Huelga: motivos y efectos
El motivo de los sindicatos para convocar la huelga de ayer era (seg¨²n su escrito de comunicaci¨®n) expresar su oposici¨®n a las medidas ya adoptadas de ajuste del gasto p¨²blico y reforma del mercado laboral, y a la prevista de las pensiones. Ayer, tras valorar la jornada como un gran ¨¦xito, los l¨ªderes de UGT y CC OO instaron al Gobierno a rectificar esas decisiones.
Es improbable que lo haga. En relaci¨®n al gasto, porque el ajuste fue motivado por la evidencia de que, si no lo hac¨ªa, el coste de la deuda (la partida que m¨¢s ha crecido en los Presupuestos para 2011) meter¨ªa a la econom¨ªa espa?ola en un c¨ªrculo vicioso como el que asfixia a la griega. Y m¨¢s grave que no haber hecho el ajuste ser¨ªa dar ahora marcha atr¨¢s a causa de la huelga. Su efecto ser¨ªa una mayor p¨¦rdida de confianza de los inversores internacionales y Gobiernos centrales de la UE, lo que llevar¨ªa a nuevos ajustes. Una te¨®rica alternativa ser¨ªa subir los impuestos, pero ello replantear¨ªa el dilema de fines de 2009 entre mantener los est¨ªmulos para sostener empleo y consumo, con el riesgo de desbocar el d¨¦ficit, o frenar este, al precio de entorpecer la recuperaci¨®n. Dilema que esos inversores y Gobiernos resolvieron por nosotros.
M¨¢s grave que no haber hecho el ajuste ser¨ªa dar ahora marcha atr¨¢s a causa de la huelga
Pero el motivo fundamental de la convocatoria ha sido la reforma laboral. El debate sobre esta cuesti¨®n est¨¢ m¨¢s abierto, por m¨¢s que la rectificaci¨®n gubernamental sea tambi¨¦n improbable ante una decisi¨®n ya aprobada por el Parlamento. Desde hace m¨¢s de 15 a?os, los especialistas vienen pregunt¨¢ndose por qu¨¦ en los periodos recesivos la econom¨ªa espa?ola pierde m¨¢s puestos de trabajo, y m¨¢s r¨¢pidamente, que las de otros pa¨ªses, incluso cuando soportan una recesi¨®n mayor.
O, visto desde otra perspectiva, por qu¨¦ en Espa?a solo empieza a descender el paro a partir de crecimientos del PIB superiores al 2%, cosa que no ocurre en otros pa¨ªses. A mediados de la d¨¦cada pasada, en Francia se produjo un crecimiento del empleo muy superior al previsto. Explicaba por entonces Le Monde que el acortamiento de la distancia entre relanzamiento de la actividad y repercusi¨®n sobre el empleo se deb¨ªa a las reformas del mercado de trabajo realizadas en el periodo anterior.
El pre¨¢mbulo del decreto aprobado en junio describ¨ªa los defectos del mercado de trabajo espa?ol (muy conocidos) y los remedios propuestos por la reforma: esencialmente, reforzar las posibilidades de adaptaci¨®n de la empresa a la situaci¨®n de crisis mediante reducciones de jornada y rebajas salariales como alternativas al despido. Pero lo m¨¢s llamativo es la propuesta de rebajar las indemnizaciones por despido como forma de estimular la creaci¨®n de empleo fijo.
Llamativo, pero no novedoso. Expertos como Samuel Bentolila, J. A Sagardoy y otros llevan muchos a?os defendiendo que el desfase que se observa en Espa?a entre crecimiento econ¨®mico y creaci¨®n de empleo a las salidas de la crisis, es consecuencia del temor de los empresarios espa?oles a comprometerse a contratar trabajadores cuyo eventual despido, ante una reca¨ªda, resultar¨ªa muy costoso (45 d¨ªas por a?o, frente a 30 en Alemania, por ejemplo).
Los primeros intentos de abordar ese problema, especialmente con vistas a la contrataci¨®n de j¨®venes, tuvieron el efecto de una dualizaci¨®n excesiva entre fijos y temporales, estos ¨²ltimos con un despido de 8 d¨ªas por a?o. Esto explica que en torno al 75% de los 2,5 millones de empleos ahora perdidos fueran temporales. La hip¨®tesis de la reforma es que solo con una convergencia de las indemnizaciones de fijos y temporales se estimular¨ªan los contratos indefinidos, lo que a su vez se considera esencial para el aumento de la productividad, en la perspectiva de un cambio del modelo productivo.
Pero la verificaci¨®n de esas hip¨®tesis solo podr¨¢ producirse cuando se inicie la recuperaci¨®n, y mientras tanto lo que se habr¨¢ verificado es la parte negativa de la reforma: la equiparaci¨®n a la baja de las indemnizaciones por despido; y una prueba de lo limitado de la confianza del Gobierno en los efectos de la medida a corto plazo es que los Presupuestos para 2011 no preven un descenso del paro en el ejercicio.
A no ser que se trate de una astucia destinada a sustituir el viejo optimismo presidencial por una nueva versi¨®n en la que, partiendo de una previsi¨®n muy negativa, sea posible dar buenas noticias cada vez que esos negros augurios no se confirmen; y afirmar, como en una famosa ocasi¨®n, que "no estamos tan mal".
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