La est¨¦tica de la desolaci¨®n
La Fura dels Baus, aclamada en el Teatro Real por su 'Mahagonny'
No hubo bronca ni tan siquiera pol¨¦mica. La tan temida primera nueva producci¨®n de G¨¦rard Mortier en el teatro Real con Ascenso y ca¨ªda de la ciudad de Mahagonny se sald¨® con un ¨¦xito a varias bandas: vocal, orquestal, coral, teatral, escenogr¨¢fico. La ¨®pera es por encima de todo un ensamblaje de diferentes disciplinas art¨ªsticas. Esta vez se acoplaron como un mecanismo de relojer¨ªa, y quien sali¨® m¨¢s beneficiada fue la propia ¨®pera de Kurt Weill con libreto de Bertolt Brecht.
Qued¨® muy claro su tono de denuncia, su mensaje pol¨ªtico, su est¨¦tica tan combativa en un momento hist¨®rico entre dos guerras mundiales, su condici¨®n de nuevo camino est¨¦tico adaptado a las necesidades de la sociedad.
La Fura dels Baus parti¨® escenogr¨¢ficamente de un vertedero de residuos para plantear una est¨¦tica desoladora en la que se proclama la grandeza de la suciedad o, si se quiere, se comprueba que la basura puede ser bella. No hay apoyos videogr¨¢ficos. La Fura vuelve a la desnudez de sus primeros montajes con una madurez que solo dan el paso del tiempo y el riesgo permanente.
La mirada intelectual de Alex Oll¨¦ se complementa con la fant¨¢stica intuici¨®n de Carlus Padrissa, la delirante perspectiva de modernidad de Alfons Flores -autor tambi¨¦n de la escenograf¨ªa de Carmen, de Calixto Bieito, actualmente en el Liceo de Barcelona- o la ¨¢gil iluminaci¨®n de Urs Sch?nebaum.
La composici¨®n de grupos es siempre inquietante y el trabajo de los figurantes es de una habilidad que alcanza niveles de maestr¨ªa. El planteamiento de La Fura dels Baus est¨¢ exclusivamente al servicio de la obra, sin in¨²tiles golpes de efecto, casi al borde de la elegancia -a¨²n hablando de lo que hablamos- por su mesura.
Todo ello mueve a la reflexi¨®n. Incluso la tensi¨®n emocional es contenida hasta en el espectacular final con todas las pancartas desplegadas reivindicando unos valores o sus contrarios. La escena del amor est¨¢ resuelta con humor e iron¨ªa, y la de la gula, con un punto de medida perversidad. Todo est¨¢ controlado al m¨¢ximo y de esa manera el ritmo narrativo no deja respiro al espectador.
La emoci¨®n viene preferentemente de la m¨²sica. El reparto es excelente en su aspecto vocal y no menos en el teatral. Desde la sensible soprano canadiense Measha Brueggergosman -que borda el equilibrio entre estilo oper¨ªstico, cabaret y canci¨®n popular del personaje de Jenny Smith- al incisivo y a la vez c¨¢lido tenor alem¨¢n Michael K?nig, pasando por los estupendos cantantes y actores Jane Henschel o Willard White -quien particip¨® tambi¨¦n en la consagraci¨®n de La Fura en el Festival de Salzburgo hace m¨¢s de una d¨¦cada con La condenaci¨®n de Fausto-, todos est¨¢n en su sitio para mantener una tensi¨®n esc¨¦nica desde el punto de vista vocal y teatral que no decae en ning¨²n momento. Es de se?alar asimismo la buena impresi¨®n que caus¨® el renovado coro Intermezzo preparado con intencionalidad por Andr¨¦s M¨¢spero.
Al frente de la Orquesta Sinf¨®nica de Madrid se puso un chico granadino de 33 a?os, Pablo Heras-Casado. No le tembl¨® el pulso ni la responsabilidad. Dirigi¨® con una mezcla de fuerza y claridad, sin batuta, precisando bien los tiempos y acentuando con expresividad los momentos m¨¢s dram¨¢ticos. Fue la suya una lectura m¨¢s teatral que refinada, m¨¢s en funci¨®n de las voces que del perfeccionismo instrumental. Y as¨ª la orquesta son¨® con garra, justo lo que requiere una obra tan incisiva como la de Kurt Weill.
?l ¨¦xito fue sorprendente. ?Qui¨¦n nos iba a decir hace unos a?os que La Fura, al margen de la calidad de su trabajo, iba a tener una acogida semejante en una premi¨¨re del Real? L¨¢stima que su p¨²blico m¨¢s af¨ªn y juvenil no pueda asistir al espect¨¢culo por el elevado precio de las entradas.
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