El d¨ªa despu¨¦s
Dicen los soci¨®logos de relaciones industriales que convocar una huelga es tarea f¨¢cil; lo dif¨ªcil es saber administrarla. Y administrarla significa hacer un balance de las consecuencias de la huelga realizada. Puede decirse que es un ¨¦xito si los convocados a ella superan un determinado porcentaje, pero el ¨¦xito de una huelga no est¨¢ solo en el n¨²mero de los participantes, sino en su libre voluntad de hacerlo. En la huelga de ayer los documentos gr¨¢ficos que emit¨ªan los medios audiovisuales llenaban de sonrojo a cualquier amante de la libertad. No podemos permitir como algo normal los piquetes que impiden con violencia verbal o f¨ªsica, es decir, intimidaci¨®n, trabajar a quien quiera hacerlo. Es algo que los propios dirigentes sindicales deben rechazar por antidemocr¨¢tico. Pues ganar as¨ª es como ganar un partido de f¨²tbol con fuera de juegos cada gol. No es de recibo y de una vez por todas tenemos que poner en pr¨¢ctica lo que de modo rotundo ordena el art¨ªculo 6.4 de la Ley de Huelga de 1977: "Se respetar¨¢ la libertad de trabajo de aquellos trabajadores que no quisieran sumarse a la huelga".
Ha llegado el momento de un macropacto para salir del hoyo sincero, abierto, generoso y ambicioso
La segunda cuesti¨®n, nada balad¨ª, es que la huelga se convoc¨® cuando la reforma laboral era un proyecto, pero ahora es una ley aprobada en Cortes. Y eso no deja de tener significado en un sistema democr¨¢tico. A m¨ª me parece muy respetable y l¨®gico que todo lo que suponga un recorte de derechos consolidados por parte de los trabajadores reciba un rechazo por parte de estos y de sus representantes. Pero hay que tener una visi¨®n m¨¢s global. Yo soy de los que siempre han defendido el papel esencial que los sindicatos juegan en el conflicto inmanente e institucional del capital con el trabajo, y no solo por lo que dice nuestra Constituci¨®n, sino por la muy importante labor que han desarrollado en nuestro devenir laboral a lo largo de los a?os de reinstauraci¨®n de la democracia. Han sabido luchar y pactar; ganar y perder.
Quiz¨¢ ahora que pasamos momentos dram¨¢ticos de crisis de empleo -y que no son circunstanciales- deben los sindicatos reflexionar sobre su contribuci¨®n a la superaci¨®n de la crisis. Pienso, de modo global, que deben remar juntos con los dem¨¢s agentes sociales, incluso con el Gobierno, m¨¢s que bombardeando las posiciones del capital, que al ser el motor del empleo v¨ªa inversi¨®n debe ser considerado m¨¢s que menospreciado. Si yo quiero montar una empresa y soy objeto de ataques permanentes a mi empleo -con el ritornelo de avaro capitalista-, lo normal es que desista.
Ha llegado el momento de un macropacto sincero, abierto, generoso por todos y ambicioso para ver c¨®mo salimos del hoyo del paro y especialmente del juvenil. Todo lo que dejen los pactantes -Gobierno, sindicatos y empresarios- habr¨¢ merecido con mucho la pena. Hay que tener la grandeza del todo y menospreciar la parte. Ser¨¢ bueno para todos sin ninguna duda. Quiz¨¢ sea un sue?o, pero ser¨ªa bueno tenerlo por la inmensa cosecha que recoger¨ªamos. M¨¢s empleo y mejor empleo. Ya lo hicimos en 1977. ?Por qu¨¦ no ahora?
Juan Antonio Sagardoy Bengoechea es catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo.
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