El padrino y el 'caso Malaya'
En las tramas corruptas siempre hay un padrino. A los mangantes les pasa lo que se dec¨ªa de los italianos en la famosa novela de Mario Puzo, que piensan que el mundo de la delincuencia es tan duro que hay que tener dos padres, por eso todos tienen un padrino. Los abogados han tenido siempre muy mala fama en las novelas de la mafia. Vito Corleone dec¨ªa dos cosas de los letrados. "Un abogado con su maleta puede robar m¨¢s que cien hombres con pistolas", era una de ellas. La otra la dej¨® para el final de su carrera: "No necesito matones, necesito m¨¢s abogados".
En el juicio del caso Malaya, que se inici¨® ayer en M¨¢laga, no hacen falta m¨¢s abogados. A simple vista, parece que est¨¢n todos. Entre letrados imputados y letrados defensores pasan del centenar, aunque es dif¨ªcil distinguirlos ya que los abogados procesados se pueden sentar en la zona reservada para las defensas. Entre los letrados del mayor caso de corrupci¨®n de la historia de la democracia est¨¢ lo mejorcito que hab¨ªa en el mercado. Sus dineros les van a costar a los imputados, ya que algunos salen a mil euros solo por desplazamiento y d¨ªa. Y como la previsi¨®n es que el juicio dure un a?o, echen cuentas. Con todo, ya ha habido algunos problemas de insolvencia. No se conoce que la investigaci¨®n policial haya permitido recuperar lo mucho que supuestamente esquilmaron, por lo que dinero tiene que haber en alg¨²n sitio. ?D¨®nde? Eso, est¨¢ por conocer.
Los abogados del caso Malaya saben m¨¢s de leyes que la portera de Perry Mason. Si el personaje de las novelas de Erle Stanley Gardner viviera en la actualidad no tendr¨ªa futuro alguno. Este televisivo letrado demostraba la inocencia de su cliente averiguando la culpabilidad del verdadero asesino. O sea, una antigualla de t¨ªo. Ahora un abogado es un especialista en recursos. Recursos contra las escuchas telef¨®nicas de la polic¨ªa, contra el juez que instruy¨® el sumario y contra el fiscal que investig¨® los hechos. Los letrados son especialistas en garant¨ªas procesales. Nada que objetar jur¨ªdicamente, ya que las garant¨ªas son imprescindibles en un Estado de Derecho. Pero al menos, que quede constancia de cu¨¢l es la estrategia que seguir¨¢n los defensores en un juicio de estas caracter¨ªsticas. Habr¨¢, en sus inicios, muchas cuestiones de forma y pocas de fondo.
A la trama de corrupci¨®n de Marbella le ocurre como a la pel¨ªcula de El Padrino, que tiene varias partes. El problema de la historia marbell¨ª es que la investigaci¨®n comenz¨® cuando la pel¨ªcula ya estaba empezada. El juicio del caso Malaya no afecta a Don Corleone, que ya no vive para contarlo. El sumario se inicia con la segunda parte de la trama, la que dirigi¨® el que se hizo jefe de la mafia tras la muerte del gran capo. Y continuar¨¢ con la guerra entre bandas que se abri¨® cuando cada una de las familias pugn¨® por hacerse con el control del negocio. Lo malo es que la estrategia de las defensas, una vez acaben las cuestiones de forma, ir¨¢ encaminada a recordar la primera parte de la trama. O sea, a echarle el muerto al muerto. Este juicio necesita imperiosamente un traidor. Alguien que lo cuente todo.
Don Vito siempre ten¨ªa a mano un consejo. ?l se acercaba a la oreja de su interlocutor para hablarle al o¨ªdo. Y dec¨ªa cosas como ¨¦sta: "Mant¨¦n cerca a tus amigos, pero m¨¢s cerca a tus enemigos". El banquillo de los acusados del caso Malaya ha logrado algo parecido, sentar en un mismo sitio a amigos que se hicieron enemigos ¨ªntimos. Muchos de ellos formaron una gran familia. El juicio deber¨¢ demostrar si se trat¨® de una gran familia mafiosa. De momento, las defensas han hecho su apuesta inicial. Negarlo todo.
Michael Corleone, el hijo de Don Vito que hered¨® el control de la familia, le dice en un di¨¢logo de la pel¨ªcula a su interlocutor: "No me digas que eres inocente, porque eso insulta mi inteligencia, y eso no me divierte".
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