El cronista bajo el disfraz de narrador
Entre la muchedumbre que form¨® la Marcha sobre Roma de Mussolini en 1922, mientras se publicaba en Par¨ªs el Ulises de Joyce, figuraba Kurt Erich Suckert, el proteico y provocador periodista al que se le antoj¨® probar desde joven esa droga sin ant¨ªdoto llamada narrativa que, con el sobrenombre de Curzio Malaparte, consumi¨® para ejercer de costumbrista burlesco en los jugosos aunque (o por su condici¨®n de) resabiados relatos 'El negro de Comacchio' (interesante contralectura del tema del tr¨¢gico fin del h¨¦roe ¨¦pico), 'Sodoma y Gomorra' o 'La Madonna de los patriotas', de Sodoma y Gomorra (1931) y, en la l¨ªnea de C¨¦line en Viaje al fondo de la noche (1932) pero con la mordacidad que quiso tener Hemingway en Adi¨®s a las armas y no pudo tener Remarque en Sin novedad en el frente, para recordar s¨®rdidas experiencias de combatiente de la Primera Guerra Mundial, en los cuentos 'La Magdalena de Carlsbourg' o 'Historia del Caballero del ?rbol' de Sodoma y Gomorra, y encerrar en un frasco de alcohol de quemar llamado Kaputt (1944) su estremecedora cr¨®nica del horror y el desmoronamiento de Europa, los recuerdos y avatares de corresponsal en la Segunda Gran Guerra, de cuyas devastadoras consecuencias morales se ocupar¨ªa, cargando las tintas, en su novela La piel (1949), texto cl¨¢sico acerca de c¨®mo libertad y degradaci¨®n no son voces ant¨®nimas.
Kaputt
Curzio Malaparte
Traducci¨®n de David Paradela L¨®pez
Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2010
531 y 456 p¨¢ginas. 22 euros
Sodoma y Gomorra. Traducci¨®n de Eduardo Bittini. Backlist. Barcelona, 2008. 223 p¨¢ginas. 17 euros.
T¨¦cnicas de golpe de Estado
Curzio Malaparte
Traducci¨®n de V¨ªtora Guevara
Backlist. Barcelona, 2009
261 p¨¢ginas. 21 euros
Sodoma y Gomorra
Curzio Malaparte
Traducci¨®n de Eduardo Bittini
Backlist. Barcelona, 2008
223 p¨¢ginas. 17 euros
En los relatos de Sodoma y Gomorra y en el ensayo contra Mussolini T¨¦cnicas de golpe de Estado (1931) luce el Malaparte vanguardista, marisabidillo y en ocasiones c¨ªnico, que les da a los textos un tono did¨¢ctico que alcanza a ser poco menos que panfletario (?no es precisamente Malaparte un narrador cuyo estilo diluya su tema!). Kaputt es una brillante visi¨®n poli¨¦drica, period¨ªstica y sensacionalista de la Segunda Guerra Mundial a trav¨¦s de la descripci¨®n de su devastaci¨®n salvaje y de sus charlas de caf¨¦ con casaca militar, de las consignas de Himmler junto a la ideolog¨ªa leninista, de nazis departiendo sobre el extermino jud¨ªo en el gueto de Varsovia mientras degustan un asado, de puros habanos, pin-ups de celuloide como las que coleccion¨® el autor en su villa de Capri y de juegos de guerra sobre mesas camilla, es la cr¨®nica imprescindible del teatro de la ¨²ltima gran guerra -junto a los textos de Levi, Malraux, Trampa 22 de Heller o Grossman en Vida y destino- y de c¨®mo se derrumba la feliz Europa que Zweig recrea en El mundo de ayer convirti¨¦ndose en el caos de Babel que reflejan en forma simb¨®lica la sorprendente heteroglosia de la novela, que incluye fragmentos en m¨¢s de diez idiomas, y su culturalismo, exhibido en citas de Renoir y la tumba del best seller D. H. Lawrence, el proustiano Duque de Guermantes y el expresionismo de Grosz junto a dos escoltas de las SS, chismes sobre Ciano en el bar del Excelsior de Roma, comparaciones con naturalezas muertas de Braque, di¨¢logos pol¨ªtico-filos¨®ficos que traen a la memoria los que generaba Settembrini en La monta?a m¨¢gica de Mann, y el embajador De Fox¨¢ a vuelta de p¨¢gina. La piel, que casi siempre ha sido editada en los aleda?os del sistema literario, parece un retrato sarc¨¢stico de la posguerra a trav¨¦s de la abatida N¨¢poles, en realidad no es sino el grito picassiano de asco ante una Europa prostituida y violada.
Despu¨¦s de a?os de ostracismo editorial, vuelve por fin a la actualidad el fascinante fascista Curzio Malaparte, luterano ap¨®stata, comunista arrepentido, cat¨®lico converso y disidente de casi todo. Malaparte fue un hombre de mundo que escribi¨® como hombre de pueblo, con t¨¦cnicas algo toscas de amateur bienintencionado, pero capt¨® siempre las im¨¢genes relevantes con su objetivo fotogr¨¢fico, aunque en ocasiones, como Robert Capa, o como un joven y entusiasta poeta de vanguardia, las ali?ara en exceso. En estos tiempos acomodaticios, lean a sangre fr¨ªa a Malaparte, ese enfant terrible de sangre caliente narrando a gritos el farise¨ªsmo moral y el fragor de la guerra de las palabras.
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