenciadas del CIS entre 2005 y 2010 revelan que la mayor¨ªa conf¨ªa en ellos pero les critica. En una escala de simpat¨ªa del uno al 10 sobre valoraci¨®n de instituciones y movimientos sociales, solo son superados en antipat¨ªa por el movimiento okupa y los partidos pol¨ªticos. El rechazo a los sindicatos es casi igual -una d¨¦cima de diferencia- al mostrado hacia las organizaciones religiosas. Y, sin embargo, a?o tras a?o aumentan en afiliaci¨®n: UGT cuenta con 1.242.200 socios que cotizan unos 10 euros al mes -con descuento a parados, jubilados o j¨®venes en busca del primer empleo-. CC OO, que mantiene una cuota similar, va por 1.203.300 afiliados. Entre los dos, suman m¨¢s de 150.000 socios nuevos con respecto a 2007, a?o en el que los m¨¢s avispados empezaron a vislumbrar la crisis.
El portavoz de CC OO, Fernando Lezcano, interpreta esa dualidad de confianza y rechazo: "Existe un sentimiento at¨¢vico en los espa?oles que tiende a identificar el ejercicio del poder con el enriquecimiento personal y el nepotismo. Por eso se desconf¨ªa de oficio de pol¨ªticos y sindicalistas". A?ade: "S¨ª, s¨ª, claro que hay quien se aprovecha del cargo y coloca a sus familiares, pero son casos aislados. La gente lo sabe. Y con la crisis golpe¨¢ndoles sienten miedo. Entonces toman conciencia de que podemos ayudarles y vienen a darse de alta. Muy bien. Para eso estamos".
Delegados en la UE
- Italia. La figura del liberado sindical est¨¢ en el Estatuto de los Trabajadores desde 1970. Son representantes que trabajan para el sindicato y no para la empresa. El sueldo lo paga su organizaci¨®n, y la empresa sufraga contribuciones e impuestos.
- Francia. Las horas son mensuales y personales, por lo tanto, no se pueden ceder de una persona a otra. No existe la figura del sindicalista liberado como tal pero s¨ª se pueden sumar horas de delegaci¨®n al acumular varios mandatos.
- Alemania. Los comit¨¦s de empresa son elegidos por los trabajadores en sociedades con cinco o m¨¢s asalariados. Seg¨²n la Federaci¨®n Alemana de Sindicatos, entre el 80% y el 85% de los comit¨¦s militan en alg¨²n sindicato. Los comit¨¦s tienen derecho a liberar empleados en empresas con m¨¢s de 200 trabajadores.
- B¨¦lgica. Los sindicatos est¨¢n anclados en el tejido institucional y gozan de muy buena salud. La tasa de sindicaci¨®n ronda entre el 60% y el 65% de la poblaci¨®n activa y es estable desde hace d¨¦cadas, con un repunte de afiliaci¨®n en estos a?os de crisis porque el sindicato belga guarda un arma en su arsenal: gestiona el subsidio de desempleo.
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